Virginia Aramburu tiene un campo destinado a ganadería, en el paraje El Guanaco, cerca de la laguna Mar Chiquita, en el norte cordobés. Está a favor de que se reforme la ley de bosques actual y asegura que sus animales “pasan hambre” porque no puede intervenir el monte dentro de su propiedad para sembrar pasturas.
“No se puede producir carne con el renoval, el arbustal, porque te quita posibilidades de sembrar pasturas para que el animal coma. Se mueren dentro del monte y hasta se lastiman. Para mí, es ilógico el pedido de no tocar absolutamente nada, como me parece ilógico pasar por topadora todo. Tenemos que ser criteriosos para intervenir el monte y conservar lo que debe ser conservado, sin degradar la tierra”, apuntó, en el marco de una asamblea en la Sociedad Rural en Jesús María.
Aramburu comenzó su proyecto con su marido, hasta que enviudó hace seis años. Tiene tres hijos y se declara ganadera “al cien por ciento”. En su campo, cría ganado bovino, ovino y caprino. Tiene unos 200 animales en 1.800 hectáreas. De esa superficie –acotó– 536 hectáreas fueron declaradas zona roja y no las puede tocar. Un plan de desmonte que presentó en su momento no le fue autorizado.
Virginia apunta a esas superficies en donde crecen arbustales muy espinosos, con muchos ejemplares de tuscas y garabatos “que asfixian todo lo que intenta crecer”. Sostiene que sin árboles eso no es bosque, y que ahí se le debería dejar intervenir. “Es malo tanto para la producción ganadera como para la fauna autóctona. Tengo en mi campo pumas, corzuelas, pecaríes y he visto ejemplares lastimadas por ese arbustal. Me pasa lo mismo con las cabras y ovejas. Tenés que estar peleando contra algo que no sirve para producir y que nunca será bosque”, planteó Aramburu.
Respecto de si la pretensión final es avanzar con soja o maíz, la mujer replicó: “Yo no soy agricultora, no me gusta. Mi vecino tiene la misma superficie que yo, pero al 100 por ciento con chacra. No quiero eso para mí. Creo que el norte es un lugar para hacer ganadería intensificada, con criterio selectivo. No con un monte cerrado que me permite tener una vaca cada 20 hectáreas para que coma: esa ecuación no me sirve”.
Aramburu cuestionó el papel de la Policía Ambiental de la Provincia: “El Estado debe garantizar personas capacitadas para controlar, que es lo que no ha sucedido. Van al campo a multarte, incluso cuando tenés todo en regla”.
“Tenemos que sentarnos a pensar una solución viable para todos, no solamente para la persona que está en la ciudad y cree que hay que mantener todo tal como está. A mi campo creo que debo conservarlo, pero produciendo, si no ya no puedo seguir. Si no llegamos a un entendimiento, sacando del medio todas las cosas que son medias verdades, no vamos a llegar a ningún lado”, concluyó.