El 1° de septiembre, el socialista francés Pascal Lamy asumirá como director general de la OMC, tras haber derrotado al diplomático uruguayo Carlos Pérez Del Castillo la semana pasada. Su nombramiento, si bien previsible, resulta llamativo. En momentos en que las negociaciones comerciales -especialmente las vinculadas a productos agrícolas- tienden a estancarse, un hombre como Del Castillo, con fama de conciliador, hubiera contribuido a la distensión. Lamy, por el contrario, es conocido como un negociador “duro”, y durante los cinco años que ofició de comisario europeo de Comercio, fue un inclaudicable defensor de los subsidios agrícolas. “Eso formó parte de mi pasado. En esta ocasión asumo un cargo distinto, que me llevará a pensar en forma diferente”, declaró el nuevo director. Y a quienes temen que sea imparcial, les recordó que el cargo de director general de la OMC está desprovisto de poderes que permitan intervenir demasiado en la realización de acuerdos comerciales. Un argumento no muy convincente, ya que Lamy conservará su poder de persuasión y de tejer acuerdos “en las sombras”, que es donde se toman las grandes decisiones. El ex comisario europeo de Comercio tendrá que poner en juego toda su capacidad para lidiar con los problemas que se vienen. La creciente expansión de China está generando un renacimiento de las ideas proteccionistas en varias partes del mundo. La desocupación golpea a los países ricos y genera inconveniencias para el libre comercio.
Sebastián Masana