Frente a la decisión de retrasar la votación hasta el 5 de octubre del proyecto de ley que daría luz verde al cultivo de soja transgénica, el gobierno brasileño emitió una nueva medida provisoria que autoriza el cultivo, pero mantiene a los transgénicos en jaque.
Con frustración el secretario de Desarrollo Rural del estado brasileño de Mato Grosso, Homero Pereira, comentó la decisión gubernamental de crear una nueva medida provisoria, para autorizar la siembra y comercialización de soja genéticamente modificada. “Sin la aprobación de la Ley de Bioseguridad, cada año que pasa vamos retrasando la entrada del país a la nueva era de tecnología de producción y lo peor es que perdemos competitividad en el mercado internacional” lamentó el secretario.
Por su parte, el director de la Federación de Agricultura y Ganadería del estado de Mato Grosso, Valdir Correa da Silva, indica que los costos de la cosecha 2004/2005 en ese estado serán hasta 40% más altos, a comparación de los del ciclo pasado.
“Si ya hubiese una ley autorizando el cultivo de los transgénicos, los costos bajarían 20%, o sea que de una previsión para la oleaginosa de u$s450 por hectárea, tendríamos una reducción de u$s90”, explicó da Silva.
Un punto que Pereira destaca como inconcebible es el hecho de que las autoridades brasileñas duden en liberar variedades más resistentes a las enfermedades y plagas, mientras el mundo experimenta la segunda generación de los transgénicos. “En la Argentina y en los EE.UU., por ejemplo, los transgénicos están en lo que podemos llamar la segunda generación, donde las plantas resistentes a la sequía, con proteínas y vitaminas, están siendo probadas. Observen la dimensión de nuestro desfase”.
Cada año que pasa, indica el director, el costo de producción se encarece y “Brasil queda más afuera del mercado. No utilizar los beneficios de esta tecnología es un contrasentido, es perder el tren de la historia”, alerta.
Pereira continúa enfatizando que el mundo produce transgénicos y tiene su consumo garantizado, se planta y se vende sin restricciones.
“Mientras perdemos la competitividad por los altos costos, sabemos que no hay suficiente mercado para absorber el grano tradicional (en el caso de la soja), nadie va a querer pagar más caro, pudiendo obtener el mismo producto más barato”, explica Pereira.
Asimismo, entiende que la medida provisoria protege a los productores que siembran soja transgénica y también asegura la entrada de la producción nacional en este segmento, pero a la vez le quita incentivo a la producción”, concluyó Pereira.
La UE también retrasa votación
Por su parte, el Comité de Organismos Genéticamente Modificados, formado por expertos de la UE ha pospuesto la votación sobre la autorización del maíz transgénico Mon863, sin especificar motivos ni nueva fecha de tratamiento.
Los expertos tenían previsto dictaminar sobre si se deben permitir las importaciones del maíz Mon863, que comercializa Monsanto, así como su uso para procesados y en la elaboración de forrajes.
Otros tipos de OGM han sido examinados por los comités de expertos sin contar con el consenso suficiente ni a favor ni en contra. Si así sucediera este expediente pasará a la Comisión Europea, quien a su vez propone la autorización del OGM al Consejo de Ministros de la UE. Si después de tres meses no hay una decisión la solicitud vuelve a la comisión que podrá autorizarlo unilateralmente como ocurrió en mayo cuando Bruselas aprobó el maíz bt11.