Históricamente nuestro país es uno de los principales consumidores de carne vacuna del mundo, pero en estos últimos meses, las estadísticas locales evidencian una caída importante.
En lo que va del año, el consumo de carne bovina cayó 11%, ubicándose en torno a los 50 kilos per capita por año. ¿Por qué se da este fenómeno? ¿El problema es sólo económico?
Para responder a ello, Infocampo viajó a Coronel Pringles a la Jornada a Campo que organizó el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina y conversó con la licenciada Eugenia Brusca, integrante del Departamento de Promoción Interna del IPCVA.
“Es verdad que el consumo está cayendo y ya se registra un 11% en lo que va del año, pero hay que tener en cuenta que el poder adquisitivo del trabajador argentino cayó un 20% promedio. Por mirar el vaso medio lleno, se puede decir que la caída no es tan grave”, comentó la especialista.
Y continúo: “Pero la baja en el consumo no se debe únicamente a los problemas económicos actuales del país, sino que hay otros factores que influyen, como los cambios de hábitos que se vienen dando desde hace 20 años o más. Por ejemplo en el año 2000/2001 y también por temas económicos, nuestros padres comenzaron a comprar pollo o cerdo como una forma de sustituto de la carne vacuna. ¿Qué pasó? Hubo una generación que se crío comiendo carne aviar o porcina y desarrolló ese hábito. Hoy, no lo toman como una alternativa, sino que lo tienen incorporado al consumo habitual“.
El otro factor que explica la baja en el consumo, es la punta cualitativa que impacta de forma cuantitativa. ¿Cómo? Veamos.
Según Brusca “cuando uno analiza los datos, se puede observar que la caída se expresa en cantidades, pero no en calidades. ¿Qué quiere decir ésto? Que ante una caída del poder adquisitivo, los consumidores no buscan cortes alternativos de calidad y de menor precio“.
Imaginemos una familia que suele comer milanesas de peceto una vez por semana, pero uno de los padres se queda sin trabajo, y deciden comer milanesas cada 15 días. En números, la estadística indicará que cayó el consumo de esa familia un 50% y en igual medida la demanda del peceto.
Teniendo en cuenta lo que plantea la licenciada del IPCVA, y siguiendo el ejemplo, esa familia podría complementar el peceto por cuadrada y mantener su dieta. Consumirían cada 15 días peceto, y cuadrada en el mismo lapso de tiempo. La estadística acá también marcaría una caída en la demanda del peceto, pero se vería compensada por el aumento de la cuadrada.
“Hay un desconocimiento importante sobre los tipos de cortes y no se buscan suplantar unos con otros. Ahí tenemos que promocionar y educar a los consumidores, para que sepan qué alternativas tienen a la hora de elegir cortes vacunos“, detalló.
El cuarto factor de incidencia en el consumo de carne vacuna, ya no sólo en el orden local sino también en el mundo, es el veganismo y vegetarianismo. Pero al no contar con mediciones respecto a su impacto en el demanda de carne, evitamos ampliar el tema.
De todas formas, la licenciada finalizó su explicación argumentando que el consumo proteico de carne de la Argentina está firme, y que de llegar a mejorar el poder adquisitivo de los argentinos, estiman que podría aumentar la demanda hasta un 20%.