En un pequeño campo de la localidad cordobesa de San Francisco, había una espigadora de trigo desarmada y de raíces americanas que inició un viaje impensado.
La antigua maquinaria se exhibe actualemente en el museo de Saint Loup desde 2018 gracias al hallazgo de coleccionistas europeos que descubrieron el viejo implemento y viajaron desde Francia hasta Córdoba para recolectarlo.
Quienes conocen la historia de este encuentro, admiten que hay asombro entre los turistas que visitan anualmente el emblemático lugar, muy cerca de París, porque es el único implemento en su tipo de toda Europa.
El Musée de la Machine Agricoleet de la Ruralité, en Saint Loup, es el más imponente de Europa en cuanto a agricultura. Cuenta con más de 80 cosechadoras antiguas, unos 500 tractores y muchas maquinarias agrícolas de variado segmento, incluyendo una línea antigua de máquinas forrajeras.
La característica única de esta exposición permanente, que realiza su feria una vez al año en agosto, es que sus coleccionistas viajan por el mundo reuniendo maquinaria antigua con un valor sentimental significativo para almacenar en esta casa histórica, que honra la agricultura mundial.
LA HISTORIA DE LA ESPIGADORA
Por ese motivo, en enero de 2018, Jean Michel Del Peso, por entonces director del gran museo agrícola, viajó a la Argentina para desarmar la antigua segadora, con el fin de poder emprender un viaje que le dio vida a esta máquina que tantas satisfacciones le brindó a Argentina
Inclusive, los directivos del importante museo, la declararon en Francia como “la reina del lugar”. La misma fue restaurada por el personal del museo, quienes la dejaron original y luego realizaron una dinámica a campo, cortando trigo en una finca francesa, guiada por cuatro caballos percherones.
La maquina que partió desde Argentina en barco rumbo a Inglaterra a mediados de 2018, estuvo 40 días en el mar y llegó a tierras británicas luego de su extenso viaje. De allí, fue trasbordada a Holanda, pasó por Alemania y terminó en su destino final en esta localidad cercana a París.
Los directivos del museo que la conservan desde hace poco más de 5 años, hacía mucho tiempo que estaban buscando una máquina de estas características, muy difícil de conseguir en el mundo. Sin embargo, no perdieron las esperanzas de encontrarla en América.
En ese sentido, luego de la visita del escritor e historiador cordobés, José María Barrale a Francia, invitado para la presentación de su libro “reinas mecánicas” en el museo de Europa, el escritor argentino observó el interés de los coleccionistas por esta máquina y fue el motivo por el cual le consiguió una similar a la soñada por los coleccionistas, propiedad de una familia de productores de San Francisco, Córdoba.
Según el historiador argentino, es una de las primeras segadoras que llegaron al país desde Estado Unidos a principio de siglo y su marca de origen es Champion Header.
Vale aclarar que desde que se produjo la importación, el museo francés, se encuentra hermanado con el Museo de la Maquinaria Agrícolas de María Grande, Entre Ríos, gracias al aporte realizado por Barrale, quien fue nexo y embajador para que la unión se concretara.
LA MÁQUINA QUE FALTABA
“Ellos habían buscado una espigadora en Argelia, iniciaron los trámites pero no obtuvieron respuestas. También, fueron a Africa por el mismo motivo y no pudieron encontrarla. Yo estaba en conocimiento que una familia amiga de muchos años tenía una similar que no dudaron ni un instante en donarsela ante mi consulta”, explicó Barrale a Infocampo.
Además, el reconocido coleccionista e historiador argentino fue invitado al museo francés el día que se puso en funcionamiento la máquina y lo cuenta con mucha emoción. “Al verla funcional no pude retener las lágrimas”, dijo conmovido.
“Sabía que estas espigadoras se podían encontrar en Argelia pero la encontramos en la Argentina. Estamos muy contento, es muy importante para el museo”, había declarado Del Peso.
El propio director del museo francés fue quien vino a la Argentina, con una comitiva de recicladores de maquinarias agrícolas europeos y procedieron a desarmar la maquina que se encontraba en el campo de Córdoba. Su objetivo era embalarla para emprender el largo viaje hacia el antiguo continente y ser restaurada en el mítico museo.
Según el director del museo francés, Jean Michel esta donación fue la máquina que faltaba para completar la línea del tiempo de la cosechadora.
Hoy, la vieja espigadora luce con un brillo inigualable en el museo y es uno de los implementos más valorados por los directivos de la entidad y por todos los productores y coleccionistas que visitan el luegar.