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Los bioproductos: segunda revolución verde

Nos alejamos de la industria ligada a la maquinaria agrícola para ingresar en el inquietante mundo de la nueva agroindustria. De una economía petróleo-dependiente a una agro-dependiente.

Nos alejamos de la industria ligada a la maquinaria agrícola para ingresar en el inquietante mundo de la nueva agroindustria. De una economía petróleo-dependiente a una agro-dependiente.
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Los incrementos en los niveles de rendimiento generados por la revolución verde se extendieron en el tiempo con una considerable mejora en los rindes unitarios así como en los volúmenes totales de producción de los principales granos en nuestro país.

Frente a la actual cosecha 2004-2005 (que alcanzó los 83 M de t), no parecen tan lejanos los 100 M de t de producción, pero el volumen, si bien es muy importante, no genera un despegue significativo en la riqueza de un país como la Argentina que requiere de una urgente mejora en los niveles de toda su población.

Allí se presenta lo que en Estados Unidos se ha denominado segunda revolución verde de la mano de la agroindustria y los nuevos bioproductos. Este trabajo de buscar nuevos productos de alto valor agregado a partir de lo producido por el sector agropecuario no es nuevo allí. Desde hace 60 años el ARS, brazo tecnológico del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), equivalente al INTA en nuestro país, viene trabajando incesantemente en esta línea en más de cuatro centros de investigación distribuidos estratégicamente.

Este proceso implica el paso de una economía “petróleo-dependiente” hacia una “agropecuario -dependiente”, lo cual trae aparejado indudables beneficios económicos y medioambientales.

Entre los adelantos logrados producto de la investigación podemos citar la producción de etanol a partir de alfalfa, la generación de látex hipoalergénicos sobre la base de una planta de clima árido como el guayule (pequeño arbusto productor de látex), tintas de soja, caucho proveniente de cáscaras de cítricos hasta un súper absorbente capaz de retener 2.000 veces su peso en líquidos producido sobre la base de almidón de maíz. Todos estos logros generan patentes e industrias ligadas.

La característica principal de la agroindustria es que se establece preferentemente cerca de los lugares de producción llevando empleo y riqueza al interior del país. Cada región ofrece diferentes tipos de oportunidades que están esperando ser explotadas.

El empleo de los “residuos”, recordando que para la cultura china un residuo es una materia prima no aprovechada, se está generalizando en todas las partes del mundo. En este desafío se encuentran trabajando codo a codo los ingenieros con los biotecnólogos, pasando rápidamente desde los descubrimientos de laboratorio hacia la puesta en escala industrial generando en muchos casos negocios de miles de millones de dólares.

Si comparamos los dólares por tonelada exportada por la Argentina nos falta un largo camino a recorrer. La tecnología aplicada a la agroindustria es hoy en día una necesidad imperiosa.

“Petropotencia” o “agropotencia”

A una realidad signada por un horizonte en el que el aluvión de lo “bio” cobra fuerza, se suma el factor energético que adquiere día a día mayor trascendencia con precios del barril de petróleo superando los 60 dólares, algo impensado hace muy pocos años.

Las visiones de este sector están cambiando radicalmente. De allí el crecimiento exponencial que están sufriendo los biocombustibles que avanzan no sólo en volumen sino en aspectos tecnológicos que permiten tanto su obtención como el mejoramiento de su calidad a partir de fuentes cada vez más diversas.

En lo que respecta a biodiesel, los últimos adelantos han perfeccionado una técnica enzimática para generar el mismo a partir de grasas y lípidos de bajo valor producidos en los procesos de refinado de aceites y de reducido valor comercial, lo cual disminuye significativamente los costos de producción.

El camino hacia el desarrollo

Lo expresado no se logra por generación espontánea sino que requiere una visión de futuro y acciones concretas que fortalezcan tanto el desarrollo tecnológico como las inversiones necesarias a lo largo de todo el territorio argentino.

El INTA ha fijado en su Plan Estratégico Institucional 2005-2015 como una de sus áreas estratégicas priorizadas a la agroindustria, entendiendo este deber con el país.

En este nuevo siglo las nuevas industrias ligadas al sector agropecuario liderarán el camino del desarrollo sustentable, así como en el pasado lo fue la minería y el petróleo.

La propuesta de desarrollo agroindustrial ligada al sector agropecuario se puede sintetizar como una propuesta de “ganar ganar”, ya que utiliza fundamentalmente recursos renovables. Los productores se ven beneficiados al generarse nuevos mercados para sus producciones, el medio ambiente se beneficia al utilizarse en mayor proporción residuos y productos renovables, los consumidores obtienen nuevos productos a más bajo costo, y el país mejora su balanza de pagos y se hace menos dependiente energéticamente.

Jorge Hilbert

Especal para Infocampo

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