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La tormenta perfecta

No es el granizo ni las heladas. Se trata de una compleja combinación de factores externos negativos y políticas económicas internas inconexas, que complican el desenvolvimiento de los sectores agrícolas y agroindustriales de la Provincia.

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No es el granizo ni las heladas. Se trata de una compleja combinación de factores externos negativos y políticas económicas internas inconexas, que complican el desenvolvimiento de los sectores agrícolas y agroindustriales de la Provincia.

Los memoriosos recordarán una película de hace varios años en la cual George Clooney, personificando a un capitán de un barco pesquero, se internaba con su tripulación en el mar en busca de peces para ganarse el sustento diario. El barco, una nave pequeña y debilitada por muchos años de esforzado trajín, era atrapado en la confluencia de tres tormentas simultáneas, a lo cual los meteorólogos del film denominaban “la tormenta perfecta”.

Hoy en Mendoza no son los fenómenos meteorológicos los que acosan al sector productivo agrícola y agropecuario (aunque siempre están presentes y dan sorpresas) sino una “tormenta perfecta” económica, producto de la convergencia de una serie de factores adversos que azotan sus embarcaciones que, hay que reconocer, vienen maltratadas por estos y otros factores desde hace años. No es el granizo. Son las fuerzas de los mercados externos, el comportamiento de la moneda local y las extranjeras y la falta de respuesta de las políticas internas, las que están acosando a las empresas de todos los tamaños que componen estos sectores, base productiva de muchas economías regionales de nuestro país.

Repasemos brevemente estos factores.

Desde el exterior el año 2014 termina con noticias que no son buenas y que se proyectan de la misma manera sobre 2015. Se combinan cinco elementos externos que generan incertidumbre:

·         El anuncio, ya desde hace unos meses, por parte de la Reserva federal de EEUU acerca del final de sus políticas expansivas y la consecuente posibilidad de que suban las tasas de interés de ese país (referencia obligada para el resto del mundo), generando así una reversión del flujo de capitales hacia economía emergentes que se había observado después de la crisis 2008/2009. Si bien las tasa de referencia aún no han subido, las expansiones monetarias han terminado y la reversión de los flujos ya comienza a observarse desde los países latinoamericanos hacia EEUU.

·         Consecuencia de lo anterior, el fortalecimiento del dólar en el mundo, en particular contra las monedas latinoamericanas, que ya han comenzado a devaluarse. Esta situación preocupa a los argentinos (cuyo gobierno se resiste a  devaluar la propia por temor al efecto que esto causaría sobre los precios internos, lo cual es cierto) que ven devaluarse la moneda de su principal socio comprador en la Región (Brasil) y de su principal competidor regional en los mercados de destino (Chile). La devaluación del real implica menor poder de compra de los brasileños en el mundo, la del peso chileno implica mayor competitvidad de los productos chilenos en el mundo, ambos elementos “achican” el mercado externo de las empresas argentinas.

·Asociado a los dos factores mencionados, la baja de los precios de los commodities. Luego del “boom” observado entre 2003 y 2012 (en especial entre 2003 y 2007) la gran mayoría ha revertido al tendencia alcista y muchos de ellos han descontado hasta la mitad de aquella ganancia.

·La disminución en el crecimiento de Brasil, socio comercial más importante de Argentina, que implica también menor capacidad de compra de los brasileños hacia el resto del mundo; nuestro vecino latinoamericano será la tercer economía que menos crecerá en 2015 de acuerdo a la mayoría de los pronósticos.

·La crisis de Rusia y la devaluación del rublo, que implica, nuevamente, reducción en el poder de compra de los rusos, otro socio comercial importante para nuestro país y nuestra Provincia en particular.

Todos estos efectos externos han comenzado a verse, en distinto grado e intensidad en el segundo semestre de 2014 y se espera que continúen (y algunos de ellos se afirmen) en 2015, lo cual augura problemas para el potencial exportador de nuestro sector agrícola y agroindustrial, toda vez que sus compradores externos se debilitan y sus competidores se fortalecen.

A esto debe sumarse lo errático de las políticas económicas internas, la mayoría de ellas con un claro sesgo antiexportador (dólar oficial atrasado, inflación superior a la del resto del mundo, carga impositiva superior a otros países, retenciones…) y con impactos negativos en la rentabilidad de las economías regionales, en particular las que vínculos con el exterior a través de sus sectores exportadores.

En medio de este enrarecido clima navegan las empresas agrícolas y agropecuarias mendocinas, muchas de ellas con sus barcos algo maltrechos tras años de complicaciones, competitividad en descenso, presión fiscal en aumento y un espacio que se achica en los mercados mundiales. Entre 2003 y 2012, cuando desde afuera llegaba el “viento de cola” (tasas bajas, precios altos, entrada de capitales a la región), las desprolijidades internas podían quedar en un segundo plano para el observador superficial que escuchase los reclamos de los sectores más afectados.

Hoy, en medio de la tormenta, los problemas externos e internos se potencian y salen a la luz con mayor facilidad, sin que los funcionarios nacionales y provinciales (más ocupados en organizar lealtades y definir candidaturas, desdoblar o unificar elecciones y fustigarse ante las cámaras por lo que se hizo y lo que no se hizo), puedan minimizarlos en el discurso ni esconderlos bajo la alfombra.

Por Alejandro Trapé para la Bols de Comercio de Mendoza

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