Las elevadas temperaturas y escasas precipitaciones desde octubre hasta febrero pusieron en jaque el normal desarrollo de la campaña 2017/18. En este contexto de variabilidad climática, los especialistas del Instituto de Clima y Agua del INTA analizaron el clima del último cuatrimestre.
De acuerdo con el informe, “las precipitaciones acumuladas entre octubre y febrero rondaron entre los 200 y 360 milímetros para la región Pampeana, que se corresponde a un déficit de entre un 30 y un 60 %”.
“Estas cifras permiten comparar a la actual campaña con el 10 % de los períodos más secos de los que se tiene registro (1961-2010)”, indica el documento.
Los meses de enero y febrero son considerados por los especialistas como lo períodos más críticos para la demanda hídrica por parte de los cultivos. En este sentido, el modo en que se presentan las precipitaciones son definitorias para los rendimientos.
En cuanto al estado de la vegetación, el documento especificó que, a partir de la disminución de lluvias observada desde octubre y en combinación con las temperaturas del verano, la situación de la vegetación fue sufriendo las condiciones de tiempo reinantes, reflejadas en la disminución de los índices que siguen el comportamiento de la vegetación fotosintéticamente activa.
A la vez, para el caso del balance de agua en el suelo, aseguran que “hubo una reducción en el porcentaje de agua total (AT) en gran parte de la región Pampeana, que, hacia febrero, alcanzó valores inferiores al 40 % de la capacidad de campo de los suelos de la región”.
Para el parámetro “agua útil”, se observó un aumento del área con condiciones deficitarias, que representaron contenidos de agua inferiores al 30 % del agua útil máxima disponible en los suelos pampeanos.