En los últimos años, el maíz pasó de ser un grano excedentario en el comercio mundial, a ser el recurso renovable más valioso. Esto se dio como consecuencia del crecimiento que viene mostrando a nivel mundial la transformación de maíz por parte de las distintas industrias que separan sus componentes, como las moliendas húmeda y seca, el bioetanol y las industrias vinculadas con la nueva bioeconomía como el biogás.
Este contexto de gran demanda viene otorgando grandes posibilidades a los países en desarrollo como Argentina, que tienen como base a las cadenas agroindustriales. La sustitución de las fuentes de energías fósiles por renovables y la mejora en la dieta de los países más pobres se organiza a nivel mundial a partir de la cadena del maíz, prioritaria en las estrategias de desarrollo de los países por su capacidad para generar empleo, inversión, desarrollo regional y por las innumerables oportunidades sostenibles de crecimiento que ofrece.
La producción agroindustrial moderna tiene una gran capacidad para resolver ciertos problemas sociales como la falta de empleo, pero también ha evolucionado hacia un mejor cuidado del ambiente, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero o utilizando productos con menor impacto ambiental.
Sin embargo, cada oportunidad viene acompañada de una serie de amenazas que nos exigen estar correctamente preparados, capacitados y organizados. Los desafíos son cada vez mayores y para enfrentarlos necesitamos estar unidos hacia adentro, pero también desarrollar nuevas alianzas. Con este objetivo, en 2013 presentamos la Alianza Internacional de Maíz, MAIZALL, junto con nuestras contrapartes de Brasil (Abramilho) y Estados Unidos (US Grains Council y National Corn Growers Association). El trabajo que estamos desarrollando desde este espacio es muy importante dado que las barreras al comercio y los argumentos en contra del uso de la tecnología moderna para la producción de grano de maíz y los productos de su transformación son cada vez más significativos y basados en justificaciones cada vez más complejas como el principio precautorio, la teoría del cambio en el uso de la tierra o el etiquetado, entre otras, que se intent an fundamentar con argumentos ambientalistas que en la mayoría de los casos no tienen sustento científico alguno.
Entendemos que esta Comunidad agroalimentaria, ha sido poco eficiente en la comunicación hacia el colectivo ciudadano urbano y rural, mostró y muestra falencias severas para su integración al cuerpo social y es blanco fácil para sus adversarios. Independientemente de los errores, y de la mala praxis en la aplicación de las buenas prácticas agrícolas en un marco que a no dudar compartimos, ninguna acción de origen antropogénico es gratuita.
Pero nuestros detractores centralizan sus ataques en la siembra directa, los agro negocios, los agro insumos, las buenas prácticas agrícolas, las empresas, la biotecnología etc. En realidad lo que atacan bajo este paraguas pseudo ambientalista son los valores inherentes a la democracia. El progreso, el republicanismo, la división de los poderes, el orden constitucional y en última instancia, las libertades individuales y la propiedad privada.
Enorme cantidad de mitos, mendacidades y calumnias se nutren desde las usinas de un periodismo amarillista, con informaciones pseudo científicas sin respaldo académico verificable, que elude permanentemente el debate científico. En esta acción coinciden los mencionados grupos nacionales e internacionales, estimulados irresponsablemente desde ámbitos con poco conocimiento y por dogmaticos ideologizados, desde algunos partidos políticos y estamentos oficiales, minoritarios es cierto, pero de mucho peso en las decisiones.
No dudamos que ha llegado el momento de decir basta, y pasar de una posición timorata, pusilánime y defensiva, a una acción proactiva. Tenemos mucho para mostrar y nos asiste la razón. Pruebas al canto, tomando el caso de la biotecnología, objetivo central de nuestro Congreso. La misma tiene el poder de mejorar la salud del ser humano, la sostenibilidad del ambiente y el bienestar de los consumidores y de las comunidades agrícolas a nivel global.
El desarrollo de cosechas más productivas a través del empleo de la biotecnología agrícola puede contribuir a alcanzar en 2030 la estimación que las Naciones Unidas considera necesaria: aumentar la producción mundial de alimentos en un 50%.
Su uso deriva en impactos positivos:
A. Impacto sobre la comunidad global
La biotecnología agrícola puede ayudar a resolver la crisis alimentaria mundial y a reducir el hambre en el mundo.
B. Impacto positivo sobre la salud del ser humano.
La biotecnología agrícola ha dejado atrás el enfoque puramente productivo y se centra ahora en aportar beneficios para la salud del consumidor.
“Algo no está bien. Nuestro aire es limpio, nuestra agua es pura, todos hacemos ejercicio, todos los vegetales que comemos son orgánicos y todas las carnes que consumimos son de caza. Sin embargo, nadie vive más de 30 años”.
Los consumidores tenemos la tranquilidad de que la biotecnología agrícola es segura. Estas cosechas han sido objeto de numerosos estudios y se han declarado seguras por paneles de expertos de todo el mundo. En los años en que se llevan comercializando cosechas biotecnológicas no se ha documentado ni un sólo caso de deterioro de un ecosistema ni de que ninguna persona haya contraído una enfermedad como consecuencia de estos alimentos. De hecho, la evaluación de la seguridad de los alimentos procedentes de la biotecnología ha sido mucho más rigurosa que la de los alimentos procedentes de métodos convencionales.
La biotecnología en la agricultura puede beneficiar a los consumidores de todo el mundo gracias a la introducción de alimentos funcionales con valores nutritivos añadidos en comparación con sus equivalentes convencionales.
C. Impacto sobre el ambiente
Junto a la adopción de la siembra directa y la tolerancia a los herbicidas, ha permitido a los agricultores eliminar casi por completo las labranzas de sus campos, lo que conlleva la mejora de la conservación y la salud del suelo, con una mejor retención de agua, menor erosión, reducción de los residuos de herbicidas, entre otras ventajas. La suma de la biotecnología y las buenas prácticas agrícolas posibilitaron la reducción global de millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), las aplicaciones de pesticidas en todo el mundo se redujeron un 6% en los 10 años posteriores a la introducción de la cosecha derivada de la biotecnología, lo que supuso eliminar toneladas de aplicaciones de pesticidas.
Las cosechas derivadas de la biotecnología han mejorado la calidad del agua gracias a la reducción de residuos de herbicidas y pesticidas en los campos.
D. El hambre en el mundo
La biotecnología abre una gran esperanza al aumento del suministro mundial de alimentos y a la mejora de su calidad. Se estima que 800 millones de personas en todo el mundo sufren escasez crónica de alimentos y muchos millones más podrían llegar a pasar hambre debido a las crisis alimentarias actuales y futuras.
Debemos defender y exigir una valoración científica del papel de la biotecnología, y de las buenas prácticas agrícolas, que incluyen el uso racional y controlado de agroinsumos. Se ha aceptado oficialmente que existen 118 elementos químicos de los que solamente 92 tienen presencia natural. El resto han sido obtenidos en laboratorios e incluyen el bohrio, hassio, meitnerio, y otros. La combinación de estos elementos dan matemáticamente al menos 55 millones de compuestos y obviamente 55 millones de posibilidades de agentes contaminantes y/o con potencial oncogénico y teratogénico. Debemos defender y exigir una valoración científica del papel de la biotecnología, de los agroinsumos y las buenas prácticas agrícolas.
Para ello deberemos eliminar de cuajo las acciones individualistas que terminan en una verdadera hoguera de las vanidades, volcar todo nuestros conocimientos y esfuerzos aislados a un gran tanque de pensamiento, con soporte financiero de todos los eslabones de la Comunidad Agro Alimentaria, comunicando con claridad y contundencia nuestros logros y nuestro esfuerzo por medio de comunicadores creíbles, que hablen con su ejemplo cotidiano de vida.
Evitar confrontar con estos grupos anti ciencia y adoptar una actitud pasiva y netamente defensiva frente a estos ataques es un error que la historia mostrará como grave e irrecuperable. La biotecnología y la agricultura moderna tienen una enorme cantidad de fortalezas que no estamos defendiendo adecuadamente.
Siempre a pesar de mi vehemencia que me ha obligado más veces a pedir disculpas que a recibirlas, he tratado de actuar en la función dirigencial con prudencia, aceptando el derecho que le asiste a un Gobierno Constitucional, en cuanto y en tanto se respete la Constitución, las leyes, la división de los poderes en una gestión ética y transparente, implementar planes de gobierno para el sector, que provengan de su identidad. Pero esto no es un cheque en blanco, se deben hacer los deberes muy bien para pedir acompañamiento y aceptación.
Cuando escuchamos a nuestro Papa decirle a un Juez de la Nación, la prudencia está bien, pero cuando se transforma en inacción se vuelve cobardía, creo deberíamos interpretar que no podemos pasar por alto esta justa observación diciendo también basta a la destrucción de las bases productivas del sector de la Comunidad Agro alimentaria, basta de promesas incumplidas. Liberen la potencialidad del campo, en todos sus sectores y eslabones de cadenas, devuelvan al mismo certezas, planes, seguridad jurídica y porque negarlo, rentabilidad. Eliminando retenciones, ROEs, cupos y trabas a la producción y exportaciones. La seguridad alimentaria para el pueblo argentino estuvo, está y estará garantizada con nuestra generación de biomasa, lo cual nos permitirá cumplir con la misión y visión de la FAO, en su declaración de 1996 en Roma, que nos exige contribuir a elimi nar el hambre en el mundo, evitando trabas a la comercialización.
Por Gastón Fernández Palma. Presidente de Maizar