Es apenas la primera luz al final del túnel, pero una señal positiva al fin: las lluvias acumuladas durante la última semana trajeron un verdadero alivio tras varios meses de sequía y olas de calor que diezmaron a la producción agrícola hasta su peor nivel en más de 20 años.
“Los condicionantes de escala regional han cambiado y favorecerán un tránsito hacia un otoño con lluvias normales”, subrayó el consultor y experto en meteorología, Alfredo Elorriaga, en el informe semanal para la zona núcleo de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Las lluvias continúan en el centro del país y El Niño se consolida para fin de año
A través de su Guía Estratégica para el Agro (GEA), la BCR aclaró de todos modos que es apenas un aliciente en medio del drama general ocasionado por el clima en el ciclo estival.
“Las lluvias son el final del velatorio: ya enterramos la campaña 2022/23”, resumieron, con sinceridad brutal, los técnicos consultados por la GEA.
ACUMULADOS
De acuerdo con los registros de la entidad rosarina, en promedio en la región más productiva del país cayeron 50 milímetros a lo largo de los diversos días, aunque con bastante disparidad, porque hay zonas que superaron los 100 y otras que no recibieron ni una gota.
Por ejemplo, en Córdoba, localidades como Idiazábal (149,5 mm), Colonia Almada (112) y Bellville (104), mostraron una fuerte recuperación del régimen hídrico, mientras que en el centro y sur de Santa Fe hubo entre 80 y 30 milímetros.
En tanto, el norte de Buenos Aires se terminó beneficiando durante el fin de semana largo.
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Al respecto, Elorriaga aclaró que, más allá del alivio de la última semana, “no puede garantizarse que en un corto plazo llueva lo suficiente para compensar los requerimientos de los perfiles de suelo tras tres años Niña”.
Los mapas elaborados por la GEA muestran que los perfiles tuvieron una mejora. Sin embargo, para llegar al estado óptimo de reservas, pensando fundamentalmente en el trigo 20123/24, se necesitan entre 80 y 120 milímetros.
Más allá de todo, lo importante es que “las lluvias le ponen final a la angustia de no saber cuánto más se podía seguir perdiendo”.
MAÍCES “SÚPER” TARDÍOS, LA ESPERANZA
Bajo este panorama, los maíces que se sembraron más tarde que ninguno, a fines de enero, son los que podrían transformar algo de estas lluvias en rindes, siempre que no se vean afectados por heladas tempranas.
“La mayor esperanza está puesta en las siembras de fines de enero: si no los agarra una helada temprana, podrían dar una sorpresa y alcanzar hasta 30 quintales por hectárea”, señaló la GEA.
De todos modos, es un rinde que entusiasma por la fecha de siembra y ante el desplome que tuvieron las productividades: la cosecha del cereal en la zona núcleo está cerrando con un promedio –entre todos los planteos– de 34 quintales por hectárea, cuando en esa zona lo normal es que se acerquen o hasta superen las tres cifras.
Tal es así que, al principio de la campaña, suponiendo un escenario normal de temperaturas y lluvias, se podían prever 10 millones de toneladas de maíz en esta región, y finalmente terminarán siendo poco más de tres millones.
Dicho de otra manera: se perdió el 75% de lo proyectado y la zafra acabará como la peor en los registros de la GEA.
“Lamentablemente, la falta de lluvias y las altas temperaturas registradas hasta el fin de semana que pasó desplomaron los rindes del tardío y aumentaron las pérdidas de superficie. Las lluvias pondrán un freno a las pérdidas, pero para gran parte de lo sembrado es muy tarde”, insistió la entidad rosarina.