En Luján de Cuyo, a breves 13 kilómetros desde el centro de la capital mendocina se encuentra la “Estación Experimental Agropecuaria Mendoza”, con un paisaje imponente que al alzar la vista se aprecia la precordillera y picos nevados del Cordón del Plata.
Pero si quien camina por las calles internas del predio de más de 1.000 metros de largo ubicado sobre la ruta 40 decide mirar a su alrededor, a la misma altura, encontrará decenas de hileras con plantaciones de vid en la que día a día trabajan los técnicos del INTA.
Se trata de producciones que no se encuentran habitualmente en la góndola de un supermercado o uvas en fruta que pueden agarrarse en una verdulería, sino de ejemplares únicos que no están allí para formar parte de un circuito comercial. O al menos en lo inmediato.
El INTA como institución a nivel nacional tiene 68 años, pero las plantaciones que allí se aprecian son incluso mayores y rondan los 80 años.
Por eso, uno de los grandes tesoros de esa Estación Experimental es que se trata de vides que actualmente conforman la colección de uvas más importante del Hemisferio Sur.
El motivo no es mera acumulación sino un refugio de la mejor genética, para que la industria y los productores tengan allí un verdadero “banco de pruebas” del cual nutrirse y apalancar sus desarrollos.
EL RESERVORIO DE UVAS MÁS GRANDE DEL HEMISFERIO SUR
Esta semana, Infocampo contó el caso de la Bodega Niven, de San Martín, que basó buena parte de sus últimos desarrollos en las investigaciones del ingeniero del INTA Gustavo Aliquó sobre la familia de las uvas criollas.
Sobre este punto y la actualidad del Instituto a nivel regional habló Claudio Galmarini,director del Centro Regional Mendoza-San Juan.
Galmarini ponderó el refugio de la genética logrado en Luján de Cuyo, pero también alertó sobre un paso importante podría tener que dar la industria de cara al futuro, en vistas de las actuales tendencias globales en el consumo de vino.
Pero tampoco escapó a los tironeos en cuanto al futuro del INTA como instituto, y de su rol de articulación con el mundo de las empresas.
MANO A MANO CON CLAUDIO GALMARINI
-¿Cómo fue conservar tantos varietales y en qué consiste? ¿Por qué es tan importante?
-En el INTA tenemos como mandato conservar los recursos genéticos del país tanto vegetales, microbianos y también de animales. En el caso de la de la vid, la manera en que se conservan los recursos genéticos es tener colecciones de plantas de vid en un campo situado. En la EEA Mendoza por muchos años se conservaron colecciones de vid no sólo de Argentina sino de todo el mundo, hasta lograr tener en la actualidad la colección más importante del Hemisferio Sur.
-¿Qué se puede hacer con las mismas?
-Para que sepan los lectores, esas colecciones no sirven para algún coleccionista, o comprador. No es ese el sentido, sino que es el de conectar para preservar la variabilidad genética que sirve para obtener nuevas variedades, y de hacer frente a problemas que puede determinar el cambio climático como el aumento de temperatura o salinidad de los suelos. Y a la vez la colección lo que hace es caracterizarlas agronómicamente, morfológicamente, botánicamente y sobre todo lo que se hizo con las colecciones de vid es la caracterización enológica.
-Algo que agradecen los productores y bodegueros.
-Exacto, como es el caso de la bodega familiar Niven: ellos hacen vinos a partir de uvas criollas y la parte enológica del desarrollo de esa variedad de criollas, la hizo el INTA a una escala muy chica. Y luego se la transfiere a productores como ellos o a grandes bodegas. El INTA estudia a ver si las variedades sirven para hacer un vino decente, y se lo comunicamos a todos los viticultores, no solo a Niven. Pero la propiedad de ellos está en un lugar donde había viñedos antiguos de uvas criollas, lo tomaron como concepto y desarrollaron sus vinos. Pero si alguien no preservaba y caracterizaba a esos materiales, ese desarrollo, difícilmente hubiese sido posible.
-¿Qué es lo que la cadena del vino “no vio” en relación a las tendencias de consumo?
-El sector vitivinícola y de consumo está complicado, porque en el mundo está cayendo el consumo de vinos, ni hablar en el mercado interno argentino: hace 40 años atrás teníamos los datos de 70 u 80 litros por persona. Hoy tendremos un promedio de 18 litros. Tal vez se tomen más vinos de calidad y en general el vino argentino es conocido por el tinto y en especial por el malbec. Pero en los últimos años se da también una tendencia reflejada también por la OIV y por consultores de que el consumo de vino tinto va cayendo. Y los blancos se han estabilizado.
-Es un desafío.
-Sí porque Argentina tiene casi el 80% de su superficie implantado con tintas, y eso marca una habrá que tomar alguna decisión al respecto, para ver cómo enfrentar el futuro.
-¿El ser reconocidos como la patria del malbec es una limitante?
-El malbec abre puertas. Pero hay que estar atentos a estos cambios de tendencia en el consumo para para ofrecer otros productos. El torrontés nuestro es muy bueno, es típico de Argentina, hacemos muy buenos vinos blancos y en el mercado interno también hay un cambio de tendencia con estudios hechos por gente muy seria. En la franja etaria solamente mayores de 50 a 55 años es donde el vino ocupa el primer lugar dentro de las bebidas alcohólicas.
-¿Y en el resto?
-Si vas a los jóvenes de menos de 25 el vino está en el quinto orden. Y eso también preocupa a la industria porque si esos chicos no toman vino, la pregunta es: cuando lleguen a 40 o 50 años, ¿tomarán vino o habrán dejado de tomar? ¿Y sus hijos tomarán vino o no? Son preguntas que a la industria le plantean desafíos.
-¿La cadena muestra señales de cambio?
-Sí, pero recordemos que no estamos hablando de agricultura intensiva y que reconvertir un viñedo no se hace de un año para el otro. Tenemos que hablar de una ventana de tiempo no menor a 5 años. Es otro tipo de decisión.
PREOCUPACIÓN POR EL ABASTECIMIENTO DE AGUA
-¿Cómo estás viendo el problema del acceso al agua en toda la región, pero particularmente en San Juan?
-Es nuestro principal problema en el oeste argentino y especialmente en San Juan. El promedio de los últimos 10 años de precipitaciones ha estado por debajo de la media y entonces los caudales de los ríos disminuyen, y el agua disponible para consumo humano, industrial y obviamente agrícola es menor. Por suerte, en los últimos 2 años hemos tenido buenas nevadas que han ayudado a paliar la situación. Pero el pronóstico hacia adelante no es muy halagüeño.
-¿Qué es lo que hay que hacer, entonces?
-Eso plantea un desafío enorme en cuanto a los sistemas de riego, porque hay que hacerlos más eficientes, pasar de riegos gravitacionales a riegos presurizados, a utilizar variedades en los distintos cultivos que utilicen menos agua o también a darle al cultivo el agua cuando realmente lo necesita. Debemos debatir colectivamente sobre el reuso de aguas grises, eso plantea una un desafío importante y también a nivel de consumo humano.
-¿Qué se debe modificar en el consumo urbano?
-Hay que analizar cómo consumir menos agua en las ciudades y hacer un sistema de distribución a través de cañerías que no pierdan, que sean eficientes y tomar conciencia en la sociedad de que si la situación es como los modelos lo predicen, vamos a tener muchos problemas y conflictos.
-Y una actividad como la minería, ¿complica?
-Difícil contestarte. En general, y lo digo a título muy personal y no del INTA, la minería no ocupa mucha agua. La agricultura usa casi el 89% del agua en la región, pero lo que sí hay que tener mucho cuidado con la minería es con problemas de contaminación. Bien hecha la minería, no debería haberlos. Hay países “mineros” como Chile donde no hay demasiados conflictos con la agricultura, pero siempre va a haber tensiones. Eso no es algo que el INTA deba debatir sino la sociedad toda. Y definir los destinos del agua.
EL MOMENTO DEL INTA
-¿Cómo está el INTA?
–Presupuestariamente en la primera mitad del año fue todo bastante normal, en las máximas autoridades la decisión de utilizar todo el presupuesto 2023. Y en julio conseguimos un refuerzo que nos permitió llegar trabajando con normalidad hasta fin de año. Claramente tenemos preocupaciones alrededor.
-¿Cuáles?
-Con qué va a pasar con el presupuesto del año que viene, la dotación del Estado, nuestra gente, pero hasta ahora venimos trabajando con bastante normalidad en los proyectos que llevamos adelante.
-¿Por qué es importante el INTA?
-Creo que no soy yo el que tiene que contestar eso, porque trabajo hace 30 años aquí. Esa pregunta la tienen que responder nuestros beneficiarios principales, que es el sector agrícola agropecuaria, agrobioindustrial. Yo creo que pregunta sería al revés.
-¿Cómo sería?
-Hay que preguntarnos: ¿qué pasaría si no estuviera el INTA? Y ahí nos llevaríamos quizá algunas sorpresas en algunas respuestas. Al menos en esta gira (NdR: Infocampo participó junto a otros medios de una visita a diferentes Estaciones Experimentales y establecimientos privados que trabajan codo a codo con el INTA) hemos tratado de no hablar tanto del INTA sino que ustedes conocieran cómo, de alguna manera, colaboramos con el desarrollo de empresas agropecuarias, sean pequeñas, grandes o medianas. Y cómo podemos contribuir a la sociedad que para eso aporta, nos paga el sueldo y contribuye a la institución.
-¿Qué es para vos el INTA?
-Estoy orgulloso de trabajar en el INTA. Es una institución que me ha permitido formarme muy bien, con muchísimas posibilidades en lugares de excelencia. Aun suene algo naif, estoy muy contento de tratar de servir a quienes nos debemos, que es la sociedad. Ojalá todo esto lo podamos volcar en tener mejor rentabilidad de los agricultores y las empresas que contribuyan con soluciones innovativas. El INTA es una institución realmente que sirve a la sociedad.