“El uso de biocarburantes líquidos, como el etanol y el biodiesel en el sector del transporte de todos los países puede reducir la dependencia del petróleo” y en muchos países del Sur se podría utilizar “para cocinar y para necesidades agrícolas”, indicó un comunicado de la AIE.
Esas son algunas de las conclusiones de un seminario celebrado en esta agencia vinculada a la OCDE, que reúne a los principales consumidores de energía, y que estuvo patrocinado por la Fundación de las Naciones Unidas y por el Gobierno de Brasil.
Los participantes, entre los que había seis ministros, varios embajadores, empresarios y expertos en este tipo de combustibles subrayaron los avances tecnológicos que están sustentando esta potencialidad.
Los especialistas explicaron que muchos países están contemplando elevar por encima del objetivo inicial del 10 por ciento de biocombustibles la mezcla utilizada en los vehículos.
“Este nivel se considera un buen objetivo a corto plazo, porque requiere pocos cambios en la distribución del combustible o en los motores de los coches”, afirma la AIE.
Ahora, pensando en 2025, el etanol podría sustituir un 25 por ciento de la gasolina utilizada como combustible, de forma tal que en ciertos países hasta permitiría sustituir las importaciones de crudo.
El director ejecutivo adjunto de la AIE, William Ramsay, se refirió al “destacable número de nuevas políticas para ampliar la producción de biocombustibles para usarlos en países en desarrollo e industrializados”.
El dirigente también mencionó el “gran número de nuevas inversiones tanto en la producción como en el desarrollo de nuevas tecnologías” aplicadas a la producción de estos insumos.
Según Ramsay, los biocombustibles suponen “una oportunidad única” de desarrollar la cooperación entre países del sur y entre éstos y los países del norte.