Invadidos y tentados por nuevas tecnologías, ventajosas por cierto, muchas veces los productores nos confundimos con las denominaciones de los nuevos productos. Insecticidas, fungicidas, herbicidas llevan nombres de fantasía que cuesta recordar; se suman a una larga lista de distintas semillas que pareciendo haberse agotado los nombres de lagos, pájaros, montañas y lugares geográficos, los obtentores recurren a poco amigables combinaciones de letras y números, imposibles de recordar. Con esta combinación de letras y números tenemos para denominar, nuevos híbridos, variedades y fitosanitarios por mucho tiempo.
Sin embargo recordar el nombre de tal o cual semilla, tarea para nada fácil, pasará a ser problema del usuario. Por esta razón y para facilitar el “marketing” de semilleros obtentores propongo que todas las nuevas sojas con tecnología Bt para ser usadas bajo contrato entre partes, se denominen con alguna sigla del Criadero, un número correspondiente al grupo de maduración, seguido al final por el guarismo “125”.
Sugiero este número tan fijado en la memoria de los productores y tan fácil de recordar por el revuelo que ocasionó aquella famosa resolución, ya que es muy similar a lo que les va a pasar a aquellos que contrato firmado mediante se larguen a sembrar estas nuevas sojas. Cuanto más produzcan, mayor va a ser el porcentaje de “reconocimiento intelectual” que tendrán que pagar a dueño de la patente.
¿Será que el mismo equipo que trabajó en la Resolución 125 del 2008 colaboró con la empresa biotecnológica en el diseño de este nuevo sistema de cobro?
Digo esto porque son tantas las similitudes que dan que pensar. Cuando en octubre de 2.007 el Presidente Kichner aumentó las retenciones de la soja al 35%, nos cansamos de advertir que eso era sólo el principio, que vendrían por más, y vaya si trataron de hacerlo en marzo de 2.008. Tan grande fue el abuso que levantaron a todo el campo en la mayor protesta de la historia.
Cuando veo hoy los contratos que están firmando productores para tener una “mejor tecnología” con nuevas semillas muchas voces se levantan para advertirlos. No entren en este juego peligroso, los métodos de análisis tienen un nivel tal de precisión que un puñadito de granos que se meta en nuestro campo en una sembradora, cosechadora o camión, bastará para que nos traten como “ladrones” de tecnología y nos apliquen fuertes multas.
Otro problema más grave aún nos acecha, estas super sojas, en pocos años van a contaminar toda la producción del país, entonces es muy probable que algunos compradores nos discriminen y nos paguen menores precios. ¿Qué culpa tengo yo productor que rechazo esta tecnología, cuando inexorablemente toda la soja esté contaminada? ¿Por qué razón cuando se genere resistencia por parte de las orugas a esta proteína, yo voy a tener que matarlas con un palo, ya que se seguramente se transformarán en super isocas resistentes a cualquier método de control? Ya nos pasó con malezas y lepidópteros.
Son muchos los problemas que trae esta semilla que no se comercializa de acuerdo a la ley vigente, y por algo será, que quiero advertir a los usuarios que no se dejen tentar por un plus en la producción. La renta de ese plus ya tiene dueño y ese dueño no es precisamente el agricultor.
Por eso insisto para no crear confusiones, llamemos “125” a estas sojas y con seguridad no vamos a olvidar su nombre ni las consecuencias de su uso.
Por Roberto Campi. Productor agropecuario y ex presidente de la Sociedad Rural de Pergamino