La ‘buena salud’ de los suelos depende en gran medida de la cantidad que poseen de materia orgánica, ese compuesto que, entre otras cosas, le da el color negro a la tierra y que actúa como reservorio de nutrientes para las plantas.
Un estudio conjunto de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el INTA, el CONICET y las universidades de Mar del Plata y de Stanford, publicado en sitio de divulgación científica “Sobre La Tierra”, reveló el rol crucial que juegan las raíces en la producción la materia orgánica de los suelos.
“En este trabajo descubrimos que a través de la rizodeposición, las plantas, además de darle de comer a los microorganismos están contribuyendo a formar materia orgánica estable del suelo, esa que se ‘pega’ a las arcillas y a los limos. Eso es novedoso, porque antes pensábamos que la materia orgánica del suelo se formaba a partir de pedazos de raíces o de tejidos vegetales de difícil descomposición”, destaca Gervasio Piñeiro, investigador en el instituto IFEVA (CONICET-FAUBA) y docente de la cátedra de Ecología de esa Facultad de Agronomía (UBA).
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En este importantísimo avance, Piñeiro trabajó también con Sebastián Villarino, investigador del CONICET en la Universidad de Mar del Plata, Priscila Pinto, docente de la FAUBA, y Robert Jackson, investigador de la Universidad de Stanford.
¿Qué es la rizodeposición? “Las plantas generan raíces y al mismo tiempo exudan compuestos hacia fuera, hacia la tierra. Son compuestos sencillos, azucarados, ‘ricos’ para los hongos y las bacterias del suelo. Cuando éstos ‘comen’, a su vez liberan al medio nutrientes inorgánicos que las plantas absorben y usan para vivir”, describe el investigador de la Facultad de Agronomía, quien también reconoce que aún no se sabe muy bien por qué existe este mecanismo.
Sin embargo, y en concreto por las investigaciones que realizaron, consiguieron el resultado clave: la rizodeposición aportó hasta un 46% de la materia orgánica asociada a la parte mineral del suelo, que es la más estable, mientras que las raíces y la parte aérea aportaron a esa fracción sólo 9% y 7%, respectivamente.
DATO: Las ideas de esta investigación fueron publicadas en “Science Advances”
“Este trabajo demuestra, por primera vez, la importancia de la rizodeposición para los suelos y los ecosistemas”, afirma.
De acuerdo a las aclaraciones de la investigación, hace mucho tiempo que se estudia cómo se forma y se degrada la materia orgánica de los suelos, una cuestión que demanda mucho trabajo, tanto en el campo como en el laboratorio.
Sin embargo, este avance se consiguió gracias a técnicas como la resonancia magnética nuclear y el uso de trazadores isotópicos. De esta forma, se pudo empezar a investigar ambos procesos “in situ” y a conocerlos en detalle.
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AMBIENTALES CUESTIONAMIENTOS
Piñeiro señala que la búsqueda de cosechar cada vez más implica, también, un problema.
“Tenemos que pensar en un nuevo mejoramiento vegetal que se enfoque en el ecosistema. Obviamente, hay que buscar producir más órganos cosechables, pero también debemos empezar a mirar con lupa las características de las plantas que son importantes para que los agroecosistemas sean más sustentables”, enfatiza el investigador.
Finalmente, el experto en ecología vegetal manifiesta que mejorar el estado de los suelos, aumentando su contenido de materia orgánica, permite capturar en ellos más dióxido de carbono y así contribuir a mitigar los efectos del cambio climático.
En resumen, “la materia orgánica del suelo es un componente central para dar esos servicios ecosistémicos”, concluye.