“La ardilla de vientre rojo es originaria del sudeste de Asia, y fue introducida en nuestro país en 1970 porque era una especie carismática, atractiva”, explicó a Télam Radio Laura Guichón, investigadora adjunta del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Luján.
Según la especialista, esta especie de roedor “trae muchos problemas a los productores por el consumo de frutos, semillas y descortezado de ramas que afecta a la industria frutícola y forestal”.
Las ardillas asiáticas “llegaron a un campo en el partido de Luján, al principio estaban en un gran jaulón, luego algunas escaparon, otras fueron liberadas intencionalmente, y eso dio origen a una población en la zona”. Pero hoy se las puede encontrar también en las provincias de Córdoba y Santa Fe: “Al ser una especie atractiva, las personas las ven lindas y se las llevan para otros lados, a veces las tienen como mascota pero es más habitual que las liberen en campos y jardines, y eso establece otro foco de invasión”.
En cuanto a las medidas adoptadas para prevenir la propagación de esta “simpática” plaga, Guichón comentó que entre la universidad y el INTA “tratamos de evitar que se sigan llevando ardillas a otros lugares, que es una actividad ilegal”.
Por el momento algunos productores, de manera aislada, intentan reducir los daños que sufren en sus establecimientos, por lo que la investigadora recomendó que “si se van a implementar métodos, que sean aprobados, bien usados y autorizados por las autoridades competentes”.