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La cosecha de dólares, una señal para el campo

Baja cosecha de trigo, producción de maíz también menor a la última campaña aunque algunas mejores proyeecciones para la soja con una producción cercana a los 50 millones de toneladas. Un año con desafíos e incertidumbres.

infocampo

Argentina abre interrogantes como para dar certezas acerca de futuros escenarios políticos y económicos. Sin embargo, acostumbrados a estas vacilaciones, somos capaces de encontrar en ciertas insinuaciones, algunas señales. Urgido por la escasez de dólares, el Gobierno ha esbozado algunas claves para entender que el sector será clave para  proveer de divisas a las apretadas cuentas públicas.

El primer cambio, fue el lanzamiento desde el Banco Central de una letra en pesos atada al tipo de cambio oficial (dollar-linked), con la esperanza que permita ingresos a las reservas cercanos a US$ 1.500 millones destinado a las cerealeras. A grandes trazos significa una actualización suficiente que despejaría a corto plazo el miedo por la aceleración de la devaluación oficial. Claro está, hay que volver a creer en la emisión de deuda por parte del Estado argentino.

Hasta ahora, esta liquidación de cerealeras en “pequeñas cuotas” permitió al Banco Central abandonar el rol de “vendedor” en el mercado cambiario y comenzar un inestable equilibrio en la caída de reservas. Todo un “triunfo inimaginable” y que llega de la mano de los gigantes sojeros.

Algo parecido sigue esperando el  sector triguero. El campo en este caso reclama al Gobierno que analice la eliminación de las retenciones y los permisos de exportación para el cereal, cuya siembra y producción está en los niveles históricos más bajos. Medidas con altas probabilidades de tomarse por necesidad, más que por convicción. En números, significaría un aumento de 9 millones de toneladas, 2.100 millones de pesos adicionales de recaudación y 3.000 millones de dólares más en exportaciones. De todos modos el equipo económico deberá disimular cualquier impacto en los precios.

Vale repasar la debacle del trigo, que es significativa. A partir de las políticas aplicadas desde 2006, se pasó de sembrar 7 millones de hectáreas a poco más de 3, y de producir 15 millones de toneladas a 8,5 millones. De esta manera, el trigo representaba en el 2000 un 26% de la superficie cultivada y en 2013 solo el 9%.

Para el caso de las producciones regionales, el gobierno a través del ministro de agricultura Carlos Casamiquela al menos ha tomado la iniciativa discursiva. Remarca la necesidad de trabajar sobre las “cadenas de valor”, aumentar la producción, favorecer la tarea de los productores, todo esto sin descuidar el bolsillo de los argentinos. Parece mucho cuando aún en la práctica no se ha tomado ninguna medidas. Sin embargo, si pudiera contener la “inflación” a pesar de la aceleración en la corrección del tipo de cambio, podría darle mayor competitividad y algo de oxígeno.

La última resolución del Banco Nación, que reduce el financiamiento a los productores de soja, es traducido como un “cierre de canilla” para que liquide más soja. Decisión que vuelve a tensar la relación entre la Mesa de Enlace y el Gobierno.

Resumiendo. En cuanto al agro, que traccionó fuerte en 2013, las perspectivas resultan heterogéneas. Se espera una baja cosecha de trigo para 2013/14, tanto por las distorsiones regulatorias como por el impacto negativo del clima. A su vez, la producción de maíz también resultaría menor a la última campaña, por las mismas condiciones climáticas. No obstante, existen mejores proyecciones para la soja, dado que se espera una producción cercana a los 50 millones de toneladas. De todas formas, se esperan menores precios internacionales de los principales cultivos, lo que podría repercutir en el balance general. En definitiva, si el gobierno necesita dólares, deberá corregir las distorsiones, contener la inflación y dar incentivos al campo, único sector que siembra y cosecha dólares.

Juan Dillon. Representante de Nitrasoil

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Argentina abre interrogantes como para dar certezas acerca de futuros escenarios políticos y económicos. Sin embargo, acostumbrados a estas vacilaciones, somos capaces de encontrar en ciertas insinuaciones, algunas señales. Urgido por la escasez de dólares, el Gobierno ha esbozado algunas claves para entender que el sector será clave para  proveer de divisas a las apretadas cuentas públicas.

El primer cambio, fue el lanzamiento desde el Banco Central de una letra en pesos atada al tipo de cambio oficial (dollar-linked), con la esperanza que permita ingresos a las reservas cercanos a US$ 1.500 millones destinado a las cerealeras. A grandes trazos significa una actualización suficiente que despejaría a corto plazo el miedo por la aceleración de la devaluación oficial. Claro está, hay que volver a creer en la emisión de deuda por parte del Estado argentino.

Hasta ahora, esta liquidación de cerealeras en “pequeñas cuotas” permitió al Banco Central abandonar el rol de “vendedor” en el mercado cambiario y comenzar un inestable equilibrio en la caída de reservas. Todo un “triunfo inimaginable” y que llega de la mano de los gigantes sojeros.

Algo parecido sigue esperando el  sector triguero. El campo en este caso reclama al Gobierno que analice la eliminación de las retenciones y los permisos de exportación para el cereal, cuya siembra y producción está en los niveles históricos más bajos. Medidas con altas probabilidades de tomarse por necesidad, más que por convicción. En números, significaría un aumento de 9 millones de toneladas, 2.100 millones de pesos adicionales de recaudación y 3.000 millones de dólares más en exportaciones. De todos modos el equipo económico deberá disimular cualquier impacto en los precios.

Vale repasar la debacle del trigo, que es significativa. A partir de las políticas aplicadas desde 2006, se pasó de sembrar 7 millones de hectáreas a poco más de 3, y de producir 15 millones de toneladas a 8,5 millones. De esta manera, el trigo representaba en el 2000 un 26% de la superficie cultivada y en 2013 solo el 9%.

Para el caso de las producciones regionales, el gobierno a través del ministro de agricultura Carlos Casamiquela al menos ha tomado la iniciativa discursiva. Remarca la necesidad de trabajar sobre las “cadenas de valor”, aumentar la producción, favorecer la tarea de los productores, todo esto sin descuidar el bolsillo de los argentinos. Parece mucho cuando aún en la práctica no se ha tomado ninguna medidas. Sin embargo, si pudiera contener la “inflación” a pesar de la aceleración en la corrección del tipo de cambio, podría darle mayor competitividad y algo de oxígeno.

La última resolución del Banco Nación, que reduce el financiamiento a los productores de soja, es traducido como un “cierre de canilla” para que liquide más soja. Decisión que vuelve a tensar la relación entre la Mesa de Enlace y el Gobierno.

Resumiendo. En cuanto al agro, que traccionó fuerte en 2013, las perspectivas resultan heterogéneas. Se espera una baja cosecha de trigo para 2013/14, tanto por las distorsiones regulatorias como por el impacto negativo del clima. A su vez, la producción de maíz también resultaría menor a la última campaña, por las mismas condiciones climáticas. No obstante, existen mejores proyecciones para la soja, dado que se espera una producción cercana a los 50 millones de toneladas. De todas formas, se esperan menores precios internacionales de los principales cultivos, lo que podría repercutir en el balance general. En definitiva, si el gobierno necesita dólares, deberá corregir las distorsiones, contener la inflación y dar incentivos al campo, único sector que siembra y cosecha dólares.

Por Juan Dillon. Periodista en Economía. Especial para la firma de bioinoculantes Nitrasoil Argentina

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