Un trabajo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), explica cuáles serán los principales beneficios y perjuicios para el productor argentino con el nuevo estándar del trigo.
Los cambios en los parámetros comerciales, que se implementarán en los próximos ciclos, obligan a considerar especialmente la calidad del grano por producir para evitar pérdidas de ingresos, recomendaron los especialistas Carlos Poulier y Ricardo Negri, del área de Economía de AACREA.
Las modificaciones al estándar comercial del trigo pan que instrumentó recientemente la Secretaría de Agricultura, podrían afectar el bolsillo de los productores, si no se consideran los nuevos parámetros de calidad de aquí a la próxima cosecha.
Si la norma entrara en vigencia hoy y se aplicaran las bonificaciones y descuentos previstos, los cambios acarrearían pérdidas de ingresos por 11,7 millones de dólares para el sector primario.
Sin embargo, los especialistas de AACREA consideraron que la regulación, lejos de perjudicar al sector, lo beneficiará al tornarlo más competitivo, con la consecuente mejora de las condiciones de negociación y la imagen externa del cereal argentino.
La resolución de la Secretaría de Agricultura modifica el estándar de comercialización de trigo sobre dos aspectos fundamentales, que hacen a la calidad del grano: el contenido de proteína y las tolerancias en granos quebrados y cuerpos extraños.
Según determinó el estudio de AACREA, el parámetro de mayor impacto en los descuentos del trigo sería el de granos dañados, seguido por cuerpos extraños y el contenido proteico.
Además de evaluar el impacto negativo que tiene el cambio de estándar en los ingresos de los productores, el trabajo destaca la necesidad de incrementar la calidad del trigo argentino para mejorar la imagen ante los consumidores internacionales, atender sus demandas y obtener mejores precios.
En la actualidad, el trigo argentino tiene un diferencial negativo de alrededor de 30 dólares por tonelada con respecto a los trigos blandos de EE.UU., y de unos 50 dólares en comparación con los trigos duros del mismo origen.
“La percepción del trigo argentino es mala, en cuanto a su uniformidad y calidad intrínseca. De los cinco grandes exportadores, somos percibidos como los que tienen trigos más sucios y eso incluye granos quebrados, dañados y cuerpos extraños”, subrayó Negri.
Una medida con vistas al futuro
Para este especialista, la medida implementada por la Secretaría de Agricultura es acertada. Consideró que, a través de estas nuevas exigencias, en un futuro tendremos mejor precio, mejor calidad, y más ventas de trigo.
Por otra parte, comunicó que el trigo nuestro tiene una muy mala percepción afuera, desde el punto de vista internacional. Para Negri, estos se debe a que los parámetros comerciales, las normas con respecto al trigo en nuestro país no se han modificado en los últimos 20 años, mientras que el resto mundo evolucionó. En este sentido, sostuvo que las nuevas medidas pretenden “orientar más nuestro trigo hacia el cliente”. Manifestó que no es la única medida que hay que tomar, ya que hay varias cosas más para hacer, pero consideró que “vamos por el camino correcto”.
En cuanto a los países que tienen buena calidad de trigo, explicó que Australia y Canadá son líderes, y les sigue en tercer lugar Estados Unidos. Así, comunicó que lo que estos países tienen es “no sólo parámetros de calidad buenos sino además una segregación, clasificación del trigo desde origen, que eso les permite llegar con cada trigo a cada consumidor, es decir, a lo que cada consumidor quiere”.
Asimismo, Negri admitió que para los productores agropecuarios, adaptarse al nuevo estándar requerirá esfuerzo pero, sobre todo, “capacitación y concientización de todos en lo que son los estándares”. Explicó que el estándar está planteado de manera que la primera etapa, se fija a partir del 1 de octubre de 2005 , pero entrará en vigencia plena recién en el 2006. “En realidad, lo que creemos es que si los productores nos preparamos para hacerlo correctamente, vamos a tener menos pérdidas de lo que dice en el trabajo”, agregó.
Sostuvo que el impacto económico depende mucho de la región. “Lo que hicimos nosotros fue, el promedio de las últimas 3 campañas tomarlo como si fuera un solo valor y a eso le aplicamos las dos normas, la que entra en vigencia el 1 de octubre de este año y la que entra en vigencia en el 2006”, explicó. “Hasta el 1 de octubre de este año, la diferencia de ingresos para el sector productivo sería de menos de 3 M de dólares, recién el impacto mayor viene en la campaña 2006/2007.”
Finalmente, consideró que el trigo argentino está en camino de mejorar su calidad. “Esto es uno de los pasos a tomar, otro de los pasos es la segregación en origen, trabajar con trigos de diferentes calidades, almacenarlos y cosecharlos de distinta manera de lo que estamos haciendo hoy”, destacó. Por otro lado, expuso que una de las cosas que más exigen los compradores y menos están haciendo los productores argentinos es que los embarques sean homogéneos. “Cada granito de trigo quizás es muy bueno”, observó, “lo que pasa que estamos metiendo granitos de trigo muy distintos en el mismo lugar, entonces para los industrializadores en cada uno de nuestros destinos, eso nos trae problemas y es un costo muy grande porque nos pagan mucho menos”.