Investigadores argentinos demostraron que tres tipos de levaduras de la Antártida, el continente con las temperaturas más bajas del planeta, podrían ser empleados para producir biodiesel de una manera más económica, según informó la Agencia CyTA del Instituto Leloir.
“Son excelentes candidatas como productoras de una materia prima alternativa a los aceites vegetales en la producción de biodiesel, y otras aplicaciones biotecnológicas”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la directora del proyecto, la doctora Silvana Viñarta, investigadora de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) dependiente del CONICET, en Tucumán.
Viñarta y colegas de PROIMI y del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (INSIBIO), también de Tucumán, analizaron siete especies de levaduras del género Rhodotorula aisladas del suelo de la Antártida cerca de Carlini (ex-Jubany), una de las 13 bases científicas en el continente blanco, en la Isla del 25 de Mayo. Y observaron que bajo determinadas condiciones de cultivo (con altos niveles de carbono y bajas concentraciones de nitrógeno), dos cepas de Rhodotorula glutinis y una de Rhodotorula glacialis tenían alta capacidad para acumular lípidos neutros (aceites), una materia prima que puede convertirse en biodiesel.
“Los valores de acumulación de lípidos obtenidos en este trabajo por estas levaduras, que representaron más del 70% de su peso celular, se encuentran entre los más altos reportados en la bibliografía para levaduras oleaginosas. Y el perfil de ácidos grasos es similar al que tienen los aceites vegetales”, indicó Viñarta quien también es profesora adjunta de Microbiología y de Química Bioinorgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA).
El estudio, publicado en la revista “Journal of Basic Microbiology”, también mostró que los aceites acumulados por esas levaduras son ricos en ácidos grasos omega 3 y 6, insumos de mucho interés para la industria farmacéutica y alimentaria.
Los aceites microbianos presentan muchas ventajas que prometen superar las limitaciones de los aceites vegetales, afirma la científica de PROIMI. “Por ejemplo, son capaces de acumular lípidos en poco tiempo (3-10 días), crecer en diferentes sustratos de bajo costo como residuos o subproductos agroindustriales, requieren menor número de operaciones y son fáciles de escalar”, afirmó. Y agregó: “Además, como se pueden multiplicar en biorreactores convencionales, no requieren tierras fértiles para su cultivo y no compiten con los alimentos.”
La investigación ahora está enfocada a optimizar y escalar la producción de los aceites, así como a la realización de estudios bioquímicos y moleculares para el mejoramiento genético de las cepas y otras líneas de acción, indicó Viñarta.
El avance se realizó en el marco de un acuerdo con el doctor Walter Mac Cormack, del Instituto Antártico Argentino (IAA) y la Dirección Nacional del Antártico (DNA), quienes facilitaron la expedición para la toma de las muestras de levaduras en el continente blanco. Asimismo, participaron del avance la licenciada María Virginia Angelicola y los doctores Pablo Fernández y Lucía Inés Castellanos de Figueroa, de PROIMI, y el doctor Manuel Aybar, del INSIBIO, que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). También fue parte del equipo Maximiliano Barros, estudiante de la UNT.