Más de 2.800 empresarios y técnicos respondieron a la convocatoria lanzada por Aacrea a fines del año pasado para este XVII Congreso Nacional bajo el lema “Somos parte de una Argentina posible”. Un verdadero aluvión. ¿Cuáles fueron las razones que motivaron a que los socios transformaran a éste en el Congreso de mayor convocatoria en la historia de la entidad? En los pasillos de los tres pisos del Sheraton de Mar del Plata que ocupó el evento que comenzó el martes y termina hoy, las opiniones tenían un hilo común: el haber acertado con la necesidad de compromiso de aquellos a los que les va bien y no se aislan de lo que le sucede al resto de la comunidad.
“Es muy fuerte la sensación que terminó una época de bajo perfil. El compromiso de los empresarios por ser agentes de cambio es muy claro”, señaló Estanislao Sestak, gerente de Producto de Syngenta.
Por su parte, Alberto Ruete Guemes, ex presidente de Aacrea y recientemente designado titular de Fundacrea, le explicó a este cronista el cambio desde el último Congreso, en septiembre del 2001. “En esa oportunidad, la necesidad de participación política no era visualizada como un beneficio. Y mucho menos la partidaria. Ahora está cambiando esa percepción. Uno sabe que puede ser muy eficiente en su empresa pero que una ley inapropiada hecha por tierra todo ese esfuerzo”.
En esa misma sintonía estuvo Víctor Trucco, presidente honorario de Aapresid, que fue invitado a disertar sobre cómo darle valor al conocimiento. “Todo cambia y el campo también. Se han caído varios paradigmas y la verdad es que necesitamos involucrarnos pero asumiendo el rol de políticos profesionales para defender al sector.”
Con ese espíritu, los asistentes recibieron las disertaciones de Antoni Subirá (ex ministro de Industria y Comercio de Cataluña) sobre cómo fue el proceso que concluyó en España con el Pacto de la Moncloa, rompiendo un círculo perverso de decadencia en ese país.
Y también fue seguida con atención la ponencia de José Pablo Arellano, ex ministro de Educación de Chile, narrando la experiencia educativa de su país, clave en el desarrollo que tuvieron los trasandinos en los últimos 15 años.
“La escuela pasó de ser un lugar para poner orden, durante la dictadura militar, a uno destinado para la convivencia, a principios de la democracia, y luego de los ’90 en un lugar para la contención. Hoy los docentes más que dedicarse a enseñar parecen ser trabajadores sociales”, alertó el ministro de Educación, Daniel Filmus.
Por eso, para aprovechar los contenidos, tiene que haber un continente acorde. “Yo siempre pensé que con la educación alcanzaba. Y luego de escucharlo a Abel Albino, de la Fundación Conin, me di cuenta que cuando subalimentamos en los primeros años de vida a nuestros niños después no se recuperan. No sé por qué pero este año fue uno de los temas que más me preocupó”, señaló casi en estado de catarsis, Juan Julio Avellaneda. “Johnny”, como habitualmente se lo conoce en el sector, es uno de los líderes más proactivos, con campos en el sur de Santa Fe, en pleno corazón de la pampa gringa. Una de las zonas más ricas del país. Y también es presidente de Maizar, la cadena agroindustrial del maíz. Y puso también su cabeza en la problemática social.
“Según el tipo de empresas que tengamos, así será el perfil de sociedad que construimos”, había señalado en la apertura, Oscar Alvarado, presidente del Congreso.
Y por lo visto en estos días, la responsabilidad social empresaria ya dejó de ser un concepto abstracto. Los empresarios agroalimentarios saben que les está llegando la hora. La hora de pasar a la acción.
Daniel Diaz
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