En la apertura de las sesiones del Congreso, la Presidenta nos sorprendió a muchos hablándonos de la maravilla del boom del sector lechero. Digo que sorprendió porque estando en estrecho contacto con el sector, y siendo productor, me enteré por ella de la bonanza que supuestamente estamos viviendo en la lechería.
Supuestamente, porque pese al tan celebrado récord de producción de 11.600 millones de litros de 2011, los tamberos tenemos el precio de la materia prima congelado hace un año, más barato en dólares respecto al mismo mes de 2011 y todo eso convenientemente condimentado con un aumento de costos que CREA calcula no menor al 40%. Un mix capaz de agriarle el negocio a más de un productor.
Pero la idea de esta columna no es llorar sobre la leche, y la plata, derramadas, sino poner el acento en la particular interpretación de los números que hacen la señora Presidenta y sus asesores. Sí, 11.600 millones de litros de producción es muchísima leche, pero ¿comparado a qué?.¿A los 10.000 millones en los que estamos más o menos estancados desde hace seis años? ¿A los 10.000 millones de litros que ya tuvimos en 1999? Pasó más de una década y no crecimos tanto. Aunque Cristina afirme que crecimos un 45% respecto de 2003, omitió el simpático detalle que 2003 fue un año abominable para el sector en materia de producción, por la sequía y por la coyuntura económica.
Claro, comparado con un pésimo año para la industria, el 2011 ameritaría una gran celebración, pero los que conocen el sector saben que crecer 45% comparado a 2003 no significa lo que la Presidenta pretende hacernos creer.
Para ver lo engañoso de los números presidenciales aún más claramente, basta comparar nuestro crecimiento con el de Brasil, y extender el período de comparación de 1970 a 2010. Los dos países parten desde volúmenes similares en los 70, pero para este año Brasil habrá prácticamente multiplicado por cinco la producción de 1970, pasando de 7 mil millones de litros a 33 mil millones de litros.
En ese mismo lapso, la Argentina apenas duplicó su producción, complicada eternamente por la coyuntura política y económica. Por supuesto que la Presidenta estos datos no los dio, porque nadie quiere admitir en este Gobierno que, al menos desde 2003 a la fecha (no podemos echarle la culpa por lo anterior) la lechería podría haber crecido mucho más de no ser por la puntillosa y destructiva intervención del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que por suerte ahora está temporariamente empeñado en ser canciller en lejanos países africanos en vez de torturar a los empresarios del sector agropecuario.
Con este panorama ante nuestros ojos, es más fácil entender que los tamberos estén pensando en protestar por centésima vez en los ocho años de gobierno kirchnerista.
No hay boom, ni dólar congelado, ni soja rentable que alcance a compensar a un sector con costos que crecen a velocidad supersónica y precios al productor que corren a la velocidad de una tortuga. Y aunque la industria recibió recientemente autorización para un aumento anual de hasta el 18% en los lácteos a salida de fábrica de nuestro embajador honorario en Angola, Guillermo Moreno, las grandes usinas ya avisaron a los productores que no saben si podrán trasladar ese aumento.
La leche subirá a salida de fábrica un 18% y quién sabe cuánto más en la góndola, pero los productores nos quedaremos, una vez más, mirando sentados la fiesta de otros, de la que nunca podemos participar.
*tambero y diputado nacional por Entre Ríos-UCR