e cara a la próxima campaña agrícola, la atención debe ponerse tanto en los costos como en su financiación, léase manejo de los inventarios de granos en stock.
En lo relativo a costos, el incremento en los precios de fertilizantes, particularmente de los nitrogenados, y del gasoil, tiene relación directa con el alza del valor del petróleo.
En cuanto al caso de los fertilizantes nitrogenados, que se producen localmente, los incrementos no están totalmente justificados puesto que los mismos responden más al costo de oportunidad, es decir el precio de exportación, que a variaciones sustanciales en la estructura de costos. Cierto es que el costo de la energía se ha encarecido, pero otros rubros prácticamente no han tenido variaciones.
Los incrementos en los combustibles, particularmente del gasoil, tienen por ahora poco traslado al precio de laboreos y a los fletes camioneros. Debe tenerse en cuenta que la incidencia del gasoil en la estructuras de costos respectivas está por debajo del 10 por ciento. No obstante, si a los incrementos en el gasoil se le suman los probables reajustes en los sueldos, con presiones manifiestas desde el acercamiento del Gobierno al ala sindical del partido, es previsible que tanto los laboreos como los fletes, y más adelante la trilla, sufran aumentos.
Si no han aumentado ahora es simplemente porque el “efecto soja”, u$s70 por debajo de lo que cotizaba en abril, es demasiado dramático.
Arrendamientos
Teniendo en cuenta que una buena parte de la actividad agrícola se realiza en campos arrendados, el costo de arrendamiento merece un comentario aparte.
Según indica el informe de Agropuerto S.A., aquellos arriendos que han sido cerrados entre el período que va de marzo a mayo, con pago adelantado y cifras altas en quintales por héctarea comprometen seriamente los resultados de los arrendatarios, que estarán obligados a lograr altos rindes para esquivar las pérdidas y “salir hechos”.
En tanto, los arrendamientos pactados con pagos escalonados acompañan la baja que ha registrado la soja, pero en muchos de los casos estos contratos están referidos también a una cifra alta en quintales, tal como las que estaban vigentes cuando el precio de la oleaginosa orillaba los u$s240 por tonelada.
Muchos de los arrendatarios pagan el arriendo futuro con la cosecha pasada, en lugar de relacionar el costo de arriendo con la cosecha futura. De esta manera ni siquiera se dan cuenta de que la siembra arrojará quebrantos.
No obstante, el análisis de la cosultora Agropuerto S.A. indica que para aquellos que todavía no arrendaron, la baja de precios en el disponible y en el término les pega de lleno, de modo que ya se están verificando ajustes, de manera significativa, en el mercado de arrendamientos. No sólo se habla de menor cantidad de quintales por hectárea sino que también se acepta, sin demasiados reparos, que se tome el precio futuro en lugar del disponible.
Finalmente se indica que los contratos establecidos a porcentaje vuelven a cobrar vigencia, ante el recorte en los recursos disponibles derivado del menor precio de los granos. l