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¿Lácteas al borde del knock out?

La política económica encorseta a la industria, que se ve obligada a reestructurar una deuda multimillonaria. La facturación anual de Mastellone en 2005 ascendió a casi $ 1.600 millones, una cifra bastante similar a su gran competidor, la coooperativa SanCor, que en el último ejercicio facturó $ 1.568 millones. Ambas empresas presentaron quebrantos en sus balances. Mastellone de $ 71 millones, y los cooperativistas de $ 33 millones.

La política económica encorseta a la industria, que se ve obligada a reestructurar una deuda multimillonaria. La facturación anual de Mastellone en 2005 ascendió a casi $ 1.600 millones, una cifra bastante similar a su gran competidor, la coooperativa SanCor, que en el último ejercicio facturó $ 1.568 millones. Ambas empresas presentaron quebrantos en sus balances. Mastellone de $ 71 millones, y los cooperativistas de $ 33 millones.
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âLamentablemente, los márgenes (de rentabilidad) están crecientemente afectados -y lo estarán aún más en el futuro- por costos adicionales no pasados a los precios. Su compresión es de tal magnitud que a corto plazo deberá ser trasladada a los precios de venta o compensada de alguna forma, para asegurar la continuidad del proceso de crecimiento actualâ.

Esta frase está rubricada por Pascual Mastellone, presidente de Mastellone Hnos. SA, cuya marca La Serenísima es una de las líderes del mercado de lácteos en la Argentina. La firmó el 10 de agosto, para concluir la memoria que acompaña el ejercicio del primer semestre de 2006 y que arroja una pérdida de $ 41,85 millones.

Dos meses después del vaticinio, la empresa anunció que 10 millones de dólares correspondientes a intereses de la deuda de la compañía, que vencían el 31 de diciembre, iban a ser canjeados por nueva deuda. Estos intereses corresponden a una deuda multimillonaria, reestructurada en 2004.

La facturación anual de Mastellone en 2005 ascendió a casi $ 1.600 millones, una cifra bastante similar a su gran competidor, la coooperativa SanCor, que en el último ejercicio facturó $ 1.568 millones.

Ambas empresas presentaron quebrantos en sus respectivos balances. Mastellone de $ 71 millones, y los cooperativistas de $ 33 millones.

SanCor, además, antecedió a su competidor en esto de reprogramar deuda reprogramada, cuando en setiembre avisó a la Comisión Nacional de Valores que los intereses que vencían el 30 de ese mes se iban a pagar en tres tramos, hasta noviembre del corriente año y que difería el capital.

Previo a esto, el 8 de setiembre, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires había decidido suspender la cotización de dos series de obligaciones negociables de la compañía.

Con estos antecedentes hay que suponer que algo está pasando en la estructura del agronegocio lácteo para que ocurra todo esto.

Y la respuesta está en la memoria que acompaña el último balance de SanCor. Veamos.

Cuando en 2001 se pulveriza la convertibilidad, estas empresas que tienen entre el 75 y el 80% de su facturación atada al mercado interno, quedaron prisioneras del poder adquisitivo de los consumidores argentinos, muy afectados por salarios que valían tres veces menos que antes.

Por el otro lado, los tamberos, principales proveedores de esta industria, se enfrentaban al hecho de que buena parte de sus costos tenían que ver con bienes transables, es decir cuyo precio se fija por la paridad de exportación con el mercado internacional. Por ejemplo el maíz, que saltó de valer 100 pesos o dólares, a valer $ 300. Lo mismo para el resto de los alimentos balanceados. Pero también el costo de oportunidad de la tierra, que tanto se puede destinar a pasturas para que las vacas coman, como a la soja.

Los balances posdevaluación de estas empresas asustan. Mastellone manifiesta quebrantos de $ 254 millones al 30 de junio de 2002, y de $ 136 millones al 30/06/2004.

SanCor cerró su primer balance posdevaluación con pérdidas por $ 211,5 millones, que pudo ir revirtiendo parcialmente, hasta volver a caer en el ejercicio cerrado el 30/06/2006 con un quebranto de $ 113,2 millones.

Sucede que cuando el consumo interno comenzó a reactivarse, vino el corset de la lucha contra la inflación, que empezó a pegar fuerte a partir de la segunda mitad de 2005. Justo en ese ejercicio (2004/05) ambas empresas tuvieron ganancias: $ 71 millones SanCor y $ 27 millones Mastellone.

Primero fue la suba de las retenciones, luego la quita de los reintegros a la exportación y por último el acuerdo de precios firmado en enero de 2006, por el cual se comprometían a mantener fijo los precios de una cantidad de productos sensibles.

Curiosamente, este miércoles 25 de octubre, el mismo Pascual Mastellone participó junto a directivos de SanCor y de otras alimentarias, de una reunión con el presidente Kirchner, donde de palabra se comprometieron a mantener los precios hasta diciembre de 2007, es decir durante todo el próximo año eleccionario.

Con la vía exportadora recortada en rentabilidad y el mercado interno techado, además las lácteas enfrentaron una presión por el aumento de los costos.

Entre el primer semestre de 2005 y el primero de 2006, Mastellone tuvo un incremento del rubro sueldos del 38%, en tanto que los fletes subieron otro 21%. También honorarios y retribuciones por servicios mostraron una suba del 55%.

A esto se le suma la presión de los mismos tamberos, quienes manifiestan estar trabajando a pérdida o sin rentabilidad y realizan protestas frente a las usinas, reclamando mejores precios.

Pero no termina acá la cuestión, porque las devaluaciones tácticas del peso frente al dólar, dispuestas por el Gobierno (ver en este mismo semanario la entrevista a José Luis Espert), significan recargar la mochila de la deuda de estas empresas.

Veamos el caso de SanCor. En 1995 habían tomado u$s 70 millones para financiar su plan de expansión y en 2000 lanzaron obligaciones negociables por u$s 95 millones. Devaluación mediante, recién en 2004 pudieron renegociar la deuda con sus tenedores, que asciende a u$s 176,09 M, según el último balance. Solamente una variación negativa del peso frente al dólar en 10 centavos, significa que ese monto inicial aumenta en $ 17,8 M. Con todo este escenario, el principal tramo de esa deuda, que se convino pagar en diez cuotas semestrales, crecientes, a partir del 30 de setiembre de 2005, tuvo que ser reestructurado en el año de arranque.

Gustavo Mozeris, un especialista en agronegocios, miembro del equipo de Aacrea y de la Facultad de Agronomía de la UBA, señala la debilidad que significa basarse en el mercado interno, en este momento. Por el contrario, apunta que aquellas empresas con mayor apalancamiento en el mercado externo, o directamente volcadas a él con exclusividad, están mejor posicionadas para capear el escenario de la lechería argentina. Igualmente sostiene, y esto es una señal positiva, no hay que esperar ninguna debacle del sector ni en el corto ni en el mediano plazo.

Javier Preciado Patiño
jpreciado@infocampo.com.ar

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