Este año las protestas del agro llegaron a su punto máximo con movilizaciones y paros, pero ¿sirvió de algo, cambió la política del Gobierno? Manuel Mora y Araujo explica por qué todo sigue igual que siempre.
-¿Qué opinión le merece el comportamiento del gremialismo rural ante el Gobierno?
-En términos generales hay divisiones, una línea más dura y otra más conciliadora, pero en general siempre se dirigen al Gobierno con protestas. Un sector que es responsable de la mayor parte de las riquezas del país y de las exportaciones no tendría que protestar tanto sino ir con soluciones; después dicen que el Gobierno no los escucha, pero la protesta es una actitud propia del débil y este es un sector muy fuerte.
-¿Cree que en parte del discurso que tiene la dirigencia rural no hay una autocrítica y le echan toda la culpa al Gobierno?
-Puede ser, en realiadad la cadena agroindustrial en su conjunto no es homogénea. Esto se resuelve con un liderazgo fuerte que creo que no lo hay, deberían sortear sus diferencias y defininir estrategias en conjunto. La realidad demuestra que sólo protestando no se consigue nada, pero si se presentan con una actitud positiva, con planes o propuestas, es más lógico que consigan algo a su favor. Claro, la protesta es una manera fácil de pasar por arriba los hechos.
-Se escucha de los productores, sobre todo los ganaderos, que Kirchner es anti campo. ¿Qué opinión le merece este concepto?
-En cualquier industria de la Argentina se puede escuchar que dicen que Kirchner está en contra de su sector, pero la verdad que el Presidente no es anti campo ni pro campo. Este sector le complica la vida al Gobierno por los precios internos y le salva la vida por las recaudaciones de las retenciones pero si el agro se le enfrenta al Presidente diciéndole âtu solución no me gustaâ pero tampoco brindan otra, la gran pregunta sería ¿cómo le está yendo a los ganaderos? Presumo que mal no les va y Kirchner tiene una política basada en que si a un sector le va bien y al otro mal hace que ceda ganancias el más fuerte para equilibrar la balanza.
-Sectores como el aceitero o los polleros lograron importantes beneficios, ¿cree que la dirigencia rural se queda en la retórica y no va a la práctica?
Sí, absolutamente, la dirigencia se deja llevar sólo por el discurso y no están dispuestos a negociar, se manejan sólo protestando y se ponen en una situación nada simpática.
-¿Cómo resolvería la falta de homogeneidad en la cadena y qué opinión le merecen las entidades del agro?
-En realidad ninguna entidad gremial del agro tiene representatividad auténtica, sólo están representados quienes la conforman o votan, pero todo el resto, que son muchos, se quedan afuera, la realidad demuestra que son muy pocos los productores que se sienten verdaderamente representados por las entidades, sólo hacen su trabajo, pero no se vinculan ni se quieren vincular. En mi consultora hicimos un trabajo al respecto y esto corroboró que la gran mayoría de los productores de la zona núcleo no le prestan atención a las entidades gremiales.
-Hay una frase hecha que dice que en la Argentina no hay legisladores que provengan del campo, ¿qué opina al respecto?, ¿tiene que haber legisladores sectoriales?
-Yo soy uno de los que dice esas frases, pero con esto me quiero referir a que no necesariamente tienen que provenir del agro sino trabajar para él, no es necesario que haya trabajado en el sector hasta un día antes de asumir. Lo que pasa en la Argentina, en general bajo el sistema de lista completa, por el cual se vota a los legisladores, en realidad la representatividad no existe.
