Las organizaciones internacionales especializadas en la investigación del clima coinciden en que, en la actualidad, el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) se encuentra en una fase neutral.
La traducción es que La Niña ya se fue después de tres campañas incidiendo negativamente en la producción agrícola y ahora se está en un período de transición hacia lo que sería el arribo de El Niño a partir del segundo semestre, lo que significaría una recuperación del régimen hídrico.
Sin embargo, lo sucedido en abril marca que La Niña, si bien puede haber desaparecido en los pronósticos globales, ha dejado una importante residualidad, porque el mes no escapó a la tendencia de la campaña 2023/24 y también está cerrando con registros de precipitaciones muy por debajo de los promedios históricos.
DÉFICIT DE AGUA
De acuerdo con el informe semanal para la zona núcleo de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), abril era un mes clave para recuperar al menos parte de los 150 a 200 milímetros (mm) que faltan en los suelos, con un promedio histórico que se sitúa en 120 mm.
El saldo con el que está finalizando el mes desilusiona: solo precipitó entre 10% y 40% de lo normal, lo que significa en términos reales entre 75 y 100 mm menos que los que se necesitaban.
Como consecuencia, “los suelos siguen en rojo; el mapa de anomalía de las reservas para Argentina muestra cómo la mitad norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe tienen en sus suelos las condiciones más secas de los últimos 30 años. Lamentablemente, gran parte de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos está en una situación muy comprometida”, advierte la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa rosarina.
Incluso la GEA sostiene que la situación es aún peor que la de un año atrás, período en que el déficit hídrico provocó que un millón de hectáreas quedaran sin sembrarse.
LA MIRADA EN MAYO
El reporte agrega que mayo también suele hacer un aporte clave con un rango de entre 40 y 70 milímetros. El problema es que, para compensar el déficit que deja abril, estos guarismos deberían al menos duplicarse y no hay pronósticos que marquen esa tendencia.
“El déficit pluvial transferido a mayo requerirá que se dupliquen los valores que estadísticamente recibe el mes, para cubrir las necesidades de los perfiles pre-siembra”, resume el consultor de la BCR, Alfredo Elorriaga.
Pero agrega: “Hoy, en este momento, no hay argumentos para decir que mayo pueda dejar lluvias por encima de la media. Tampoco para pensar en menos milímetros. Lamentablemente, en 40 de los últimos 60 años, las precipitaciones de mayo fueron iguales o inferiores a la media y, dependiendo de la región, en pocas ocasiones se duplicaron esos guarismos”.
Sin nuevas lluvias, lo que podría sorprender es la nieve en gran parte de la región pampeana
EL TRIGO, EN STAND BY
Ante este panorama, se profundiza la incertidumbre sobre qué sucederá con la implantación de trigo.
La GEA insiste en que las encuestas siguen señalando una baja en la intención de siembra, con un rango que va del 15 al 60%, pero solo por la falta de agua: si lloviera, seguramente la superficie sería buena porque los productores tienen necesidad de recurrir al cereal para recuperar las pérdidas del último ciclo.
“La situación es muy crítica, hay una gran necesidad económica de hacer el cultivo. Pero no hay margen de error. No se puede sembrar si no está la humedad necesaria”, reconoce un técnico de Cañada de Gómez.
Trigo: los tres desafíos para la siembra 2023/24 próxima a comenzar
“El suelo está seco. En los primeros centímetros del primer metro hay algo de humedad, pero en profundidad, hasta el segundo metro no hay nada. Si no hay lluvias realmente importantes, la intención de siembra triguera será un 60 a 80% menor al año pasado”, añaden desde Bouquet.
En los alrededores de Rosario agregan: “Una tercera parte de los productores le tiene terror al trigo por la inversión que se hizo el año pasado y el fracaso productivo que dejó y no lo va a sembrar. Otro tercio sí —al menos para multiplicar semilla—; y del tercio restante, una mitad está expectante por las lluvias de mayo y podría hacerlo”.
Bajo este panorama, la GEA subraya que, desde el punto estrictamente agronómico, se recomienda sembrar con agua útil superior al 65% (medida entre 1 y 1,8 metros de profundidad) porque, de esta manera, la probabilidad de que el cultivo experimente un déficit hídrico durante su ciclo es baja y hay una alta correlación con buenos rindes.
Por eso, es fundamental contar con 150 a 200 mm en el perfil antes de poner en marcha las sembradoras.