El año pasado finalizó con una fuerte suba en los precios de venta al públco de la carne vacuna, tras la llegada de Javier Milei a la presidencia y la posterior devaluación implementada por el Ministerio de Economía, con un tipo de cambio que pasó de $400 a $800.
En esos días, el precio de la hacienda en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (MAG) tomó impulso y rompió la barrera de los $2.000 el kilo vivo.
Esta situación tuvo un fuerte traslado a los mostradores, que con el correr de los meses retrocedieron en parte, en un ciclo de oscilaciones con un rasgo excluyente: las carnicerías no pueden terminar de trasladar las subas a sus pizarras.
La caída del poder adquisitivo quedó por demás rezagada frente a una inflación que si bien muestra signos de baja, sigue siendo elevada.
LOS PRECIOS DE LA CARNE VACUNA
En este contexto, los precios de la carne vacuna siguen altos. En un trabajo elaborado por Franco Artusso, del Ieral de la Fundación Mediterránea, calculó -en base a datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina- que entre enero y marzo de este año, los cortes vacunos promediaron $6.792.
Este valor ponderado, medido en valores reales, es un 10,9% más elevado en comparación al mismo período del año pasado; un 11,8% más caro con respecto al promedio de los últimos 17 años y un 8,1% menor al medirlo con diciembre de 2023.
La carne bovina, con números en rojo: cae la faena y el consumo se desplomó a niveles históricos
A valores de marzo 2024, el informe destacó que el precio de la carne vacuna fue de $ 7.212 promedio por kilo en diciembre 2023. Luego bajó a $ 7.124 en enero, a $ 6.621 en febrero y quedó en $ 6.632 por kilo en marzo.
El negocio ganadero muestra dos caras bien diferenciadas. Por un lado, un mercado doméstico que perdió un 8% de producción y un 18% de consumo en el primer trimestre de 2024. Solo los envíos al exterior trajeron buenas noticias, con una suba del 23%.
¿QUE PASARÁ A PARTIR DE AHORA?
“En los próximos meses, la evolución de las variables fundamentales del mercado determinará lo que suceda con los precios”, consideró Artusso.
Un sendero posible es que la ganadería -con el incentivo de la mejora en la disponibilidad forrajera- apúnte a transitar un ciclo de retención. De materializarse esta tendencia, caerá la producción de carne y habra una presión alcista en los valores de la hacienda.
“Respecto a la demanda, en el plano local, el consumo dependerá de la velocidad e intensidad de la recuperación de la economía y del espacio que quede en los presupuestos de las familias, luego de un ajuste de precios relativos que incluye servicios públicos y otros que son muy relevantes en la canasta de las clases medias”, señaló.
En los mercados externos, si bien las señales parecen alentadoras, en el horizonte comienzan a aparecer algunos nubarrones. Entre ellos, las dudas que generan el menor ritmo de importaciones chinas y la reducción en los márgenes de la industria exportadora, a partir del aumento de la hacienda que se registró en los últimos meses.