Aunque hay algunos alertas en relación a que se frenaron las lluvias y aparecen de nuevo zonas con caída en las reservas de agua, la realidad es que el panorama agrícola argentino en este momento es alentador.
Un dato que lo sustenta, por ejemplo, es que según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el 75% del maíz temprano y el 50% de la soja de primera están en este momento en estado entre muy bueno y excelente.
Expresado de otro modo, tres de cada cuatro lotes de maíz temprano y dos de cada cuatro de soja también de siembras tempranas se encaminan a lograr rindes importantes.
Sin embargo, el viento a favor que aporta el clima se encuentra con un viento en contra por el lado económico-financiero: de acuerdo a un análisis de la GEA, los márgenes se han deteriorado notoriamente en esta campaña.
EVALUACIÓN DE MÁRGENES
“Los márgenes eran sustancialmente mejores hace un año. El año pasado, los precios de enero 2023 venían reflejando el impacto del conflicto entre Ucrania y Rusia. Pero, los márgenes del 2023 no pudieron ser capitalizados por la sequía”, advierte el reporte de la entidad rosarina.
Como parámetro, recuerda que, un año atrás, todo el maíz temprano estaba perdido y el 30% del rinde potencial del maíz tardío (que se consideraba el salvavidas de la campaña) se encontraba destrozado. En tanto, la soja de primera estaba igual de crítica: con tres millones de hectáreas en condiciones de regulares a malas, los rindes alcanzables rondaban apenas los 15 quintales por hectárea.
Hoy en día, la realidad de los cultivos es opuesta: si las lluvias se mantienen como vienen en las últimas semanas, los rendimientos estarán en lo normal o incluso por encima.
El problema es que los números están súper ajustados. “La soja en campo propio muestra una ganancia neta de U$S 380 por hectárea (con un rinde de 40 qq/ha) contra los U$S 598 de la campaña pasada; es decir una diferencia de U$S 218 a favor del 2023. En campo alquilado, la diferencia se achica a U$S/ha 57”, enumera el informe.
De todos modos, en el caso del campo alquilado en soja el dato es que apenas se obtienen U$S 2/ha; es decir, solo se logra no perder dinero y una rentabilidad muy marginal.
“En el caso del maíz de primera, la tendencia es la misma que la de la oleaginosa. En campo propio, el margen neto (para una productividad de 100 qq/ha) hoy es de U$S 479 por hectárea contra los U$S 853 de hace un año. En campo alquilado la diferencia también favorece a la campaña pasada con un margen U$S 244 mayor”, agrega el estudio.
¿Y SI EL CLIMA MEJORA AÚN MÁS?
Por otro lado, el análisis de la GEA suma otra estimación: qué pasa si las lluvias ocurren en el momento justo y el lugar exacto, y llevan los rindes cerca de sus techos.
Así es que, teniendo en cuenta el contexto climático favorable para el desarrollo de los cultivos durante esta campaña, la BCR trazó dos posibles escenarios productivos: uno promedio y otro de alto potencial para la región. La evaluación de los márgenes se hizo teniendo en cuenta un mismo planteo agronómico para estos dos casos hipotéticos.
A grandes rasgos, los cálculos indican en maíz una mejora en los márgenes de más de U$S 200 por hectárea cuando los rindes pasan de 100 a 120 qq/ha (la tendencia es la misma tanto en campo propio como en alquilado).
En soja, una mejora en los rindes de 40 a 50 qq/ha conlleva una mejora en la renta neta de U$S 185 y U$S 198 en campo propio y alquilado, respectivamente.
“Lamentablemente, la conclusión es que el 20% de aumento en producción por clima en maíz de primera no compensarían los resultados promedios valorizados a enero del 2023. Para campo propio el margen seguiría estando por debajo en U$S 163 y en U$S 40”, resume la GEA.
Y completa: “Para el caso de la soja de primera, aún con un plus climático y un 25% más de rinde, en campo propio seguiría debajo de enero 2023 en U$S 33. Solo en caso de alquiler da vuelta el partido y terminaría generando un ingreso extra de U$S 141”.