Brasil, el mayor productor citrícola y de jugo de naranja a nivel mundial, concluyó el mapa genético funcional y comparativo de las plantas que dan estas frutas.
Tras dos años de investigación y una inversión de 1,5 millón de dólares, el estudio fue finalmente concluido por científicos pertenecientes a seis instituciones que desarrollaron el proyecto.
Los resultados son fundamentales para un sector de la economía brasileña que mueve anualmente 10 mil millones de dólares, genera exportaciones por u$s 1.500 M y cuenta con un parque cercano a los 300 millones de plantas de distintas variedades de cítricos.
Los investigadores realizaron unas 200 mil secuencias de genes de las principales frutas y sus variedades, como naranja, lima, mandarina y limón, lo que afirman que constituiría un banco de datos cuatro veces mayor que cualquier otro existente hoy en el mundo.
Entre los genes identificados están, principalmente, los relacionados con la resistencia a las principales enfermedades y plagas de la citricultura, los determinantes en una mayor resistencia a la sequía y otros vinculados con características del fruto y del jugo, como color, tenor nutricional y acidez.
“Las enfermedades y plagas son el cuello de botella y factor limitante de la citricultura brasileña, pues representan el 60 por ciento del costo de la fruta y explican parte de nuestra baja productividad”, explicó el coordinador del proyecto, Marcos Machado, director del Centro de Citricultura Sylvio Moreira, de la Secretaría de Agricultura del estado de Sao Paulo.
En ese sentido, Moreira agregó que “si se lograra desarrollar una variedad que sea bien tolerante a enfermedades y plagas, todo lo que fue invertido hasta ahora en investigación será pagado rápidamente”.
Si bien el proyecto se centra en combatir genéticamente a las enfermedades, los resultados de la investigación también permitirán desarrollar frutas con mayor contenido vitamínico, de colores más fuertes y hasta con el sabor preferido de los consumidores.
Al respecto, Gustavo Astua- Monge, otro de los investigadores, dijo que “hasta ahora, el cliente tiene que adaptarse al gusto de las frutas y sus jugos. En el futuro, la industria podrá adaptarse al cliente y hacer un jugo casi personalizado”.
Además del centro dirigido por Machado, en la investigación participaron la Empresa de Investigación Agropecuaria y las universidades estaduales Paulista, de Campinas y de Maringá, así como la Universidad Federal de Lavras y su Instituto Biológico.
