Con más de 560.000 hectáreas cultivadas en Argentina, Brasil y Uruguay, Adecoagro es una verdadera gigante del campo en Sudamérica.
Y con semejante superficie productiva, desde la empresa decidieron recientemente realizar un cálculo: cuántas toneladas de carbono secuestran a través de la fotosíntesis. La suma dio 13 millones de toneladas de carbono equivalentes anuales.
Sin embargo, cuando en la empresa realizan el cálculo de su huella de carbono según los estándares internacionales vigentes, impuestos por Naciones Unidas, el resultado cambia completamente: les da que emiten entre 700.000 y 800.000 toneladas anuales y que tienen que pagar por ese pasivo ambiental.
Estos datos fueron presentados por Alejandro López Moriena, director de Sustentabilidad de Adecoagro, durante el World Agri-tech South America Summit que se está realizando en San Pablo (Brasil), y del que participa Infocampo, invitado por la firma Basf.
El ejecutivo aprovechó este ejemplo para plantar bandera y levantar la voz sobre un reclamo que desde Argentina se viene realizando con asiduidad: modificar y aunar nuevos criterios de medición de la huella de carbono, que contemplen este “secuestro” dentro de la ecuación y se reconozca económicamente ese aporte ambiental que realizan los productores sudamericanos.
LA HUELLA DE CARBONO, EN DEBATE
López Moriena participó concretamente del panel “Agricultura regenerativa: aprovechar el conocimiento de los agricultores para optimizar la custodia de la tierra y la gestión de recursos”.
El representante de Adecoagro recordó, al inicio de su discurso, que cuando se habla de sustentabilidad, hay que recordar que tiene tres dimensiones: la ambiental, la social y la económica.
En este punto, cuestionó que en general se hace mucho foco en las dos primeras y no en la tercera que es fundamental para que realmente una producción más sostenible pueda hacerse realidad, porque es difícil que alguna empresa apueste a realizar cambios si lo que va a hacer no es lo suficientemente rentable.
“Si no hacemos negocios, es difícil proteger recursos o hacer un aporte social. Si no somos rentables, directamente no hay más productores. Hay que mantener la rentabilidad en la mente y dejar de considerarla una mala palabra. Para mejorar hay que poder hacer dinero”, enfatizó López Moriena.
Y aquí es cuando mencionó el hecho de que el secuestro de carbono debería ser considerado un activo a favor de los productores y las empresas agropecuarias.
“Con la fotosíntesis, los productores ya estamos de base secuestrando enormes cantidades de carbono: deberían estar pagándonos por eso y no tener que compensar emisiones. Obviamente que se pueden mejorar las prácticas agronómicas, para tener menor impacto ambiental, pero primero se debe reconocer que los productores secuestran carbono”, exclamó.
Y continuó: “No existe otro sector que pueda secuestrar carbono del aire como el campo. Hay que desafiar las metodologías actuales de medición. Si sos productor, te asignan cero carbono, no se cuenta la fotosíntesis, cuando hay carbono que ya está secuestrado, no es una promesa de menores emisiones como hacen otras industrias”.
RESPALDO DESDE AAPRESID
En tanto, otro de los oradores en este panel fue Marcelo Torres, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).
A grandes rasgos, concordó con la postura de López Moriena y lo graficó, por ejemplo, en que es imposible hablar de aplicar agricultura “regenerativa”, cuando apenas 10% o 15% de la producción agrícola mundial se hace con siembra directa, y principalmente en Europa se aplican técnicas de labranza que erosionan los suelos, consumen más agua y combustibles.
Pero al hacer foco a la cuestión de la huella de carbono, coincidió en que el agro, sobre todo latinoamericano, tiene por delante el desafío global de trabajar colaborativamente entre productores, científicos y empresas para “acordar indicadores” que contemplen las diferentes realidades productivas a nivel mundial.
“La agricultura tropical no es lo mismo que en zonas templadas. Hay que compartir más información, tener más interacción, discutir si por ejemplo es mejor pagar por certificaciones de huella de carbono o algún otro esquema”, indicó.
Más temprano, en el primer panel –El Rol de Sudamérica en la sustentabilidad global, la seguridad alimentaria y la agricultura climáticamente inteligente–, también se hizo referencia a esta situación, aunque de una manera más “diplomática” que la planteada por los representantes argentinos.
Marcio Santos, CEO de Bayer en Brasil, ratificó la mirada de que la agricultura es el único sector que puede captar carbono, y ese es un valor agregado que Latinoamérica tiene que hacer destacar.
En este punto, consideró que “regular los mercados de carbono será clave para el crecimiento sustentable” del sector.
En tanto, Fabiana Alves, CEO en Brasil y General Manager en Sudamérica del Rabobank, opinó que fortalecer los mercados de carbono es “fundamental”, porque “hay que valorizar los servicios ambientales que presta la agricultura tropical; los productores son grandes conservadores”.
Michel Roy, CEO de Louis Dreyfus Company en Brasil; y Edison Ticle, CFO de Minerva Foods, también coincidieron con estas visiones.