El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Daniel Pelegrina dio un discurso cargado de tono electoral en el marco de la inauguración de la 133° Exposición Rural de Palermo.
Entre otros puntos, el dirigente resaltó que “los atajos no existen” y aseguró que se necesitan “inversión y empleo” para terminar “con los populismos”. Además, pidió bajar la presión fiscal y eliminar las retenciones.
El discurso completo
Asia es uno de los principales destinos de nuestras miradas.
Por eso es interesante conocer un poco más acerca de su cultura.
Y una de las características más destacadas de esa cultura es la perseverancia.
En Japón, nación de milenaria cultura, hay determinadas variedades de bambú que son plantadas en una zona, y durante los siete siguientes años no muestran ningún indicio de crecimiento, no se percibe en la superficie ninguna señal de vida.
Quien la plantó, si no conoce de ese cultivo o es impaciente, podría creer que fue engañado con la semilla que compró, que fue mal asesorado, que hizo mal las cosas.
Pero un agricultor japonés, conocedor y persistente, sabe que tras plantar, regar y fertilizar, después del séptimo año, tendrá los resultados, y verá un brote que crece rápidamente y puede llegar en las semanas siguientes hasta una altura de 30 metros.
En esos años de aparente inactividad, las raíces se expandieron en un sistema complejo que permitió ese extraordinario crecimiento. Ese sistema, alimentó una vara que tiene magnificas propiedades: resistencia, flexibilidad.
La impaciencia que nos caracteriza a muchos de nosotros, que aspiramos a resultados rápidos, de corto plazo, quizá nos hubiera llevado a bajar los brazos, a abandonar justo cuando estábamos cerca de lograr la cosecha.
O peor aún, a buscar un atajo.
Los atajos no existen.
Son sólo espejismos señalados por quienes pretenden distraernos de la meta, o del camino correcto.
En este momento, la situación del país amerita una profunda reflexión.
El proceso de reformas que se inició a fines de 2015 tiene progresos, pero también asignaturas pendientes.
Hubo avances en materia institucional: la división de poderes, la transparencia de los actos públicos, la libertad de prensa, la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, la vuelta del diálogo entre el sector público y privado. Y la alegría de ésta noticia que el campo vuelve tener su Ministerio.
Avances en nuestra vida institucional que los argentinos necesitábamos, porque son la base de una República.
Se pusieron en valor rutas nacionales y provinciales, se va empezando con los trenes de carga, se va trabajando en la reducción de los costos de los puertos, comenzó el impulso de obras mayores. Resta mucho por hacer para integrar nuestro territorio con caminos, puertos,corredores bioceánicos, obras hidráulicas, energía eléctrica para agregar valor, la Hidrovía, y la conectividad tan esperada, todos factores que van a condicionar los costos de producción y transporte por los próximos 20 años.
Entre los pendientes, sobresale el círculo vicioso: “gasto público desproporcionado, alta presión tributaria, inflación, y endeudamiento”. Este mal que arrastramos por más de 80 años de políticas erradas, no hizo más que agravar el problema medular de la economía argentina.
Sus consecuencias son el estancamiento, la baja creación de empleo, pobreza, indigencia y marginalidad, que provocan la desintegración social.
La política sólo puede distribuir los recursos que la economía genera.
Si la producción no despega, la política no tiene recursos genuinos.
Y así se termina sacrificando la inversión y la generación de empleo.
No hay política más progresista para un pueblo, que lograr la estabilidad económica.
Empezando por la inflación, que es el peor de todos los males económicos.
Necesitamos que los políticos y todos nosotros entendamos la importancia que tiene defender nuestra moneda, el peso argentino.
¡No podemos seguir agregando ceros a nuestros billetes!
Necesitamos de una buena vez, contar con el compromiso de todos los que quieran gobernar, de defender el valor de nuestros ingresos, del salario y del ahorro de todos los argentinos. Esto debe ser una política de Estado.
Tenemos que lograr un consenso político amplio para ponerle el bozal al gasto público, que permita llevarlo a un nivel sostenible para el sistema productivo. Es la base para el desarrollo factible de la Argentina, que requiere que los tres niveles de gobierno elaboren,aprueben y gestionen a conciencia, un presupuesto realista, equilibrado y sostenible,que derive en una presión tributaria adecuada que impulse las fuerzas productivas, el ahorro privado y la inversión.
Esto no significa bajo ningún punto reducir el gasto social en un país con los niveles de necesidades básicas insatisfechas como el nuestro, pero tenemos una tarea clara que hacer: reconstruir la cultura del esfuerzo y del trabajo que caracteriza a los hombres de buena voluntad, del campo y de las ciudades, que cada día ponen el lomo a la construcción de nuestro patria.
Celebramos que el federalismo haya vuelto a funcionar, y coordinado con el gobierno nacional, las provincias deben mostrar un comportamiento fiscalmente responsable.
Es hora que se cumplan los cronogramas de baja de impuestos comprometidos en el Acuerdo Fiscal de fines de 2017.
Las provincias, terminando con ingresos brutos, con los sellos,con las aduanas internas.
Los municipios adecuando las tasas viales al valor de los servicios que prestan, porque necesitamos más que nunca caminos rurales en condiciones, para sacar nuestra producción creciente de los campos,para integrarnos.
Necesitamos que el sector financiero vuelva a prestar sus recursos a los proyectos de inversión productiva.
Necesitamos créditos a tasas razonables para llevar adelante nuestras ideas, nuestros proyectos,tomando riesgos, pero con las mismas tasas que tienen nuestros competidores.
Porque con la inversión, viene el empleo. Y el empleo junto con la educación son los únicos antídotos contra los populismos.
La economía argentina tiene que volver a crear trabajo de calidad. El campo y su agroindustria son reales generadores de empleo a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional, allí adonde a veces ningún otro sector llega.
Pero para poder alcanzar todo nuestro potencial necesitamos que se eliminen de una vez por todas los derechos de exportación.
Mientras que en el resto del mundo se apoya a los productores muchas veces con subsidios, en Argentina se nos castiga con las retenciones.
Como usted dijo, señor Presidente, las retenciones son un mal impuesto, injusto e ineficiente. Y son una fuerte limitante para las exportaciones y la adopción de tecnología. Tomamos su palabra: ¡las retenciones se terminan en el 2020!
¡Hoy el campo está de pie!
Este año logramos un nivel de producción agrícola récord, superando las 140 millones de toneladas de granos y oleaginosas.
Se vendió en 2018 un 75% más de fertilizantes que en 2015.
Las ventas de sembradoras aumentaron 57%; las cosechadoras, 14%, los tractores un 17%.
La producción de proteína animal sumó 600 mil toneladas adicionales a las que producía en 2015.
La carne bovina alcanzó las 3 millones de toneladas, un 12% más que hace 3 años.
La producción avícola aumentó un 5%, alcanzando las 2 millones de toneladas.
Y la producción de cerdo, alcanzó las 620 mil toneladas un 28% más que hace tres años.
La producción de fibras naturales de algodón y lana ovina, aumentaron un 7 % y la producción de biocombustibles aumentó un 36%.
También van resurgiendo y encuentran futuro en las exportaciones, muchas de las producciones regionales que tanta gente ocupan en todo el territorio de la Nación.
Esto lo hicimos posible nosotros, junto a nuestros trabajadores rurales. Pido un fuerte aplauso para todos.
La política exterior llevada adelante por el Gobierno está reinsertando nuestra Nación al mundo, está cosechando sus frutos.
Un regreso al mundo que no sólo se manifiesta en las visitas de los principales mandatarios a nuestra tierra, o en la mejora de las relaciones internacionales como se pudo ver el año pasado en el G20, sino que se está palpando con hechos concretos.
La inserción internacional de nuestro país es una bisagra que nos permitirá incluir a todos los argentinos en un proyecto común. Nos ofrece la oportunidad de crecer y empezar a cerrar la brecha económica que produjo el estar aislados durante tantos años.
La activación de cientos de mercados que estaban dormidos, la consolidación del Mercosur como plataforma comercial, y el reciente acuerdo alcanzado con la UE, son claros ejemplos de que caminamos hacia una mayor integración con el mundo.
Estamos frente al desafío de dejar atrás definitivamente un comercio basado en la exportación de saldos, para pasar a satisfacer exportaciones mirando las necesidades de los consumidores globales.
Esto trae aparejado el desafío constante de conocer al detalle las preferencias y las necesidades de los consumidores, y la necesaria flexibilidad para ir adaptando esa oferta a una demanda cambiante.
Una demanda que nos exige apuntar a la investigación y desarrollo de mercados, a la trazabilidad e identificación, a la certificación, fidelización de marcas, al posicionamiento de los productos, a la sensibilidad y amistad con el medio ambiente, donde los productores argentinos estamos a la vanguardia del desarrollo tecnológico con sistemas productivos sustentables basados en las Buenas Prácticas Agrícolas y Ganaderas.
Producir bienes y alimentos de calidad para ofrecer a la sociedad global, nos da un propósito, nos realza el autoestima, refuerza nuestra identidad, nuestra vocación
Poder exhibir nuestra identidad (como lo hacemos hoy aquí) nos genera orgullo. El orgullo de difundir y transmitir las tradiciones, el folklore, la cultura y los valores, que cimentan nuestra soberanía. ¡¡Las raíces que mantienen en pie a esta patria grande!!
América Latina es una de las regiones más pacíficas del planeta, y esto la hace tierra fértil para las inversiones.
Pero algo empaña la realidad de nuestro continente. Todos los días nos llegan noticias alarmantes de nuestra querida Venezuela. Aprovecho este momento para enviar un caluroso afecto a nuestros hermanos venezolanos, y decirles que los acompañamos en su lucha por recobrar la institucionalidad.
Saludo en persona a los representantes de los productores rurales de Venezuela que hoy nos acompañan en esta tribuna.
Aprovecho para saludar especialmente, a nuestros colegas aquí presentes de la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur.
Porque el Mercosur debe seguir siendo nuestra principal plataforma comercial desde la cual avanzar en acuerdos con Canadá, Corea del Sur, EFTA, y la Alianza del Pacífico.
Hoy más que nunca tenemos que aprovechar la oportunidad que nos da el bono demográfico, con más jóvenes consumiendo y trabajando. Necesitamos educar para el trabajo del futuro.
Por eso el Agtech, la robótica, la Inteligencia Artificial, Internet de las cosas, el posicionamiento satelital, de la mano de una conectividad de amplia cobertura, dará un efecto exponencial a nuestras producciones.
Los jóvenes con su destreza para la adopción de estas tecnologías, tienen un espacio y una función clave en la sociedad.
Y junto a ellos podremos dar el salto tecnológico.
El camino se bifurca.
Se nos presenta la oportunidad de volver a elegir.
Los argentinos debemos tomar una determinación.
Quizá, una de las más importantes de nuestra generación.
Los diez puntos de convergencia impulsados por usted, señor Presidente, son un lugar de partida, son las bases necesarias para arrancar la consolidación de una República.
Desde la primera hora estuvimos convencidos que debemos continuar por la vía de la concordia, del acuerdo de ideas, del diálogo, por eso desde nuestra Sociedad Rural Argentina apoyamos esa propuesta.
También con las entidades que conformamos la Comisión de Enlace trabajamos identificando las ideas que nos unen, buscando alcanzar el consenso que sintetizamos en propuestas, que juntos, las cuatro entidades, presentamos más unidos que nunca a la ciudadanía y a los candidatos.
Porque precisamos que quienes pretendan gobernar al país, nos escuchen y entiendan “qué lugar queremos para el campo”.
Cómo vamos a seguir aportando al trabajo y al arraigo, con nuestras producciones si nos dejan.
Para consolidar la República debemos avanzar hacia un concepto más amplio de democracia, donde los gobernantes respondan a los gobernados.
Hoy más que nunca, necesitamos líderes pedagógicos, capaces de mantener los principios y valores que hacen grande a este concepto de democracia.
Para muchos, la democracia, sólo se remite a que los gobernantes sean elegidos por medio del voto popular y la alternancia.
Claramente, son condiciones necesarias para que exista democracia. Pero la democracia delegativa no es suficiente.
Necesitamos que funcionen las garantías del control de los actos públicos, el respeto por las minorías, el funcionamiento del federalismo. En resumen, que el Estado se maneje dentro de los límites establecidos por nuestra Constitución.
Porque hoy, el debate no es entre izquierdas y derechas; es entre demagogos y pedagogos.
Los líderes demagogos se ocultan detrás de proyectos populistas, que cabalgan sobre monturas de ideologías dogmáticas y rígidas. Pueden avanzar algún tiempo, pero no pueden cambiar.
Para dar un salto adelante y avanzar por el camino del progreso y del desarrollo, necesitamos líderes pedagógicos.
Que piensen con faros largos, aunque tengan que asumir costos políticos en el corto plazo, y sean capaces de convencer, no de imponer.
Líderes que nos hablen con la verdad, que sean capaces de orquestar equipos de trabajo, que impulsen las políticas que necesitamos para alcanzar un bienestar duradero.
Esta semana los argentinos tenemos que preguntarnos:
¿Por qué apartarnos del camino, cuando ya sabemos que el atajo no nos ha llevado a ninguna parte?
Ciudadanos, productores, expositores, compatriotas, amigos:
Si el atajo nos condujera a la meta, simplemente no existiría el camino.
El camino de las instituciones,
El del comercio y la inserción al mundo,
El de la inversión y el del empleo.
El de la infraestructura, la tecnología y los jóvenes
El de la democracia y los líderes pedagógicos.
¡El verdadero camino que necesita nuestra República!
Y como dijo una vez un gran filósofo, como Ortega y Gasset,
“Solo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.