Durante la jornada que Infocampo compartió junto a Leonardo Ponzio en Tucumán, a propósito del lanzamiento del laboratorio científico de Puna Bio, la empresa que lo eligió como embajador de marca, el ídolo de River no paró de recibir pedidos de fotos y mensajes filmados con dedicatorias especiales.
Desde la mañana hasta el atardecer, el pedido constante de los hinchas -de River y cualquier club- fue recibido con una sonrisa y un “sí claro, no hay problema”.
Incluso cuando un policía tucumano, escopeta al cuerpo, frenó la camioneta en la que viajaba y “organizó” la ronda de fotos de un grupo de 10 fans que lo esperaban para quedarse con el souvenir del jugador que con 17 vueltas olímpicas es el más ganador en la historia de un club ya de por sí plagado de títulos.
“River te da eso, el amor constante de la gente”, comentaba al volver a subir al vehículo.
LEO PRODUCTOR
Hoy Leo Ponzio está volcado de lleno a la pasión que tiene desde chico: el campo de su familia en Las Rosas, en el sur de Santa Fe. Incluso el año pasado recibió a este medio allí. Ahora, después de un largo período como ganadero y productor mixto se metió de lleno a la producción agrícola.
“El campo estuvo presente todos los días de mi vida. Primero con mi abuelo, que vivía en el campo y toda la vida fue lo que le dio de comer. Después con mi papá Daniel, que después de ser bancario y de que mi abuelo tuviera una enfermedad, tuvo que volcarse al campo desde joven”, recordó.
Mientras esperaba su vuelo de regreso hacia Buenos Aires, habló de sus recuerdos en la infancia rural.
“Mis vacaciones eran sentarse en la mesa y hablar de campo, y de animales. Provengo de una crianza muy pura en la que vi trabajar a mi viejo, a mi abuelo en el campo. Eso era nuestro día a día”, graficó.
-¿Tiene alguna similitud el desafío de ser un productor agropecuario y el que tiene un deportista de elite?
-Mirá, yo siempre me arriesgué más en el mundo del campo que en lo futbolístico. Porque el fútbol se me fue dando por gusto, fue algo que me gustaba y que con los años me dio un trabajo. Pero el campo siempre fue para mí una suerte de locura, de pensar en qué invertir, dónde, y que siempre sería un lugar en el que en el día de mañana iba a poder vivir ahí.
–¿Qué objetivos tenés como productor?
–Siempre me gustó crecer mediante el campo y con la innovación y la reinversión, y en ese punto por ahí era más cauteloso en el mundo del fútbol. Aunque gracias a Dios pude hacer un deporte y vivir de eso, que es algo que se les da a pocos. Y a la vez hoy en día, después de haberme retirado, el poder disfrutar del campo que tengo, que es lo que quise siempre y soñé. Cumplí varios sueños haciendo la profesión de jugar al fútbol pero también cumplí el sueño de poder tener mi campo y desarrollarlo.
-¿Tu campo de Las Rosas será tu lugar si algún día no querés seguir ligado al fútbol?
–El campo para mí es la prioridad, es lo que realmente planeé, donde invierto y en lo que quiero seguir creciendo. En el fútbol hoy mi rol es nuevo, que no es el de jugar, sino el de estar desde el lado de la gestión y eso me ayuda también en lo que hago en el campo.
-¿Cómo se da esa situación?
-Es que para tener la mirada necesaria para salir a buscar jugadores y de gestionar grupos, hay que entender cómo piensa el otro. Y el mundo del campo te da eso de tener que estar pensando en acontecimientos que por ahí no tienen otros países. Y eso también suele pasar en el fútbol. Así que ahí hay una similitud.
-¿Y qué observás hoy al ver a chicos que tienen el sueño de ser futbolistas?
-Me fui dando cuenta que en el Interior, cuando se juega en el potrero, en la cancha o en la calle, hay muchos chicos que desde la inocencia o la inconsciencia llevan eso de que después “van a ser un jugadores de fútbol”. Sin embargo hoy en día se relaciona con que los padres ponen en juego la crianza de sus hijos para que sean jugadores de futbol e invierten en eso. Te dicen “estoy invirtiendo en mi hijo para que el día de mañana pueda jugar al fútbol”, pero yo en eso nunca tuve esa presión.
-¿Cómo fue en tu caso?
-Mi viejo me dejó hacer lo que yo quise y por supuesto con educación, porque había que ir al colegio. Pero en ese punto diría que lamentablemente estamos un poco flojos. Y trabajando en River hoy toca que nosotros, que ya hicimos esta profesión, bajemos un poco la intensidad de ‘querer todo ya’, de querer nuevos contratos y ser vendidos a Europa. Y cada vez que me encuentro en esas situaciones me pasa de hablar por experiencias propias, y no por “lo que se debe hacer”.
-¿A diferencia de cuando te formaste, qué exige actualmente el mundo del fútbol?
-Hoy también se da que el jugador tiene que ser un tipo más inteligente en su nivel cultural. Porque la realidad es que hay que ser profesional, cuidarte y ser disciplinado, y saber convivir en un grupo. Y si no tenés esa cuestión que muchas veces es parte de la educación en tu casa, la verdad es que tenés que ser crack para sostenerte en el mundo del fútbol, hay miles que han debutado y a los dos años estaban jugando de nuevo en el pueblo. Hay que prestarle atención a la educación y a la alimentación.
-¿Y se ve un cambio en ese sentido?
-Hay más herramientas que antes porque se fueron generando y porque estamos en otro siglo. Hoy la información que uno capta es mayor y la exigencia también, así que tenés todas las herramientas para poder entender por dónde va la cosa.
¿CÓMO OBSERVA EL MUNDO AL PRODUCTOR ARGENTINO?
Cuando corría atrás de la pelota en Las Rosas soñaba con ser un Diego Simeone, un Matías Almeyda. Le tocó ser Leo Ponzio, nada menos, y ser ahora el transmisor de lo aprendido no solo en la cancha, sino en el campo trabajando con hacienda o recogiendo las cosechas.
-Has jugado en el exterior, en el Zaragoza español, pero siempre te mantuviste ligado al campo. ¿Qué dicen afuera del productor agropecuario argentino?
-Con respecto a ese punto me parece que nosotros tenemos que entender que para Europa, siguiendo con lo que comentaba sobre ser futbolista, el jugador argentino es valorado, pero en ciertas cosas. Porque vos vas allá y tenés que hacerte valer buscando la mejor versión tuya para que después vean cuál es el producto que compraron. Y a nivel país pienso que pasa lo mismo.
Colgó los botines y ahora “maneja la pelota” en el campo: la historia productiva de Leo Ponzio
-¿Cómo sería eso?
-Pienso que tenemos que salir más hacia afuera y darnos a entender, porque no somos Brasil, que por ahí nosotros creemos que estamos a la altura del primer mundo, pero ellos nos duplican o triplican en cantidad de habitantes.
-¿Cuál es la virtud del productor argentino?
–El productor argentino va contra la pared y logra derrumbarla, porque es cabeza dura, pero también hay que entender que después de eso hay otros pasos para seguir. En los últimos años de mi carrera traté de que hubieran muchos proyectos, porque cuando hay proyectos de por medio, es todo más estable. Y cuando no hay proyecto es todo mucho más incierto porque hoy estás pero mañana no sabés dónde terminarás, y entonces no te da seguridad nada. Creo que tenemos que bajarnos de esa mirada de creer que somos los mejores. Porque eso hay que demostrarlo, con el conocimiento, y ratificarlo año a año.