A pocos días de iniciarse la primavera, el clima ya empieza a mostrar cambios: las temperaturas aumentan y los días se alargan.
En la región de Cuyo, además, es un período clave para los cultivos de vid y de frutos de pepitas, que están comenzando a brotar; a la vez que se inicia la floración de los frutales de carozo y secos; y arranca la plantación de hortalizas, como el tomate.
Como todo ser vivo, estas plantas necesitan los mejores alimentos para desarrollarse de manera correcta. En este marco, la firma Fertiglobal ofrece una amplia paleta con las mejores soluciones nutricionales.
BIOACTIVACIÓN
Según Josefina Mackern, Technical Development Manager para Latinoamérica en FertiGlobal, la primera propuesta para los cultivos cuyanos es Lasa, un producto elaborado con tecnología ENNUVI, que otorga efecto bioactivador de defensas, bioestimulante y de nutrición, todo en uno.
“Lasa contiene un compuesto Polifenol-Zinc, que al bioactivar la defensa de la planta actúa de manera preventiva frente al momento estresante que puede generar la presencia de un hongo, bacteria, temperaturas bajas o deficiencia de agua de riego”, explica Mackern.
Y agrega: “Con esa bioactivación, las plantas fortalecen sus sistemas de defensa, mientras que sus metabolismos de producción no decaen, lo que genera como consecuencia cultivos más fortalecidos y sanos”.
La recomendación es aplicar de forma preventiva, de manera foliar, para controlar la infección sobre todo de enfermedades fúngicas. En el caso del tomate, se puede utilizar desde 20 días después del trasplante.
“Lo que logramos es disminuir la presión de enfermedades, porque los cultivos se encuentran con un sistema de defensa activo, al aumentar la producción de proteínas y metabolitos secundarios que evitan la infección de los patógenos. A su vez, el efecto bioestimulante y de nutrición permite que la planta mantenga su metabolismo primario activo, se potencia la producción de polisacáridos y otras proteínas, lo que ayuda a la producción y a la calidad”, completa Mackern.
La segunda propuesta es Galle, un fertilizante a base de nitrógeno, zinc, manganeso y azufre, y que posee la tecnología “Eco-shield”, un escudo protector para patógenos del suelo.
En este caso, es un producto líquido para utilizar en fertirriego y que, gracias a su tecnología, le confiere a la planta una nutrición mejorada por mayor disponibilidad de nutrientes, estímulo a la generación de raíces, síntesis de sustancias promotoras y protectoras en la rizosfera y solubilización de nutrientes en el suelo.
EN LA PATAGONIA
En lo que respecta a los cultivos del Valle de Río Negro, Mackern menciona también dos productos con mucho potencial.
El primero es Rumis, formulado en base a la tecnología Foliflo de suspensiones concentradas, incluyendo borato de zinc y el alga bioestimulante Ecklonia Máxima.
“Los frutales tienen alto requerimiento de boro y zinc tanto en la brotación como en la floración: la ventaja de Rumis es que encontramos los dos nutrientes en una sola molécula. Es beneficioso porque tiene un efecto sinérgico: la planta metaboliza más eficientemente los dos nutrientes, los moviliza y absorbe más rápido”, describe Mackern.
El aporte de Ecklonia Máxima, en tanto, es que es un alga promotora de la síntesis de fitohormonas, como auxinas, citoquininas y giberelinas, que le da a la planta una señal para aumentar su metamobilismo de carbohidratos, y así lograr brotes más uniformes y con mayor vigor.
Es ideal, según Mackern, sobre todo para frutales de pepitas, como manzana, y para frutos secos como nogal, avellana o almendra.
La otra propuesta, en lo que respecta a frutales de carozo, es Luper, que también posee la tecnología Foliflo, en este caso es una suspensión concentrada de zinc y manganeso, que son esenciales para el crecimiento vegetativo, buen funcionamiento de la fotosíntesis, y también para un correcto desarrollo del fruto.
“Los frutales de carozo primero florecen y luego se produce la brotación y el cuajado de los frutos al mismo tiempo. Por eso, aplicando el producto durante la brotación, se logra que esta sea uniforme y a su vez un mayor desarrollo inicial del fruto, además de menos caídas de los mismos, con calibres no tan variados, lo que redunda en una producción mayor”, repasa Mackern.