Impulsado por el incomprensible ministerio de Modernización, el Gobierno Nacional continúa su plan de restructuración, achicando puestos de trabajo a diestra y siniestra. Luego de las aproximadamente 1.000 personas que fueron despedidas entre el Senasa, el Ministerio de Agroindustria de la Nación, y el INTI en lo que va del año, llegó el turno de casi 350 empleados de Télam, la agencia oficial de noticias.
Según el comunicado titulado “La agencia Télam tiene futuro”, emitido por la agencia y firmado por el propio directorio, uno de los motivos que justifican los despidos es que en 12 años el gobierno kirchnerista había contratado a 447 nuevos empleados.
“En 2003, la Agencia contaba con 479 empleados; en 2015, antes de que asumiera el nuevo gobierno, Télam había duplicado su plantilla y alcanzó los 926 empleados. Seis de cada diez ingresos fueron contratados para tareas periodísticas. Sin embargo, la mayoría de las incorporaciones no contaban con formación ni experiencia en el área. Confundieron periodismo con propaganda partidaria”, indica la publicación de Télam.
Y continúa: “el abuso sistemático fue tal que en aquellos años incluso se utilizó el reparto de la pauta publicitaria de forma arbitraria y abusiva, confundiendo la labor periodística con las campañas políticas y manchando a la Agencia con casos de corrupción”.
Lejos está en nosotros tomar partido por lo bien o mal que está la decisión de despedir a casi 350 personas, achicando más de 30% la planta de personal de la agencia. Si es o no justificada, o si la economía de la agencia requiere o no un ajuste.
Pero si está en nosotros criticar y señalar lo falaz de la argumentación del directorio de Télam, cuando habla en pasado sobre el manejo de la pauta oficial, como si dicho problema estuviese sujeto únicamente al manejo nefasto y autoritario del gobierno kirchenerista.
Es lamentable, pero real, con democracia o sin ella la pauta oficial sólo les ha servido a los presidentes, gobernadores y mandatarios como forma de extorsión y control de los medios de comunicación. “Estás conmigo o no, y tendrás o no la pauta oficial dependiendo de ello”, parece ser el mensaje recurrente que cae de forma vertical desde el poder.
Desde la expropiación del diario La Prensa durante el gobierno de Juan Domingo Perón, pasando por la firma de Néstor Kirchner a favor del Grupo Clarín para posibilitar la compra de Multicanal por parte de Cablevisión, llegando al actual manejo de la pauta oficial por parte del gobierno de Mauricio Macri; la prensa continúa siendo vapuleada, bastardeada y manoseada por cuanto político tenga un solo milímetro de poder.
Tampoco hay que dejar de mencionar a todos aquellos empresarios que se enriquecen día a día con la pauta del gobierno de turno, dejando de lado el trabajo de los periodistas y contratando mercenarios que sólo sirven a sus intereses económicos, sin importar la información y desviando la verdad de la realidad.
Para que se entienda, no hay forma de mantener un medio de comunicación sin publicidad. Todos los periodistas, de forma directa o indirecta dependemos de esa, provenga del sector privado o público. Y que quede claro, la mejor manera de acercarse a la “objetividad” periodística y promover la libertad de expresión, es que las dos pautas estén presentes para no depender estrictamente de una, ni dejarse extorsionar.
Y decir, “hay que saber elegir bien quién es el tipo que tiene que estar en los medios de comunicación”, como dijo el periodista Alfredo Leuco en la entrega de los premios Martín Fierro, es desentenderse de la realidad por la que atraviesa nuestro sector y justificar el despido de un trabajador por las decisiones de su empleador.
Pero Leuco también señaló: “No han dicho una palabra de los dueños de los medios… hay que tener equilibrio y justicia”. Y tiene razón. Porque de alguna u otra forma, quienes callamos y no señalamos, somos por decisión u omisión, cómplices de esos empresarios.
Para que la sociedad gane es necesario un manejo de la pauta oficial de forma seria. Que sea equitativa para todas las partes, sin pedir “favores” a cambio y sin medir la audiencia del medio en cuestión.
Informar es una responsabilidad muy grande y al igual que la educación, deberían ser cuidadas para el bien de los argentinos. Para que mañana, cuando sea la hora de votar, todos tengamos las herramientas necesarias para poder tomar la mejor decisión, pensando en el bien de la comunidad.
Y como dijo alguna vez Rodolfo Walsh: “Creo, con toda ingenuidad y firmeza, en el derecho de cualquier ciudadano a divulgar la verdad que conoce, por peligrosa que sea”.