El mercado europeo aumenta sus exigencias ambientales para la compra de alimentos, como el caso de la normativa 2023/1115 de la Unión Europea, que regula la deforestación agregada en productos que se exportan a ese destino.
En paralelo, a nivel global los consumidores son cada vez más exigentes al momento de comprar alimentos y reclaman que en todas las etapas de producción, desde el lote al plato, el impacto ambiental sea mínimo.
En este contexto, la cadena de valor del vino argentino busca demostrar su sustentabilidad. Según informó Bodegas de Argentina, presentaron un documento para explicar el cálculo de la huella ambiental, según la metodología de la Unión Europea y aplicado al vino argentino.
El evento se llevó a cabo en la bodega Trivento y la elección no fue casual: se trata del único establecimiento a nivel nacional que en la actualidad tiene calculada e implementada la huella ambiental
La presentación apuntó a que el sector vitivinícola de todo el país conozca en profundidad qué es la huella ambiental, cómo se calcula y en qué consiste el resultado.
“Ambientalmente, hoy nada supera a la huella ambiental porque es la única herramienta que ha logrado, a través de la cadena de producción, evaluar todos los impactos ambientales definidos por las reglas de cálculo de Huella Ambiental”, explicó Mauricio Olmedo de Bodegas de Argentina y uno de los encargados de elaborar el documento.
Por el lado de Europa, Olmedo destacó que en los últimos doce años distintos rubros de productos y servicios -entre ellos la industria del vino y el espumante- se pusieron de acuerdo para definir las denominadas “Categorías de Impacto” que se aplican en la industria.
COMO SE MIDE Y QUE ES LA HUELLA
A cada impacto, se le asigna un valor y luego se suman todos; así se genera un impacto global representado por un sólo valor numérico. “Es decir, con una sola cifra se hace la evaluación de impacto ambiental de toda la cadena del vino”, explicó.
La huella ambiental es una medida multicriterio de comportamiento ambiental de un bien o servicio y aborda la perspectiva de todo el ciclo de vida. De este modo, permite identificar los aspectos ambientales más significativos y valorar los impactos en las diferentes categorías en cada etapa productiva.
De cara a 2025, desde Bodegas de Argentina señalaron que el objetivo será que los distintos actores que forman parte del sector vitivinícola logren tener conocimientos de las metodologías necesarias para cuantificar las huellas ambientales, al menos de los productos destinados a la exportación a la UE.
Además, también apuntarán a que la cadena de valor mejore “su comportamiento ambiental y por ende su nivel de competitividad, a fin de mantener y conquistar nuevos mercados externos que permitan mayor rentabilidad y desarrollo al sector”, según expresaron en el documento.