El tema ambiental nos atraviesa a diario: el agua, los residuos sólidos urbanos, el cambio climático, para mencionar algunas problemáticas. No podemos resolver todo, pero sí aportar acciones que las atemperen.
La basura domiciliaria es quizás uno de los temas de mayor actualidad. Entre el 40 y 50% en peso de la basura que generamos son residuos orgánicos. Si disponemos de lugar, podemos transformar un desperdicio en algo útil.
Casi todos los desechos orgánicos producidos en una casa pueden convertirse en un abono de excelentes propiedades para nuestras plantas. ¿Cómo? En principio, necesitaríamos colocar un recipiente más chico y con tapa al lado del tacho que tenemos en la cocina. Ahí tiraríamos todo lo que se desintegra rápido –yerba, café y té usados, cáscaras de frutas, restos de verduras, cáscaras de huevo bien rotas, etc–. No se debe colocar nada que contenga sal, ni carne y, por supuesto, tampoco plásticos, papeles, tergopor, vidrio, metal.
Mientras tanto, disponemos de un lugar en el jardín donde hacer una montañita, atrás de unos arbustos, o construir una abonera con maderas o los implementos que tengamos. Para una familia de 5 personas, una opción es realizar dos o tres habitáculos de 1m por 1m por1 m, abierto de frente y que no esté cerrado herméticamente. Así, cuando se llena uno, seguimos con el otro, cuando éste se completa, con el siguiente y vamos utilizando el material del primero.
En la abonera van los restos de la cocina que mencionamos y los del jardín -hojas secas, pasto, yuyos-. Nada debería ir a la calle ni quemarse, todo a la abonera. A esto le agregamos un poco de tierra y cada tanto -puede ser una vez por mes- estiércol de caballo, de ave, conejo, vaca, oveja, etc. No es imprescindible, pero si los ponemos, mejor. Nunca agregar heces de perro, ni de gato, cerdo o humano. Con estos aportes nos aseguramos de que el abono tenga todos los nutrientes que las plantas necesitan. Podemos agregarle algo de cenizas, como si pusiéramos sal a la comida.
En la abonera proliferan una multitud de organismos benéficos llamados descomponedores, que degradan los restos orgánicos y liberan los nutrientes que poseen para que puedan ser utilizados por las plantas. Para que realicen su trabajo eficientemente es necesario que haya humedad suficiente y que el proceso se realice en presencia de aire que permita el desarrollo de los aeróbicos. Para esto es bueno remover la pila cada 15 o 20 días.
¿Cuando está listo? En la época más fría puede tardar 5 o 6 meses. En la cálida, 3 o 4 meses.
¿Cómo advierto que está listo? Cuando tomo un poco del material y no distingo lo que coloqué originalmente. Además, al olerlo debe tener aroma “rico a tierra”. Este es el mejor indicador. En ese momento se tamiza con un elástico de colchón viejo o una zaranda de orificios de0,5 a1 cmde diámetro. Este tamaño permite pasar agregados grandes que liberarán de a poco sus componentes y durará su efecto más tiempo en el suelo. El abono así preparado aporta nutrientes y mejora las condiciones físicas del suelo y su retención de humedad.
Por Claudio Jorge Leveratto. Especialista en desarrollo rural del ProHuerta Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA)
Fuente: Prensa INTA