Parecería que la única estrategia es seguir con políticas artificiales de alimentos baratos para salarios bajos a fin de mantener muchas industrias no competitivas.
Se sigue con la idea de que el sector agropecuario tiene que subsidiar a la industria. Que el interior tiene que subsidiar los grandes conglomerados urbanos. Que el más pobre tiene que subsidiar a los más ricos. Con estas ideas no puede haber cambio. Es un nuevo atajo a la solución definitiva de nuestros problemas.
El error es no poner el problema en contexto y no advertir la importancia del complejo agroindustrial de la Argentina. Este complejo es la industria más importante del país, por sus aportes y por la genuina ocupación territorial en la que se desarrolla. Ha consolidado en los últimos años una gran autopista del conocimiento, por donde circula toda la innovación y la tecnología -hacia y desde el campo- por medio de una gran red de emprendedores que le permitió consolidarse como el sector más dinámico de la economía.
Conglomerado de pymes
El complejo tiene el mayor conglomerado de pymes del país, siendo por lo tanto el mayor dador de mano de obra, principalmente en el interior, dando trabajo al 35% de los argentinos. Representa, además, el 60% de las exportaciones que en 2007 totalizaron 35.000 millones de dólares. Aporta el 45% del PBI y solamente por retenciones el fisco recaudará este año 7500 millones de dólares.
El absurdo es insistir con la antinomia campo versus industria. Hay que discutir industria competitiva contra industria no competitiva y cuáles deben ser las políticas para el crecimiento y el desarrollo que necesita cada una.
La dirigencia y el Gobierno tienen que definir que, si hay necesidad de subsidiar algún sector, es el Estado el que tiene la responsabilidad de hacerlo y no un sector a favor de otro con medidas económicas decriminatorias entre ellos o entre los mismos protagonistas de un mismo sector o cadena.
El complejo agroindustrial ha dado suficientes muestras de lo que es capaz de superar la falta de política para el sector, las intervenciones en los mercados y la ingerencia del Gobierno en las decisiones empresarias. Sin políticas de Estado, viene superando igual todos los récords de producción y de exportaciones, pero esta situación es difícil que pueda mantenerse.
Una pregunta que nos debemos hacer es la siguiente: ¿Cuánto más habríamos crecido y cuánto mejor estaría el conjunto de la sociedad, de haber tenido políticas de Estado con el fin de dar previsibilidad al innovador, al inversor y al trabajador que moviliza cada emprendimiento empresario en el campo argentino?
La política económica no debe estar atada, únicamente, al nivel de precios de las commodities. Debemos crear fondos anticíclicos consolidados en los años de las vacas gordas como los actuales, para los años de vacas flacas que con seguridad van a volver.
En este período de bonanza hay que tener en cuenta que más gente va a tener trabajo y que habrá mejores salarios, para poder comprar los alimentos necesarios, que siguen siendo y van a seguir siendo, los más baratos del mundo.
Riqueza y exportación
Por eso, es falso seguir con la idea de que si aumentamos las exportaciones aumentará el precio de nuestros alimentos y se comprometerá la calidad de vida de nuestros conciudadanos.
En resumen: a mayor riqueza por mayores exportaciones hay mayor actividad de toda la economía del país, aumenta su PBI generando los recursos genuinos para atender las necesidades y ayudar como corresponde a los más necesitados en forma directa por el Estado.
Pero esta propuesta no es sostenible si no se implementa simultáneamente un Plan Nacional Universal para saber quiénes son y dónde están los necesitados y marginados.
Lo que no es sostenible es seguir con la idea retrógrada de subsidiar a los 40 millones de habitantes y a todos los turistas del mundo que nos vienen a visitar para consumir carne y pan baratos, a través de controles de precios y la intervención en los mercados.
El nuevo Gobierno tiene una oportunidad única para hacer los cambios en las políticas y los estilos de gestión para que por medio de un diálogo constructivo, entre el sector público y privado, se puedan generar consensos que permitan producir un shock de exportaciones cualitativas y cuantitativas.
*El autor fue presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)
Columna de opinión sustraída del sitio Web: www.arturonavarro.com.ar