La novela sobre las regalías de la soja RR que está confrontando a Monsanto, una de las principales empresas de biotecnología del sector, con la Secretaría de Agricultura pareció haber entrado en una impasse luego de una reunión que el miércoles tuvieron los integrantes de la Asociación Argentina para la Protección de las Obtenciones Vegetales (ARPOV), la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) y las principales agrupaciones y empresas del sector con el secretario Miguel Campos, en Paseo Colón al 900.
Por lo menos eso deja entrever el comunicado oficial que señala que se acordó que “el directorio Instituto Nacional de Semillas, presidido por José Luis Russo, ampliado con integrantes sugeridos por las partes, será el encargado de preparar un borrador de proyecto de ley de fondo de compensación tecnológica, en un plazo de 45 días. Una vez definido dicho borrador, las partes se volverán a reunir y, en un nuevo plazo de 45 días, determinarán el proyecto definitivo”. O sea, en diciembre tendrá que estar resuelto la disputa entre la pretensión de Monsanto de cobrar regalías en semilla y grano (mercado interno y externo) y el rechazo oficial no sobre el derecho de una empresa a obtener retorno de su inversión sino del método elegido.
Las idas y venidas con las declaraciones que en un momento entraron en una espiral de dureza cada vez mayor fue un hecho poco común para quienes conocen al secretario Campos. Un hombre formado en el ámbito de la diplomacia (fue muchos años agregado agrícola en Brasil) por eso más proclive a la negociación, que no le tembló la mano a la hora de firmar la liberación del maíz RR quebrando así muchos años de inacción oficial.
La férrea actitud de la multinacional norteamericana dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias tampoco era “políticamente” sustentable. Un escenario con embarques argentinos bloqueados en los puertos de destino sin poder descargar su mercadería, brindaría una excusa excelente para aquellos que subidos a una ideología setentista “venderían” la idea que por culpa del imperialismo los planes asistenciales correrían peligro.
Ahora bien, ¿en qué momento se quebró la paz? ¿No es Monsanto la empresa que hace unos meses se retiró del negocio de las semillas de soja, luego de haber contribuido con sus eventos al formidable crecimiento de la agricultura argentina?
¿No es Campos el hombre que al inicio de su gestión confirmó a la biotecnología como uno de los ejes en que se basaría su administración?
Pero algo pasa en el negocio que no están diciendo. El proyecto de regalías globales impulsado desde la secretaría, jamás ingresó en Diputados. Y no son pocos los que sostienen que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, teme que, en vísperas de un año electoral, se abra, por este tema, otro frente de tormenta.
Es por eso que en los últimos días, el secretario hizo un verdadero esfuerzo por aclarar su posición. Y llegó a ese conclave del miércoles acompañado de su plana mayor: los subsecretarios Claudio Sabsay y Javier De Urquiza. ¿Qué fue lo que hablaron después de la reunión durante cuarenta minutos el representante de Monsanto, Federico Ovejero y Campos? Seguramente se sabrá en los próximos días. Por el momento, parece haber prevalecido la cordura. Veremos.
Mientras tanto, Aapresid, ayer realizó su segunda jornada en España. Desde afuera reconocen el liderazgo de la Argentina en siembra directa y biotecnología. Ya es una marca registrada. Y va por más. Porque como escribe Rodrigo Ramírez en estas páginas, a los desafíos hay que saber enfrentarlos y darles respuesta. Y esa es una tarea indelegable para un líder.
