Chessa todavía recuerda cuando el área argentina de sorgo era similar a la de maíz, en torno a las 2,5 millones de hectáreas cada una. Pero hoy el sorgo se redujo a la quinta parte, mientras el maíz se mantuvo igual o incluso subió.
Para este fitomejorador, la culpa de la decadencia del sorgo como cultivo granífero se debió a la introducción de los llamados híbridos taninosos. Su labor en la mejora genética se viene orientando a los materiales sin taninos (rojos o blancos), con altos potenciales de rendimiento.
âCon un buen manejo, esto es sembrado temprano, en un buen lote y con buena fertilización, el sorgo está a la par del maíz, y con las variedades sin tanino, su valor para la alimentación animal también es igualâ, se entusiasmaba diciendo Chessa, mientras compartíamos un almuerzo en Buenos Aires.
A Chessa le gusta contar el caso del médico veterinario Julio Zuberbhuller que âdescubrióâ al sorgo en una de las charlas del genetista y que ahora lo está adoptando masivamente en los campos que maneja.
Uno de ellos es Tres Lomas, en Chillar, donde la tosca a 40 cm limita en buena parte de los potreros el potencial agrícola.
Con un esquema que gira en torno a la ganadería, el sorgo le cerró perfecto a Zuberbhuller. En la última campaña hicieron 400 hectáreas y no sólo en las zonas del cerro, donde la tosca está cerca de la superficie, sino también en algunos potreros bien agrícolas.
Sin escatimarle al fertilizante (75 kg de fosfato diamónico y entre 95 y 150 kg de urea), con siembra a mediados de octubre y buen control de malezas, sacaron 7.500 kg/ha donde había tosca y 10.500 kg/ha en los buenos lotes. Trillaron con 23 a 26% de humedad en el grano, porque la idea era embutirlo.
En este campo, donde el maíz no funcionaba, ahora con el sorgo encontraron la fórmula para generar la energía que su hacienda necesita.
âAhora que dicen que estamos entrando en un ciclo seco, tendríamos que acordarnos del sorgoâ, apunta Chessa. âFisiológicamente, tiene mecanismos que el maíz no, para adaptarse al estrés térmico e hídrico. Donde el maíz se seca, el sorgo produceâ, sostiene.
El miércoles, el genetista iba a dar una charla en nordeste de Córdoba, en una zona de tamberos. âCon un buen sorgo granífero tienen para hacer un excelente silo de planta enteraâ, aseguraba antes de partir.
En definitiva, razonábamos juntos, la elección del tambero tiene que pasar por cuántas megacalorías (energía)produce por hectárea y cuánto le cuesta cada una. Marcelo De León, del Inta Manfredi, tiene medido que en donde un maíz rindió 15.500 kg/ha de materia seca total (grano, tallo y hoja), dos híbridos de sorgo estuvieron por arriba de 17.000 kg/ha. Es cuestión de hacer las cuentas y estar atento
