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¿Cómo termina el año para la ganadería argentina?

La evolución de los valores de la hacienda y las variables que sostendrían las retenciones; la debilidad exportadora a raíz del sobreprecio que enfrentan los frigoríficos argentinos; y el real impacto de la caída de la demanda rusa.

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La evolución de los valores de la hacienda y las variables que harían factible sostener la fase de retención; el renovado interés por la ganadería y la debilidad exportadora a raíz del sobreprecio que enfrentan los frigoríficos argentinos; y el real impacto de la caída de la demanda rusa.

El año que está terminando presenta contrastes importantes para la ganadería y la industria de carnes argentinas.

Por un lado, comenzó con una recuperación de precios para la hacienda, que se había iniciado en octubre anterior, y que fue la característica del período hasta agosto. Este movimiento se basó, casi exclusivamente, en una menor disponibilidad.

En ese sentido, la oferta de animales para faena empezó a moderarse a fines de 2013 y hacia fines de 2014 mostraba variables interanuales negativas.

Esta reducción de la faena sumada a la revalorización de la hacienda nos llevó a identificar que se había iniciado una fase de retención del ciclo ganadero. Claro que era una retención suave, débil y expuesta a la evolución de las variables macroeconómicas, difíciles de prever a causa de los desequilibrios imperantes (tipo de cambio, inflación, políticas monetaria y fiscal, recesión desde la segunda mitad de 2013) y a la falta de verosimilitud de los anuncios oficiales.

Sin embargo, otra variable importante, el porcentaje de hembras en la faena, no llegó a ajustarse como para poder ser más enfáticos en el diagnóstico de tal fase de retención.

De todos modos, el precio del novillo aumentó 95% nominal entre septiembre de 2013 y agosto de 2014 lo que, aún con una inflación del orden del 40% anual, resultó un salto considerable (45% en términos reales).

Esto fue generando un interés por la ganadería que no se había visto en algunos años el que, además, se agigantó, comparativamente, por la fuerte caída observada en los márgenes agrícolas a partir de la segunda mitad de 2014.

La retracción generalizada en el precio de los granos, a su vez, aumentó los márgenes para la producción de ganado suplementado y, especialmente, en confinamiento.

A partir de septiembre, con una oferta un poco más amplia, aunque siempre mostrando caídas interanuales, y el agotamiento de la demanda interna cuyos ingresos estaban penalizados por la inflación y la recesión, los precios empezaron a ceder: 20% en términos reales hasta fin de año, desde el pico de fin de agosto.

De esta manera, los precios comenzaron a ubicarse por debajo del promedio móvil del último año lo que, de no revertirse, seguramente significará la terminación de la fase de retención. En tal caso, ésta habrá durado alrededor de doce meses, algo parecido a las fases promedio de los últimos 40 años.

La demanda para exportaciones

El año había empezado de manera estimulante al haberse apuntado a mejorar una variable que venía muy retrasada: el tipo de cambio. En un solo día de enero se dictó una devaluación en el mercado oficial del 15%, acumulándose 23% en todo ese mes. La aplicación de una política monetaria prudente, con aumento en la tasa de interés, que era muy negativa en términos reales, sostuvo durante un tiempo el tipo de cambio y puso un techo sobre el mercado paralelo.

Sin embargo, al tiempo, las desventuras de la política fiscal y una política monetaria más laxa, con el tipo de cambio nuevamente usado como ancla para la inflación, hicieron que el efecto de la devaluación real (deflacionada) de enero despareciera en julio o agosto, volviéndose a la situación anterior y agravándose en los restantes meses del año.

Poco tiempo después de aquella devaluación, el Gobierno eliminó el esquema de “barata” para la exportación de carne, lo que debe constituir la medida más razonable y favorable para el sector en todo el año.

Sin embargo, en agosto, cuando el precio de la hacienda estaba llegando a su pico, anunció un recorte en el otorgamiento de ROEs, medida que, además, carecía de transparencia.

Este fue otro paso en falso, tomado por el persistente desconocimiento oficial de cómo funciona el mercado de haciendas y carnes.

Efectivamente, el precio de los vacunos comenzó a bajar contemporáneamente. Pero nada tuvo que ver esa medida. La mejor prueba es que el precio cayó rápidamente en Liniers, que integra un circuito comercial completamente divorciado de la exportación. Hasta principios de diciembre, mientras el novillo en Liniers bajó 20%, nominalmente, el novillo pesado trazado, típico producto para la exportación, redujo su cotización en sólo 8%. Recién con lo que pasó en el resto de diciembre (recuperación en Liniers y declinación en el precio pagado por los exportadores) el precio de ambos productos se equiparó en relación al pico de agosto.

En materia de exportación, 2014 sumó el tercer año en el que la Argentina fue desplazada de entre los principales 10 puestos mundiales. Los frigoríficos del país enfrentaron un sobreprecio para el novillo terminado promedio del 21%, en relación a sus competidores del Mercosur, con los derechos de exportación como la principal explicación, aunque no la única. El retraso del tipo de cambio también debe agregarse en esta cuenta.

Una buena noticia fue la habilitación del país para la cuota 481 de carne de animales de feedlot, que ingresa sin ningún arancel en el mercado europeo. Si bien se esperan beneficios a futuro, cuando imperen otras condiciones para la actividad, es muy bueno tener asegurado ese acceso desde ahora. Mientras tanto, pocos feedlots se han registrado para su habilitación, lo que está en línea con las posibilidades limitadas que tiene la Argentina en este terreno. Se estima que en el primer cuatrimestre del año próximo podrían embarcarse las primeras ventas.

El mercado internacional

Toda esta descripción del desempeño exportador argentino en 2014 contrasta con lo que ha estado pasando fronteras afuera.

Australia batió su récord mensual absoluto de exportaciones en tres oportunidades a lo largo del año. Brasil, líder mundial, viene superando a 2013 en 9% hasta noviembre. La India, otra sorpresa de los últimos años, que está peleando la primera posición con Brasil cabeza a cabeza, viene creciendo al 15/20% con respecto al año pasado, según los números hasta agosto, que son los últimos que se conocen. Por su parte, Estados Unidos, cuarto exportador mundial, hasta octubre, ha sobrepasado a 2013 en 1% en volumen y en 15% en precios FOB, lo que también habla de la fortaleza del mercado.

Ejemplos más cercanos nos indican que los embarques de Uruguay y Paraguay también se destacan sobre los de 2013 y hace varios años que han superado a los de la Argentina. Es decir, estamos aislados de un mercado mundial que vino creciendo a tasas muy importantes. Sólo en el último trimestre está mostrando algunas debilidades al compás de la caída generalizada de los commodities agrícolas, energéticos y mineros, aunque con bastante rezago, y del reacomodamiento del valor de las monedas de las principales economías del mundo.

Perspectivas

Las condiciones generales de la economía argentina para 2015 no son muy halagüeñas y en particular, tampoco para este sector.

La actividad económica seguirá con una tendencia negativa, siendo ya esta recesión la tercera más larga desde los años de 1980, aunque no demasiado profunda. La inflación podrá ser algo más baja que la del año que termina, pero no menor al 35%. Es muy probable que el tipo de cambio se siga usando para compensar el crecimiento de precios, lo que augura una continua revaluación del peso y la creciente pérdida de la competitividad internacional. No hay ningún indicio de que las políticas monetaria y fiscal contribuyan a un menor desequilibrio. Y no pareciera haber intención de llegar a un arreglo en materia de deuda externa.

Traduciendo todo esto para las implicancias sobre el sector de ganados y carnes, se puede pensar que va a ser difícil sostener la fase de retención iniciada hace poco más de un año. Con el agravante de que el crédito bancario, más allá de que tiene tasas reales negativas, mayormente, es sumamente escaso.

Escenario internacional

Los analistas coinciden en que la baja en el precio del petróleo, que fue de casi 50% en 6 meses, ha venido para quedarse, al menos por un par de años. Del rango de U$S 90/120 por barril que rigió en los últimos 2 ó 3 años, ha caído por debajo de U$S 60 y se supone que recién hacia fines de 2015 podrá recuperarse hasta entre U$S 60 y 80.

También la mayor parte de los commodities, tanto de origen agropecuario como mineral, han tenido retrocesos importantes y nadie está previendo una rápida recuperación. En este contexto, el fortalecimiento internacional del dólar frente a la mayoría de las monedas restantes, está condicionando el mercado internacional y las cotizaciones.

En el caso particular de la carne vacuna, hay que ver que la baja del precio del petróleo castiga fuertemente a las economías de uno de los principales importadores mundiales (Rusia), de algunas potencias medianas en la importación (como Irán) y de un importador relevante a nivel regional (Venezuela).

Un dólar fortalecido y la debilidad de varios importadores destacados tienen que afectar las cotizaciones internacionales. Además, en 2015 la Argentina competirá con un peso más valuado, por lo dicho más arriba, al lado de otros exportadores cuyas monedas resultarán más competitivas.

En este sentido, las proyecciones del USDA para el mercado mundial de carne vacuna en 2015, realizadas en octubre pasado, que contemplan un crecimiento de 170 mil toneladas equivalentes carcasa (tec) o 2%, parecen demasiado optimistas.

En concreto

Parece muy difícil que se sostenga, a lo largo de 2015, la fase de expansión del rodeo iniciada a fines de 2013.

En este caso, el número de animales destinados a faena debería registrar un aumento, demorando la reconstrucción del stock.

Con respecto al panorama internacional, debe decirse que, dada la muy baja exposición de la Argentina al mercado mundial de carnes, algo de por sí negativo, los efectos de estos acontecimientos serán menores.

Existe una chance de que 2015 sea mejor para la ganadería argentina. Si a pesar de todos estos pronósticos desfavorables, hubiera decisiones generalizadas para mantener el rodeo y alimentar por más tiempo a los animales más jóvenes y livianos en lugar de venderlos para su sacrificio, anticipando el cambio político de fines de año y su consecuencia sobre la política de carnes, impulsado, además, por los pobres números de la agricultura, puede que la fase de retención continúe.

El nivel de oferta y los precios reales en febrero/marzo serán un anticipador elocuente de cuál de estos dos caminos puede tomar el sector en este año que se inicia.

Por Miguel Gorelik , Director de Valor Carne

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