Investigadoras de Rosario realizaron un avance científico que abre el camino para el desarrollo de cultivos de durazno resistentes a un hongo que provoca pérdidas millonarias. Argentina es el mayor productor de ese fruto en el MERCOSUR, según informó la Agencia CyTA del Instituto Leloir.
La enfermedad del “torque de la hoja del duraznero” o “torque del duraznero” es causada por el hongo Taphrina deformans. En la actualidad se la controla de manera rutinaria con fungicidas y agroquímicos. Sin embargo, su costo, eficacia parcial y potencial impacto negativo sobre animales y humanos han incrementado la demanda de prácticas de cultivo que reduzcan los riesgos para la salud y el ambiente.
“Con nuestro trabajo establecimos una estrategia que permitiría generar cultivos de durazno genéticamente resistentes a ese patógeno. De este modo, se evitaría el uso de agroquímicos y podría generar así beneficios ambientales, sanitarios y económicos”, indicó la directora del estudio, la doctora María Valeria Lara, del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
El hongo cuenta con una particularidad de presentarse en dos formas: una “levaduriforme”, que se encuentra en los medios de cultivos de laboratorio, y filamentosa, que es la presente en la naturaleza cuando el hongo infecta a los tejidos vegetales. Tal como revela la revista “Plant, Cell and Environment”, los científicos de Rosario lograron por primera vez “mezclar el agua con el aceite”: infectaron a las plantas de durazno con la forma levaduriforme y consiguieron que luego se desarrolle en ellos la forma filamentosa, que es el modo en que se manifiesta en los cultivos de gran escala.
“Esto es muy importante porque permitió analizar las respuestas tempranas de la planta frente al ataque por el hongo y establecer un sistema de estudio más eficaz para futuras investigaciones”, indicó la doctora Lara, quien fue el Premio “Ranwel Caputto” (edición 2014) en Ciencias Biológicas y Biología Molecular otorgado por la “Academia Nacional de Ciencias” para investigadores de hasta 40 años. “Además, desarrollamos una metodología para cuantificar el hongo en el tejido vegetal y así poder monitorear el progreso de la infección”.
Todos los durazneros son susceptibles al hongo. Sin embargo, el INTA de San Pedro, en la Provincia de Buenos Aires, cuenta con un genotipo resistente al patógeno, el cual fue estudiado por los investigadores de Rosario. “Inoculamos el hongo de forma filamentosa a estos durazneros resistentes y a otros susceptibles”, explicó Lara. Las plantas resistentes no presentaron signos de la enfermedad. “Son efectivos para combatir al patógeno”, indicó la investigadora. Y agregó: “El genotipo resistente al patógeno no es utilizado comercialmente debido a sus características en cuanto a la producción de fruta. El siguiente paso sería transferir estas características a variedades de interés comercial.”
Mediante técnicas de bioquímica y biología molecular, Lara y sus colegas también identificaron respuestas inmunes y cambios en el metabolismo del duraznero que le confieren su resistencia.
Los autores del estudio piensan continuar ampliando la comprensión de estos hallazgos con miras a obtener variedades de duraznos de interés comercial que sean resistentes a esa enfermedad. “Este desarrollo conduciría a un aumento en la competitividad del sector productivo”, destacó Lara, quien también es profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR.
Del estudio también participaron Laura Svetaz, Claudia Bustamante, Camila Goldy, Nery Rivero, Gabriela Müller y María Fabiana Drincovich, del CEFOBI, y los grupos liderados por el ingeniero agrónomo Gabriel Valentini, de INTA de San Pedro, y el doctor Alisdair Fernie en el Instituto de Fisiología Molecular de Plantas de la Sociedad Max Planck de Golm, Alemania.