Dijo Kicillof que este año, el campo argentino va a batir todos los récords de producción. Seguramente así será, pero también, este será otro año en el que la producción continuará concentrándose en pocas manos, y la desaparición de miles de productores seguirá su curso acelerado.
El mismo ministro es el que no puede o no quiere corregir los problemas en la comercialización del trigo, dejándonos a la merced y rapiña de los grandes monopolios, y que insiste con aplicar un 23% de retenciones a un cereal que camina hacia una muerte anunciada. Es el Licenciado en Economía que argumentaba que eliminando las retenciones al trigo, aumentaría un 5% el precio del pan… nunca nos aclaró por qué, desde que bajo el precio del trigo, esa baja no se trasladó al mostrador de las panaderías.
Es sabido que está terminando una campaña con buenos rindes, pero con quebrantos económicos en la gran mayoría de los productores. Productores que ya venían endeudados, por los altos costos de producción, los insumos e intereses atados al dólar, y principalmente perjudicados por la baja de un 30% en los precios de los cultivos en general.
Este dato es fundamental para conocer con cierta realidad las perspectivas actuales ante la siembra del trigo en nuestro país.
En la última campaña, la superficie sembrada superó apenas las 4 millones de hectáreas. En ese momento, cuando se realizó la siembra de dicho cultivo, el precio rondaba los 200 u$s, mientras que hoy, las mejores perspectivas indican un precio de 145 u$s, que sumados a los históricos problemas en la comercialización y las retenciones que se mantienen increíblemente en los mismos niveles, no hay que ser mago para conocer lo que sucederá con la intención actual de siembra de trigo en nuestro país.
A pesar de que la mayoría de nuestros productores de la pampa núcleo, utiliza el cultivo para realizar rotación, afrontar la problemática de las malezas y, principalmente, como moneda de cambio, cuando en diciembre se debe hacer frente a los gastos de implementación de la cosecha gruesa, ellos saben fehacientemente que el precio actual del cereal es la causa principal para desistir de su siembra. Esto porque sólo con rindes superiores a los 35 qq se lograría equilibrar la ecuación y salir empardados. Claro que, en ese sentido, se debe contar con una buena plegaria, ir a Misa y que el Señor se acuerde de nosotros.
Incluso las mismas cooperativas o acopios que desaconsejan a los productores la siembra del cultivo, lo hacen por cuestiones financieras, al observar los números en rojo de las cuentas corrientes de los chacareros, y fundamentalmente porque termina siendo un problema la comercialización y el acopio del mismo.
Pero en el sudoeste bonaerense, el trigo es un monocultivo del cual la mayoría de los productores no pueden desistir.
Hoy el productor debería recibir cerca de $1500. Por el contrario, pocos compradores logran ofrecer entre $ 800 a 1000, dependiendo de la calidad del mismo. A eso se debe agregar, que para aquellos productores que se encuentran a más de 200 Km del puerto o de un molino comprador, el costo del flete termina convirtiendo cualquier pérdida en un quebranto absoluto.
Allá lejos y hace tiempo, quedó el intento del gobierno de que se pague el FAS teórico… Esta promesa nunca se cumplió en el sudoeste bonaerense. Por el contrario, los productores de esa zona siguen presos y a merced de los exportadores y molineros que deciden cuándo y qué precio pagar, si las condiciones del trigo son las adecuadas. Esto explica por qué todavía existe una gran cantidad de trigo sin comercializar. No porque los productores especulen, sino porque están cansados de que les roben.
En esa zona, del trigo depende la sustentabilidad y sostenibilidad de los productores. Por eso es imprescindible que desde el Gobierno se mande un mensaje claro para que los productores encaren la siembra del cultivo. Se deben eliminar las retenciones del trigo, ya que el impacto en el importe de contribución a las arcas del Estado es irrelevante (0,1%), y la caída en la producción implicará una menor exportación, pues de hecho, estaremos en las puerta de la importación del mismo.
El principal problema a corregir pasa por las trabas en la comercialización, la aplicación de Roes en forma indiscriminada, en un mercado totalmente cartelerizado, donde no existe el juego de la oferta y la demanda y sin reglas claras, ni controles que protejan a los productores. Evidentemente no es que no se puede, lo que pasa es que no se quiere.
La única buena noticia, es que cuando se produzca la cosecha de trigo estaremos ante un nuevo gobierno, donde seguramente primará la sensatez y encontraremos esa luz de esperanza para que volvamos a ser el granero del mundo.
Por Eduardo Buzzi. Dirigente Agropecuario y ex Presidente de Federación Agraria Argentina