A pesar del mal tiempo de 2018, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que el avance nacional cubrió el 89% de la superficie proyectada en 1,7 millones de hectáreas. En tanto, en lo que va de 2019 se registraron abundantes lluvias y mejoraron las condiciones de humedad en los lotes sembrados con soja en diferentes zonas del NEA y NOA.
Desde otra perspectiva, debido a estas condiciones climáticas, la soja se aproxima a sus estadios fenológicos de mayor susceptibilidad a diferentes patógenos. Si bien estas enfermedades afectan todas las zonas sojeras, la prevalencia de una u otra depende de las condiciones de manejo del cultivo y las características de la zona. Tienen mayor presencia en la zona núcleo, la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe, sur de Córdoba y, por último, las regiones del NOA y NEA.
Enfermedades de fin de ciclo
Entre las limitantes que presenta el cultivo de soja, se encuentran las llamadas Enfermedades de Fin de Ciclo (EFC), que se denominan así porque los síntomas y signos se hacen visibles cuando el cultivo entra en su etapa final.
La Mancha marrón, Tizón de la hoja y Mancha ojo de rana, entre otras, son enfermedades con períodos de latencias largo: la colonización de la planta por el patógeno se da en estadios tempranos del cultivo, pero la sintomatología que indica su presencia se manifiesta mucho después.
Las EFC se inician en el último período del cultivo, a partir de tres factores: el cultivo de soja, los patógenos presentes en el cultivo tanto como latentes en el rastrojo, y las condiciones ambientales como lluvias frecuentes, horas de mojado foliar y temperaturas medias.
“Las Enfermedades de Fin de Ciclo se expresan con mayor intensidad hacia la madurez del cultivo. Es importante monitorear a la soja de primera fecha de siembra y no olvidar que la soja de segunda también debe ser protegida”, aseguró Lucrecia Couretot, fitopatóloga del INTA Pergamino.
Según la experta, “en enfermedades como la Mancha Marrón y Tizón Foliar por cercospora que tienen una fase asintomática, es primordial controlar temprano porque generalmente, cuando encontramos los primeros síntomas ya es tarde.”
Para la prevención y control de las enfermedades de fin de ciclo, BASF cuenta con Opera®, un fungicida que ha demostrado a lo largo de las campañas un consistente control eficaz de enfermedades con una mayor persistencia de acción, mayor respuesta en el rendimiento (más de 350 kg/ha en 8 campañas) y calidad de semilla.
En zonas de estrés hídrico como en el norte y centro de la provincia de Buenos Aires, es primordial protegerse ante las adversidades climáticas con fungicidas, ya que las enfermedades están latentes.
“Con la aparición de estas enfermedades, es importante la aplicación del fungicida. Principalmente es importante medir la cantidad de lluvias desde R3 en adelante y cuando las lluvias acumuladas alcancen los 50 a 60 mm, se recomienda proceder con la aplicación”, resaltó Juan Pablo Migasso, gerente del Cultivo de Soja en BASF.
Migasso aconsejó además “utilizar mezclas, principios activos con diferentes mecanismos de acción y respetar las dosis del marbete”.
Cabe destacar que es fundamental realizar evaluaciones frecuentes de monitoreo en el período vegetativo para detectar la aparición de enfermedades de fin de ciclo. En el caso de que no se detecten hasta R3, se debe realizar la aplicación preventiva de Opera® en este estadío.