Lo que sigue es una historia de la tierra. Y cuando decimos ‘tierra’ podemos pensar que hablamos de los suelos que a diario los productores agropecuarios trabajan para generar valor, empleo y mover la economía de su entorno.
Sabemos que esa dinámica, mirada en conjunto, representa según datos de fundaciones como FADA entre un 60% y un 70% de los dólares que entran a la Argentina. Y este movimiento económico requiere de profesionales formados en aspectos técnicos del agro, bien intrínsecos. Pero también de sectores vinculados desde lo indirecto.
La logística es uno de esos ámbitos, y por caso lo saben bien los trabajadores transportistas de camiones que lo recordaron con pesar durante buena parte del año pasado, cuando la sequía provocó una verdadera catástrofe en materia de viajes.
“Algunos choferes terminan un viaje y tienen que vender churros”, le decía sin vueltas un camionero a Infocampo. En momentos como esos es cuando se comprende del modo más directo que logística y producción agropecuaria son dos cosas que van de la mano.
Para este año se espera que la cosecha gruesa tenga un notorio crecimiento en la comparativa con 2023 y que las lluvias motoricen la siembra de trigo en muchas partes del país, y esta es una de las causas por las cuales Mario Nieto Paredes decidió que su empresa de transporte tenga nuevamente su stand en el reciente “Congreso de Distribuidores del Agro”, que se realizó en el Golden Center porteño.
Un canal que crece: el Congreso de Distribuidores del Agro reunió a 1.800 personas en Buenos Aires
“Este es el segundo año que acompañamos y vamos a seguir acompañando, porque creo que hay que estar muy cerca del canal de distribución. Acá nos encontramos con productores, comerciantes, fabricantes, importadores, está toda la cadena, y está muy bien realizado. Este es un mercado muy lindo, nos conocemos mucho y además está hecho por buena gente”, calificó el director de la empresa.
Incluso durante las décadas en las que se hizo cargo de la logística de una importante multinacional del sector agropecuario, el sueño de Nieto Paredes fue el de salir a las rutas con su propia empresa. Un día de 2011 finalmente mandó el telegrama de renuncia y puso en marcha lo suyo.
“Decidí dejar un trabajo en relación de dependencia en la química más importante del mundo. Era ‘Gerente de Logística y Distribución’ para para Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Lógicamente, cuando te vas de una empresa es poco lo que te llevás, pero sí me llevé algo muy importante como el conocimiento que me dieron, y el amor que todavía le tengo”, los recordó.
En ese momento el primer paso ya estaba dado. “SLA comenzó trabajando con el agro. Hoy trabajamos en distintos mercados, pero el campo es el negocio más importante y al que más cariño le tenemos”, expresó.
“El productor sigue apostando y aunque le ponen aranceles a las exportaciones no cesa, no baja los brazos. Después están los grandes pooles de siembra, pero hablemos del productor chico, del que tiene 500 o 600 hectáreas. Ese es el que empuja. El productor en ese sentido en este momento está haciendo patria”, definió.
También por esto es que en el comienzo de esta nota prometimos una historia vinculada a la tierra, con todos sus aconteceres: aquellos que dan pie a las celebraciones y motivan a los productores a invertir, generando trabajo. Pero también sobre esos que desparraman la preocupación cuando todos miran al cielo y nadie sabe cuándo va a llover.
2016: LA OTRA GRAN SEQUÍA
Como los transportistas en 2023, a otra escala Mario Nieto Paredes tuvo que buscar otros rebusques cuando la sequía anterior, en 2016, le jugó una mala pasada. Él, su hijo Juan Ignacio y el resto de sus colaboradores buscaron alternativas para suplir los viajes que evidentemente no iban a suceder.
“Estaba muy focalizado en el negocio de agro, y para mí fue un cachetazo”, recordó. Entre otras cosas, el coche de su esposa fue una de las cosas que la familia debió sacrificar para mantener la empresa en pie. “Salí a buscar clientes nuevos, de todo tipo”, contó.
Y allí fue donde la historia de Mario vinculada al suelo productivo comenzó a hacer contacto con otro tipo de significados de la tierra: la de los animales ajenos a la producción agropecuaria.
“Hubo un cliente muy particular: el zoológico de Buenos Aires. Incursionamos en el traslado de animales vivos debido a que los zoológicos a nivel mundial se están desarmando, y nos empezaron a proponer de trasladar mamíferos al interior de país hacia áreas de reserva en donde se sigue manteniendo las especies. Hasta que un día llegó la oportunidad de presentarnos para trasladar a la elefanta “Mara” a Brasil. Me le animé y ganamos la licitación”, comentó.
-Pero un elefante es un animal imponente. ¿Qué te requiere como logística, qué programás? ¿Qué vehículo necesitás?
-Nosotros con los clientes trabajamos de igual a igual y lo que vendemos es un servicio, estar al lado de la necesidad. Atendemos el teléfono y preguntamos qué se necesita. Y después cumplimos. Entonces cumplimos con todos los requisitos y quizás dábamos más que lo que el Zoológico pedía. Establecimos una relación personal y profesional con los cuidadores, entonces cada vez que querían trasladar un animal decían “que lo lleve SLA porque tratan bien a los animales”. Ejemplo como ese es el de que trasladábamos monos y si hacía frío los tapábamos con una frazada.
-¿Y cuánto tiempo duró ese viaje?
-A fines de 2019 viajé a China por otro negocio y ellos me cambiaron la cabeza. Dije “si ellos lo pueden hacer, ¿por qué no nosotros?”. Tenemos materia gris. Somos buenos los argentinos. Los argentinos somos malos de a muchos, pero individualmente somos buenos. El asunto es que le vendí el auto a mi mujer y compré un carretón, vendí un camión y compré otro más grande. Y contraté a los mejores.
-¿A quiénes?
-Requería de una grúa telescópica y fui a Paolini. Les dije que no tenía un mango pero que si salía bien iban a estar. Y me dijeron que les gustaba el proyecto. Y llamé a Vulcano, que vende acoplados, le conté el proyecto y me dijo ‘quedate tranquilo, te lo financio’. Surgieron muchas cosas. Nos presentamos a licitación media hora antes de que cierre. Y la ganamos. Llevamos a la elefanta en plena pandemia y tuvimos que armar una logística para 20 personas con las camionetas, darles de comer. Fue como un rally. Y ahí surge lo mejor de uno: cuando no sabés, preguntás, y ese no saber te hace decir ‘¿me ayudás?’. Y ahí están las buenas almas.
-¿Cómo fue la llegada?
-Cuando la elefanta puso el pie, y llegó sana y salva al santuario lloré mucho tiempo, porque ahí te acordás de la gente que te ayudó y confió. De mis empleados, que hicieron de todo. Fue algo muy conmovedor. Y dije “si llevo a un elefante puedo hacer cualquier logística”. Y acá estamos.
-Una historia increíble, pero…¿Le devolviste el auto a tu mujer?
-(Ríe)…Le compramos. Tardamos en cobrar, pero le devolvimos la plata a mis amigos que me prestaron, el auto a mi señora. Y conseguimos mucho trabajo después de eso. Me llamaron muchos nuevos clientes que me dijeron ‘si llevaste una elefanta podés hacer la distribución de mis vacunas’. Eso me ayudó a diversificar.
-¿Cómo está tu empresa hoy?
-Hoy tenemos 72 empleados, casi 25.000 metros de depósito de almacenamiento, casi 35 clientes con los que nos juntamos a comer un vacío al horno en nuestro depósito y charlamos de la vida, y negocios. El objetivo final de todo, de todo, es que el cliente final esté satisfecho.
Uno de los últimos trabajos de la empresa en esta materia fue el del traslado de un imponente tigre desde Argentina hacia Jordania.
MARA, HOY
Antes de empezar el extenso viaje de cuatro días a la gran selva sudamericana, Mario estaba preocupado porque sabía que tanto tiempo con el animal parado podía ser peligroso. Además de cuestiones de estrés, ellos requieren de un caminar continuo para digerir correctamente lo ingerido.
Tras el trabajo de Mario y la gente de SLA, hoy Mara pasa sus días junto a otros elefantes en un área de 1130 hectáreas en el corazón del Mato Grosso brasileño, a 2.700 kilómetros del barrio porteño de Palermo. Había recalado en esa incómoda e insólita geografía para alguien así en 1995, cuando la Justicia se la quitó al Circo Rodas por maltrato animal.
Y Mara no defraudó a Mario y sus cuidadores, porque alguna vez supo de grandes distancias: había llegado a la Argentina proveniente de la India y cruzado el mundo desde una tierra muy lejana solo para hacer piruetas por los circos de la región.