A menos de tres meses de las inundaciones registradas en la cuenca lechera que conforman el este cordobés y el oeste santafesino –la más grande de Sudamérica–, la producción ya se ha normalizado. A tal punto que, cuando cierre mayo, el volumen a nivel nacional se ubicará por encima de lo generado en los primeros cinco meses de 2014, según fuentes de la industria, según publicó La Voz.
Las abundantes lluvias de finales de febrero y comienzos de marzo –en algunos casos superiores a los 500 milímetros en el departamento San Justo– provocaron graves inconvenientes en los establecimientos lecheros. La pérdida de pasturas (y en muchos casos de animales) hicieron que las producciones cayeran de forma significativa, con valores que superaron el 50 por ciento.
Sin embargo el clima, que en su momento fue perjudicial para la actividad, se convirtió luego en un aliado para la recuperación. La “primavera” registrada durante abril les permitió a los productores comenzar a mejorar sus indicadores. Si bien hay tambos en los que aún persisten inconvenientes por anegamientos, la continuidad de las buenas condiciones climáticas durante este mes contribuyó a consolidar la recuperación general.
“Hubo mejoría significativa desde el punto de vista del bienestar animal y de la oferta forrajera, que se traduce en más litros de leche producidos”, admiten desde la industria, donde aseguran que, cuando termine mayo, la producción habrá crecido cinco por ciento respecto de abril.
Panorama comercial
La recuperación en la producción ha permitido a las usinas lácteas trabajar nuevamente con una alta capacidad instalada. No obstante, las dificultades para cerrar negocios rentables son notorias y marcan la tendencia, al menos, en el corto plazo. Con un mercado interno que sigue con demanda sostenida, pero al tope de sus posibilidades, y con una exportación que tiene el precio de la leche en polvo en su segundo nivel más bajo del año, la ecuación del sector comienza a no cerrar.
La empresa La Serenísima acaba de comunicar a sus productores el desdoblamiento del pago de las liquidaciones, y en el sur de la provincia de Córdoba se ha registrado la devolución de algunos cheques de industrias queseras, por falta de fondos.
Más allá de la contribución que realizan al programa de Precios Cuidados, las grandes empresas que operan en el mercado interno aguardan que la Secretaría de Comercio Interior les actualice el resto de la lista de precios mayoristas, una decisión que –admite la industria– sería bien recibida.
El panorama externo tampoco es alentador. Las exportaciones son la vía para colocar el excedente de producción que generan los tambos. De la rentabilidad que aporten estas operaciones depende, en gran medida, el valor que la industria paga por la materia prima. Si bien se espera para el segundo semestre una recuperación en el mercado internacional, los indicadores actuales lejos están de ser atrayentes.
Los 2.390 dólares por tonelada que cotizó la leche en polvo, según el último remate de la neozelandesa Fonterra, que sirve de referencia para los embarques, son el segundo valor más bajo del año; sólo es superado por los 2.307 dólares del 6 de enero. En relación con un año atrás, la cotización internacional cayó 33 por ciento.
En el extremo inicial de la cadena, los productores también sufren los efectos de la inflación, que incrementa sus costos productivos y erosiona el valor que perciben por la leche. De acuerdo con los datos del mercado, en el último año el valor de la leche que percibe el productor apenas subió 14 por ciento, menos de la mitad del incremento que tuvo la inflación.
En este escenario, nadie se atreve a pronosticar que la producción va a cerrar el año por encima del volumen de 2014. Todo lo contrario. Va a depender del estímulo que tengan los productores, a través del precio que reciben.