Mientras se conocen las cifras finales de la cosecha sojera 2022/23, las perspectivas para el nuevo ciclo agrícola muestran tanto luces como sobras: la mejora climática sopla a favor, pero se encuentra con un viento en contra en el retroceso del precio de los principales productos agroindustriales que exporta Argentina.
El economista Juan Manuel Garzón, del Instuto de Estudios (IERAL) de la Fundación Mediterránea, repasó las tendencias en el precio de granos y subproductos. Por el lado del aceite de soja, calculó -en base a precios FOB oficiales- que en junio el aceite de soja tuvo una caída interanual de 43%, mientras que la harina perdió un 3%.
Por el lado de los granos, el trigo retrocedió un 23% durante ese período, mientras que soja y maíz perdieron 20% y 19%, respectivamente.
“Cuando se repara en el mes a mes, se observa que las tendencias son en general negativas, salvo el caso del precio del trigo que en los últimos dos meses ha revertido su situación y muestra señales de mejora en el corto plazo”, sostuvo Garzón.
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A la hora de explicar este escenario bajista para las cotizaciones internacionales, el economista argumentó que responden a un mayor abastecimiento esperado a nivel global durante el ciclo agrícola 2023/24, tanto en granos como en aceites vegetales.
A estos factores, se suma la expectativa de que el conflicto Rusia y Ucrania no escalará ni tampoco afectará el transporte de granos en el Mar Negro.
EL HORIZONTE DE PRECIOS, A LA BAJA
En el mercado de Chicago, por estos días, los precios futuros de los principales granos confirman la tendencia bajista, situación que también se traslada a los subproductos del complejo sojero.
En el caso del poroto, los contratos de fines de año y comienzos de 2024 se ubican entre U$S 55-60 por debajo de los precios actuales, mientras que el maíz muestra una caída de casi U$S 25 dólares para el mismo período.
Los contratos de julio en harina de soja cotizan en U$S 436 por tonelada y tienen un descuento de entre un 5%-6% hasta fines de año. “Se están negociando a U$S 400 para los meses de mayo y julio de 2024”, explicó Garzón.
LAS LLUVIAS, CON COMPORTAMIENTO DISPAR
Tras la fuerte sequía de la última campaña, el comienzo de la siembra fina muestra dos escenarios bien diferenciados en materia de reservas hídricas.
Por un lado, en Entre Ríos, gran parte de Santa Fe, el centro y sur bonaerense, Santiago del Estero, el sureste de Salta y Formosa presentan un escenario de muy buenas reservas de agua útil en los perfiles.
“En esta zona, la siembra de los cultivos de invierno debería avanzar sin problemas, considerando que están dadas las condiciones de humedad para ello”, explicó Garzón.
En la vereda opuesta, buena parte de Córdoba, noroeste de Buenos Aires, La Pampa, el suroeste de Santa Fe no lograron recargar los perfiles, con restricciones hídricas de consideración en los suelos.
“Es muy probable que muchas tierras queden en reserva y que los productores decidan no arriesgar con siembras de invierno, conservando la escasa humedad que disponen hasta que lleguen las lluvias de primavera y la ventana de inicio del ciclo productivo de los cultivos de verano”, concluyó.