Para que se produzca una enfermedad se deben dar tres condiciones al mismo tiempo: un agente patógeno, un huésped susceptible (cultivo) y las condiciones ambientales favorables. Esto es lo que conocemos como el Triángulo de la Enfermedad. Pero también, a este triángulo, o mejor dicho patosistema, podemos incorporarle al hombre con sus prácticas de manejo, formando así el Tetraedro de la Enfermedad.
En lo que respecta al cultivo de trigo, en las últimas campañas se ha determinado un aumento en la cantidad de inóculo de distintas enfermedades. Esto puede deberse a numerosos factores como la utilización de variedades susceptibles en gran parte de la región, la siembra directa asociada a una escasa rotación de cultivos, la cual genera excelentes condiciones para la supervivencia y multiplicación de patógenos, y no menos importante, el empleo de semillas infectadas o con alta carga fúngica. Cuanto mayor sea la superficie sembrada de un mismo material susceptible, aumenta la posibilidad del desarrollo de epífitas por la poca variabilidad de los materiales.
Al momento de pensar en las prácticas de manejo, como la selección de variedades, no solo hay que prestar atención al potencial de rendimiento que pueden tener las mismas, sino también la susceptibilidad que presentan a las diferentes enfermedades que atacan los cultivos de trigo y cebada. Así, muchos productores que comúnmente seleccionaban variedades por su alto potencial de rendimiento no solían tener en cuenta el comportamiento sanitario de la variedad, siendo un punto fundamental (huésped) del Triángulo de la Enfermedad.
Entre las variedades más sembradas en el país y de mayor potencial de rendimiento encontramos la variedad Algarrobo, dentro de las variedades de ciclo largo, y Ceibo, dentro de las variedades de ciclo corto. Pero si además de su rendimiento tenemos en cuenta su comportamiento sanitario, observamos su gran susceptibilidad a enfermedades biotróficas, tales como Roya Amarilla y Roya Anaranjada, como así también para el desarrollo de enfermedades necrotróficas como Mancha Amarilla.
Dentro de las enfermedades foliares que afectan al cultivo de cebada podemos nombrar: roya de la hoja de cebada (Puccinia hordei), mancha en red (Drechslera teres), mancha marrón (Bipolaris sorokiniana), escaladura (Rhynchospirum secais) y ramularia (Ramularia collo-cygni), entre otras.
En lo que respecta al cultivo de trigo, las principales enfermedades foliares comprenden: roya de la hoja (Puccinia recóndita), roya amarilla (Puccinia striiformis), roya del tallo (Puccinia graminis), mancha amarilla (Drechslera triticirepentis) y septoria o mancha de la hoja del trigo (Septoria tritici).
Teniendo en cuentas las enfermedades mencionadas anteriormente, el uso de dosis de fungicidas fuera de
recomendación de marbete, fungicidas de un único principio activo o aplicaciones fuera del momento óptimo aumentarán la probabilidad del surgimiento de razas que sean menos sensibles al control químico, tal como ocurrió con la roya naranja o de la hoja.
Se ha comprobado que estas nuevas razas son significativamente más sensibles a las estrobilurinas que a los triazoles. Por lo tanto, ante la presencia de la roya anaranjada, es recomendable usar mezclas de triazoles más estrobilurinas, o las nuevas mezclas que incluyan también carboxamidas ya que se observa mayor espectro de control y tiempo de protección en comparación al uso de una sola molécula.
Las enfermedades foliares son uno de los factores limitantes en la potencialidad de los rendimientos y calidad en los cereales de invierno, como trigo y cebada. Las mismas afectan el rendimiento por una disminución en el índice de área foliar verde, produciendo un desbalance en la relación fuente destino. Ciertos estudios realizados para enfermedades foliares han registrado pérdidas de rendimiento en condiciones favorables para los patógenos de hasta el 50%. En trigo, la hoja bandera es de gran importancia, ya que conforma aproximadamente el 75% del área foliar que efectivamente contribuye al llenado del grano, mientras que en cebada las hojas más importantes y a proteger son la hoja bandera menos uno y menos dos, debido a que la hoja bandera es más pequeña.
En cuanto al control de enfermedades foliares y momentos de aplicación de fungicidas, cabe destacar que el período crítico para la definición de rendimiento en cebada ocurre algunos días más temprano que en trigo. Por lo que el monitoreo para la toma de decisión en cebada debe comenzar desde mediados a fines de macollaje, mientras que en trigo arrancaría en encañazon.
La prevención es la principal y más eficiente herramienta para el control de las enfermedades que afectan a los cereales. Un monitoreo periódico del lote, para seguir la evolución de las enfermedades y determinar el momento oportuno de control mediante la utilización de fungicidas, permite evitar que el patógeno se establezca en el cultivo, superando el nivel de daño económico (momento en que el daño realizado, supera al costo del control).
Con un seguimiento periódico del lote, podremos determinar la enfermedad prevalente y tomar las medidas correspondientes para controlarla a tiempo y con las herramientas tecnológicas adecuadas. Summit Agro Argentina, junto con la Universidad de Tucumán, la Estación Experimental Obispo Colombres, CONICET y Annuit trabajaron conjuntamente para ofrecerle al productor HOWLER, el único producto biológico patentado con desarrollo científico argentino que induce a las plantas a expresar su máximo potencial de defensa contra enfermedades fúngicas y factores abióticos adversos.
HOWLER es un elicitor, que induce el Sistema de Defensa Vegetal (ISDV), y que está formulado a base de proteínas naturales (Acremonium strictum Elicitor subtilisin) que producen la activación de las vías de señalización hormonales de la defensa en diferentes especies de plantas, mediadas por: ácido salicílico, ácido jasmónico y etileno.
Además de mejorar la defensa del cultivo frente a patógenos, HOWLER tiene un excelente efecto anti estresante frente a condiciones ambientales adversas como heladas tardías, sequía, etc. Cuando se aplica sobre el cultivo, se activa una serie de reacciones químicas que primero se expresan a nivel local y luego sistémicamente a toda la planta.
Otro punto sumamente importante es que HOWLER se presenta como herramienta biológica y por lo tanto tiene una mayor seguridad para los usuarios y consumidores, sin afectar los insectos benéficos y polinizadores, ni tiene restricciones en las aplicaciones periurbanas por tratarse de un producto banda verde libre de residuos químicos, además de no generar resistencia. Se recomienda una dosis de 2 lts/ha., con una aplicación foliar a partir de Z3.2 hasta Z3.9 (hoja bandera desplegada).
Además, es compatible con la mayoría de los fungicidas, insecticidas, coadyuvantes y fertilizantes que se aplican en dichos cultivos.
En la siguiente imagen se puede observar un lote de cebada en Orense, localidad del partido de Tres Arroyos, sur de Buenos Aires, tratado con un testigo químico (lado izquierdo), y tratado con HOWLER (lado derecho), mostrando como este último genera un diferencial en la activación de las defensas del cultivo, haciéndolo que crezca más fuerte y sano.
Otra herramienta al alcance del productor es RACE RM (de Summit Agro Argentina), un fungicida para el control de enfermedades foliares, con registro en trigo, pero además en soja y maíz. Presenta la combinación de Metominostrobin (15%) con Tebuconazole (30%). Metominostrobin es una estrobirulina distinta y se diferencia de otros productos del mismo grupo por su acción sistémica multidireccional, logrando una sistemia en todos los sentidos dentro de la hoja y, además, acción traslaminar. Es la estrobirulina de más rápida absorción en el tejido foliar y traslocación en la planta. Al poder residual y acción sistémica multidireccional de Metominostrobin, Tebuconazole le agrega un gran poder curativo.
A modo ejemplo se ilustra un ensayo realizado en trigo para roya amarilla y mancha amarilla. El mismo se llevó a cabo en la localidad de San Jerónimo Norte, provincia de Santa Fe.
Con estos resultados, vemos que la estrategia de protección más conveniente es la aplicación de Howler en Z3.2, potenciando la defensa del cultivo ante los ataques de patógenos, en este caso roya amarilla y mancha amarilla, y la posterior aplicación de Race en Z3.7.
Se observa que el uso de Howler en estados tempranos del cultivo de trigo potenció las defensas de la planta permitiendo hacer la aplicación de RACE RM en forma más tardía, como complemento para el control de las enfermedades.
En la siguiente figura se pueden observar los resultados obtenidos:
Como conclusión podemos destacar que, con el uso de ambas herramientas, es decir, con RACE RM (fungicida) y HOWLER (Elicitor) estamos interviniendo en más de un punto del tetraedro de la enfermedad, ya que, con el primero estamos actuando sobre el patógeno, interfiriendo el crecimiento del micelio de hongos patógenos y al mismo tiempo sobre la germinación de esporas; y con el segundo sobre el huésped susceptible, mejorando el estado general de la planta y que esté mejor preparada para defenderse ante las enfermedades fúngicas y estreses abióticos.
El uso secuencial de HOWLER y posteriormente RACE RM, u otro fungicida del mercado, permitiría obtener una mejor y mayor respuesta frente al comportamiento del cultivo y aparición de una enfermedad. Es decir, desde el punto de vista técnico se logrará un mejor estado sanitario del cultivo, lo que se traduce en una mayor respuesta en el rendimiento obteniendo una excelente relación costo/beneficio. Además,desde el punto de vista ambiental se reduce el impacto al incorporar un producto biológico, evitando generar resistencias y reducir el uso de productos fitosanitarios.