“Teniendo en cuenta el mal paso que ha llevado el maíz de primera durante su ventana de siembra y dado que las lluvias no terminan de llegar a la franja central de la región pampeana, la preocupación se traslada al arranque de las siembras de soja de primera”. Así lo indica un informe de la consultora Granar.
“Si partimos del escenario hídrico más exigido, es decir el que tiene en cuenta una pastura que ha tenido consumo constante a lo largo de todo el año, podemos evaluar las lluvias necesarias para que el primer metro de suelo logre recargarse hasta alcanzar reservas adecuadas. Este es el cálculo de máxima demanda para las próximas dos semanas y obviamente refleja lo que viene sucediendo con el atraso que traen las lluvias de primavera en la franja central”, agrega.
De acuerdo a como se vienen comportando los sistemas precipitantes en la franja central, es altamente improbable que el patrón pluvial de un vuelco tan significativo como el que exige la demanda. Si por ejemplo pensamos en un requerimiento de 80 milímetros, podríamos pensar idealmente en dos eventos de 40 milímetros en las próximas dos semanas. Dado que hasta el 01/11 no se perfilan lluvias de importancia, la demanda del ejemplo se traslada a la segunda semana y consecuentemente bajan las probabilidades de que se concrete una oferta homogénea de 80 mm. En consecuencia, solo hay que considerar la aparición de anomalías pluviales en la zona central, las cuales hasta ahora solo se han dado en corredores relativamente zonales en ER y CB, no así en SF.
Si bajamos las pretensiones al mínimo y consideramos un lote que ha estado en barbecho y planteamos la hipótesis de recargas superficiales como para poder implantar la soja, el panorama se vuelve más accesible, aunque riesgoso. Es decir la demanda disminuye drásticamente, pero luego de las siembras debería concretarse una mejora con continuidad en la oferta de agua, para que los las primeras etapas fenológicas transcurran en un contexto menos hostil. El resultado de pedir lo mínimo se traduce en este otro mapa de demanda.
“Entendemos que el productor deberá esperar lo máximo posible dentro de su ventana de siembra ideal. Esto implica un corrimiento. Como mencionamos en otros informes esta será un campaña para seguir en el corto y mediano plazo. Deben aparecer algunas lluvias generalizadas en la franja central para bajar el riesgo y alejar el fantasma de la sequía sostenida por una dinámica estructural”, señala el informe.
Los pronósticos presentan lluvias para la primera semana de noviembre pero más bien como para satisfacer los requerimientos mínimos y no como para devolver el perfil a su estado de normalidad.
Las decisiones que deberán tomarse en la primera quincena de noviembre se harán dentro de un contexto de riesgo de déficit hídrico aumentado. La problemática actual es exactamente contraria a la que dominaba el comienzo de la campaña pasada.
La variabilidad climática interanual está instalada y tiene un impacto directo sobre los manejos tradicionales y sobre el almanaque de siembra. Cada campaña debe verse como una oportunidad para acopiar la experiencia necesaria para afrontar y adaptarse a condiciones climáticas que plantean complejos desafíos en una de las zonas agrícolas más importantes del mundo.
Este año en particular se está desarrollando sin la presencia de indicadores que logren avizorar con eficiencia la evolución del patrón pluvial. Por lo tanto es recomendable una posición conservadora, fundada en el buen manejo del agua que pueda recibirse y sin plantear una economía proyectada sobre rendimientos por encima de los valores normales. Lo primero es la siembra y dentro de lo posible hay que esperar.