Según el Instituto Nacional del Agua, la agricultura insume alrededor del 90% del recurso hídrico en Mendoza y la eficiencia de riego es baja: de cada 100 litros de agua que salen del río Mendoza, sólo 28 llegan al cultivo, y sólo 41 litros se aprovechan del Tunuyán inferior. El río da origen a dos oasis: el superior, o zona alta de riego, cercana a la Cordillera y el inferior, o zona baja de riego, cerca del límite con San Luis. Ambas regiones manejan el 17 y 83% del caudal. El crecimiento de la actividad agrícola y el riego en los últimos 200 años determinó estas dos zonas, división que se completa con la construcción de diques derivadores y embalses. Como consecuencia del marcado desarrollo vitivinícola de la Cuenca Superior, ha manifestado perjuicios de salinidad, reducción de caudal y rendimientos agrícolas en los últimos 10 años. En la actualidad, más de 4.000 pozos se utilizan para riego entre ambas zonas. El acuerdo FAO-Irrigación prevé elaborar políticas de manejo del agua, que mejoren diversos aspectos en Mendoza; alrededor del 70% del agua se pierde por la falta de impermeabilización de canales y el método de riego usado por los agricultores. El objetivo es alcanzar eficiencias hídricas de 40-45% hacia 2010, permitiendo regar 140 mil hectáreas más.
Laura Freidenberg
Especial para Infocampo