El valor adicional que tendrá la próxima cosecha agrícola respecto del año pasado agregará, en principio, un 0,4% al PBI en 2017, pero por un mayor dinamismo en la economía también podría empujar entre 0,6 y 0,8% ese indicador. Así se desprende de un informe de Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, de la Fundación Mediterránea, publicado en La Nación.
La cosecha total de granos puede esperarse en 121 millones de toneladas, por encima de los 115 millones del ciclo previo, estimó el trabajo. Y su valor sería de US$ 34.600 millones, US$ 2000 millones más que la campaña pasada. “Un aumento del valor agrícola del orden de los US$ 2000 millones, de confirmarse, equivale a 0,4% del PBI de 2016, estimado en US$ 540.000 millones. Estos fondos adicionales, de volcarse completamente a la economía vía decisiones de inversión y consumo, generarían, además, un efecto multiplicador sobre otros sectores de la economía”, indicó el especialista.
En esta línea, sostuvo, la campaña agrícola puede generar un flujo de ingresos “que empuje el nivel de actividad económica en un orden de magnitud de entre 0,6 y 0,8 puntos porcentuales del PBI”. Según el experto, con “efectos multiplicadores” el impacto del agro sobre el PBI puede ser mayor. Es que, según dijo, “el ingreso adicional que genera la cosecha se consume e invierte, y esas decisiones generan luego más consumo e inversión en otros sectores” de la economía. “Es un círculo virtuoso”, remarcó a LA NACION.
Garzón también analizó los precios de exportación de la Argentina. “Afortunadamente, los precios están hoy ligeramente por encima del año pasado en los productos locales probablemente más relevantes, caso de la soja y sus derivados industriales (+5%/8% aproximadamente)”, dijo. “Los cereales se muestran con matices, con el trigo bastante estabilizado y el maíz con un leve ajuste (2/3%)”, opinó.
En este contexto, entre los economistas vinculados con el agro algunos ya están proyectando que por el atraso cambiario los productores podrían retener su próxima cosecha de soja, lo que demoraría sus ventas y el consiguiente ingreso de divisas para el país.
En esta línea, el economista Jorge Ingaramo advirtió: “Si el productor juzga que su tipo de cambio está atrasado y no hay medidas que defiendan su competitividad, puede haber mucha gente que guarde su cosecha. Una cosecha guardada es una reactivación pospuesta”.
Ingaramo, ex secretario de Economía Agraria, sostiene que el agro está perdiendo competitividad. “El problema es el atraso cambiario y la pérdida de competitividad, que no se resuelve con una devaluación”, dijo, y agregó que el campo “va a afrontar la campaña con un tipo de cambio atrasado”. En su visión, un dólar a $ 18 es un valor “razonable”.
Para Ingaramo, si no hay una corrección en el tipo de cambio debe avanzarse en políticas que mejoren la competitividad, ya sean impositivas, logísticas o crediticias. “Como no se puede corregir el tipo de cambio [por el año electoral] y hay una tasa alta, el Gobierno tiene que hacer políticas concretas para mejorar la competitividad”, afirmó. En esta línea, consideró positivo el reintegro del 5% de las retenciones a la soja para productores del Norte y la puesta en marcha de un fondo por $ 1700 millones para inversión (Fondagro).
En tanto, para el economista del Ieral si el tipo de cambio se mantuviera estable no se frenarían las ventas de la próxima cosecha.
“Hay mucho consenso acerca de que tendremos un tipo de cambio atrasado por bastante tiempo, no tendría mucho sentido esperar [para vender los granos]”, opinó Garzón. En esta línea señaló que retener la cosecha sería “más un costo que un beneficio”.