“¿Y ahora, cómo encontrarán un camino para sentarse a negociar?” Esta es la pregunta que recorre las oficinas de los principales empresarios ligados a la exportación y está referida a que, por segunda semana consecutiva, el hecho de la semana es el conflicto que tiene su eje en el duro reclamo de los gremialistas del Senasa por un 50% de aumento para sus afiliados. Como se trata del organismo encargado de certificar los casi u$s 16.000 M en exportaciones derivadas del complejo agroindustrial (excepto frutas y verduras) el tema no es menor. Porque es dable suponer la reacción del ministro de Economía, Roberto Lavagna, ante este tipo de pedidos. ¿Existe temor en las oficinas gubernamentales de volver a repetir aquella experiencia de los telefónicos que lograron acercarse al objetivo reclamado, y que significó la reaparición en el centro de la escena política de los sindicatos que habían sido desplazados por los movimientos piqueteros? Es difícil saber cómo impactará en los funcionarios la reciente declaración internacional instando al gobierno hacia una mayor libertad sindical.
Es por eso que en esta edición nos hemos encargado de analizar el presupuesto del Senasa (ver pág. 7) e incluso le pedimos opinión al presidente de la Sociedad Rural (ver pág. 12). En ambos casos, queda claro que los fondos con que cuenta el organismo, por decirlo suavemente, son irrisorios. Y que los profesionales perciben remuneraciones que no están acordes con su función también es un dato de la realidad.
Pero por otro lado, también vale la pena detenerse un poco en la coyuntura. Por estos días una misión comercial china está visitando la provincia de Córdoba con el ánimo de hacer negocios con la cadena de la carne.
Y el lunes está anunciada la llegad de la misión sanitaria de los Estados Unidos que deberá auditar si la Argentina está en condiciones de exportar a dicho país. ¿Era éste el momento para hacer los reclamos? Porque desde hace tiempo todos los integrantes de la cadena de ganados y carnes viene esperando la reapertura del mercado americano con la esperanza de relanzar el negocio. Y al mismo tiempo, el precio de la carne comenzó a ser motivo de preocupación en los despachos oficiales. Allí fue el secretario de Agricultura, Miguel Campos, junto a técnicos de Economía a hacer acuerdos con el sector de supermercados y carnicerías para evitar que el índice se dispare.
Y en este punto, ¿la acción de ATE-Senasa, que por cierto es uno de los tres gremios estatales que están involucrados en la discusión, no es funcional a la estrategia del gobierno para “disciplinar” a los ganaderos desinflando las expectativas de mejores precios para la hacienda con la demanda americana?
Porque ¿qué pasa si se demora el ingreso de carne argentina a los Estados Unidos? Digamos, seis meses… un año. Cambia el escenario ¿no? En ese caso, también es dable presumir que habrá poco tiempo para discutir razonablemente sobre presupuestos y remuneraciones. Todos los afectados reclamarán que los empleados y profesionales del Senasa paguen por los platos rotos. Mientras tanto, el mundo seguirá girando. Y una vez más, nosotros lo seguiremos mirando de afuera.
Daniel Díaz
ddiaz@infocampo.com.ar
