Un ensayo desarrollado por investigadores del INTA Famaillá, en Tucumán, se basa en el uso de una variedad de mostaza para la realización de la biosolarización que tiene como objetivo evaluar el control de nematodos en rotación con el cultivo de frutilla y el control de malezas.
Esta técnica se fundamenta en el efecto que ejerce este cultivo en el momento en que se descompone: la generación de gases que son tóxicos para los fitopatógenos que están en la tierra.
“Ya se analizó en cultivo de tomates donde bajó la población de nematodos y de hongos, que suponemos son fitófagos”, aseguró Ana María de los Ángeles Quinteros, una de las especialistas que lleva adelante la investigación.
Según la técnica, está demostrado que el cultivo de mostaza actúa directamente sobre los gusanos que afectan el suelo. Además, confirmó que “próximamente vamos a mandar las muestras para ver los resultados restantes”.
MOSTAZA: PROBANDO SU EFECTO
Por su parte, sostuvo la idea de probar “su efecto” sobre otros agentes como hongos y malezas. En ese marco, dijo que “en este momento el cultivo está en floración para luego ser incorporado al suelo junto con un riego extenso para que se produzca la fermentación”.
Este proceso implica cubrir el cultivo con un plástico transparente, cuya maniobra da como resultado una biosolarización. Asimismo, Quinteros aseguró que esta técnica opera como biofumigante, debido a que sirve también para “bajar el uso de agroquímicos, herbicidas y nematicidas, y mejorar la materia orgánica y de nitrógeno disponible en la tierra. Algo que ya lo logramos en otras localidades”.
QUÉ ES LA BIOSOLARIZACIÓN
La biosolarización se fundamenta en la incorporación de esta materia orgánica (la mostaza Sinapis Alba) y el efecto de la temperatura generada por el sol.
“Bajar el uso de agroquímicos, herbicidas y nematicidas, y mejorar la materia orgánica y de nitrógeno disponible en la tierra. Algo que ya lo logramos en otras localidades”, dijo la entrevistada proyectando su meta.
“Esta combinación va a provocar un efecto beneficioso para generar menos infección de la superficie”, aseveró Quinteros. Por lo tanto, este proceso es amigable con el medio ambiente y es de fácil aplicación.
“La aplicación es sencilla porque la mostaza fue sembrada en el invierno y se puede destinar el suelo a la rotación en la época cálida. Y, de este modo, generar el armado de los bordos para la próxima campaña para el cultivo de frutilla”, concluyó la profesional del INTA.